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jueves, 25 de noviembre de 2010

La historia encubierta




Cuando hablamos de Cultura, en sentido restringido, nos estamos refiriendo al conjunto de conocimientos que una sociedad transmite y valora, y dentro de ellos, obviamente, desarrolla un papel preponderante la historia de la humanidad en general y, mucho más, la historia particular de la sociedad en cuestión.
De ahí que no es desacertado expresar aquello de que “La cultura es la memoria de los pueblos”. Por tal motivo, conocer la historia del país donde nacimos y donde desarrollamos toda nuestra existencia nos sirve no solo para comprender, en cierta medida, el resultado de lo que somos, sino para comprender el porqué construimos un país de éstas características.
A nadie escapa que la Francia de hoy no sería lo que es de no haber sido signada su historia por la Revolución Francesa, ni los EEUU serían  la primer potencia mundial (si bien es cierto, que su hegemonía esta cada vez más endeble) de haber triunfado el ejército sureño en la guerra de la secesión.  Obviamente, las distintas generaciones de franceses o de estadounidenses, según se trate, conocieron la verdadera historia de sus respectivos países. No es, precisamente, el caso argentino donde los que escribieron “la historia oficial” no lo hicieron desde una postura equidistante, sino desde una perspectiva teñida de subjetividad cuyo propósito consistía en establecer un marco histórico determinado, a los efectos de justificar exclusivamente los intereses de los vencedores.  
Es lo que Don Arturo Jauretche con la brillantez de análisis que lo caracteriza calificó como “Política de la historia”, es decir, una historia funcional al poder político de la época que, simultáneamente, permitiera preservar los privilegios de los grupos dominantes y ocultar al pueblo la veracidad de los hechos. Privando, de ese modo, que el pueblo extraiga  enseñanza alguna de la experiencia histórica.
Cualquier similitud con la realidad periodística de la Argentina actual, no es mera casualidad., la falsificación de la historia al igual que la informativa evita, por sobre todas las cosas, la formación de una conciencia nacional.
Un claro ejemplo de cómo se ocultaron ciertas epopeyas, e incluso la posición adoptada por nuestros más honrados próceres, es la Batalla de la Vuelta de Obligado y el profundo significado que semejante hecho histórico –de ser conocido- pudiere tener sobre la sociedad argentina.
Fue precisamente un 20 de noviembre de 1845, cuando las flotas de la armada británica y francesa deciden intervenir militarmente sobre la Confederación Argentina bajo la máscara de la mediación para poner fin a la guerra en la Banda Oriental.
Previamente exigir, a través de sendas notas, al Gobierno de la Confederación que retirara sus tropas de la Banda Oriental, como así también su escuadra naval dirigida por el Alte. Brown; ambas potencias deciden presentar un “ultimatun” al Brigadier Juan M. de Rosas. Éste, lejos de amilanarse, solicitó a la Legislatura de Buenos Aires la autorización respectiva para “resistir y salvar la integridad de la patria”.
Mientras esto sucedía Garibaldi con sus mercenarios extranjeros contratados y orientados por los unitarios se encargaba de sembrar el terror y el saqueo en lugares tales como: Colonia del Sacramento, Martín García, Gualeguaychú y Salto.
El “Acuerdo de Alcaráz” estaba en marcha con la anuencia de Urquiza y los Jefes Unitarios, bajo la supervisión de las potencias extranjeras; en el mismo se procuraba la independización de la Mesopotamia mutilando, de ese modo, el espacio territorial de nuestra querida Confederación.
Es dable recordar que ya se había logrado el reconocimiento de Paraguay como nación independiente –cosa que la Confederación no admitía- y lo mismo se pretendía hacer con Entre Ríos y Corrientes asegurando, en consecuencia, la libre navegación de sus ríos para la colocación de los productos provenientes, esencialmente, de Inglaterra. 
El Brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas decide, entonces, nombrar al Gral. Lucio N. Mansilla para conducir las fuerzas de la resistencia y en un codo angosto del río Paraná –ubicado en la localidad de San Pedro- conocido como la Vuelta de Obligado se instalan gruesas cadenas, de una orilla a otra, a los efectos de evitar la navegación de nuestros ríos interiores por parte de esos poderosos buques de guerra.
La sangrienta y desventajosa lucha no intimidó a nuestras fuerzas que tenazmente ofrecieron sus vidas para defender nuestra Soberanía.
El cruento combate cubrió de gloria a las fuerzas de la Confederación y si bien el saldo arrojó unos 300 muertos y 500 heridos de nuestro lado, la integridad de la patria quedó definitivamente resguardada.
Como bien lo sintetizó el Gral San Martín una vez conocido los hechos: “Hemos demostrado que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca”.
Semejante proeza hizo desistir a los invasores en seguir con sus propósitos, quienes terminaron reconociendo el Pabellón Nacional y abandonando la intervención militar directa para conquistar su anhelado mercado comercial.
Claro que, posteriormente, utilizaron nuevos métodos para "la conquista mercantil", pues, apelaron a “influyentes personajes nativos” que enrolados en el unitarismo -no olvidemos que muchos de ellos acompañaban a los invasores en sus buques como bien lo recordo la Presidenta- trabajaron más para garantizar el beneficio foráneo que para servir a la Patria.
No obstante, eso es otra historia que, al igual que la Vuelta de Obligado, también es preciso descubrir.
Pero para ello se requiere abrevar en fuentes fidedignas y no en aquellas adulteradas cuyo propósito –al igual que lo que acontece hoy con determinados periódicos- tuvo (y tiene) por objeto el ocultamiento de la verdad.
El presente de hoy es la historia de mañana, de ahí que no debe sorprendernos que aun subsistan personajes políticos que, al igual que los unitarios de aquél entonces, trabajen en desmedro del interés de la patria. Quizá eso sucede porque aún en el siglo XXI, muchos argentinos ignoran todavía la verdadera historia.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Es la política estúpido

                                      El momento de la discusión y luego la agresión de la diputada Graciela Camaño a su par Carlos Kunkel




Aquella conocida frase de James Carville, asesor demócrata de Bill Clinton: “Es la economía estúpido” que éste último utilizó en su campaña electoral de 1992 para centrar el eje de la discusión pública sobre éstas cuestiones y, de ese modo, proyectarse victoriosamente hacia la Casa Blanca; es factible de ser aplicada en nuestro país pero con una modificación sustancial.
Digamos que adaptada a nuestra vigente realidad sería: “Es la política, estúpido”.
Cualquiera podría llegar a suponer que la frase expresa, en cierto modo, el mismo significado que en el país del Norte, pero evidentemente no es así.

Si esa misma expresión fuere empleada hace una década atrás, lógicamente no hubiere habido necesidad de modificarla pero, en los años que corren y, atendiendo a que hemos tenido desde el año 2003 un gobierno que ha puesto a la economía en el lugar que le corresponde, esto es, subordinada a la política, la adaptación es inexorable.
Lo interesante de la frase en cuestión, no consiste en convertirse en un lema publicitario con vistas a ser utilizado en las elecciones del próximo año, sino en tornarse en una frase referencial para que determinados “periodistas de la decadencia” comprendan el porqué de la nula repercusión que tienen sus falaces diatribas antigubernamentales fuera del círculo al que pertenecen.
De ese modo evitaríamos que sus nervios les jueguen una mala pasada y, automáticamente, esto permitiría una merma en  “sus niveles de crispación” comprendiendo un poco más lo que viene aconteciendo en la República.
Uno de estos turbados periodistas –debo confesar que, en este caso, no sé si es por sus nervios o por su penuria intelectual- es Luis “Pocas luces” Majul que viene acompañando con sus insustanciales declaraciones la insistente crítica maliciosa hacia la gestión de gobierno.
Majul un periodista que hizo su arribo a la TV a principios de la década del 90 que, como no podía ser de otra manera , realizó su debut televisivo en TN (Todo Noticias Grupo Clarín), expresa fielmente el paradigma periodístico dominante en aquellos años.
Por cierto, no se trata de descalificar la persona de alguien por haber iniciado su carrera en una Corporación que, abusando de su posición dominante en el terreno de la información, desnaturaliza la veracidad de las noticias, inventa otras o, en el mejor de los casos, la oculta con la deliberada intención de promover sus negocios.
Sin embargo, una cosa es trabajar como periodista en cualquier medio, aun una poderosa corporación, y desarrollar una labor profesional sustentada sobre la base de los pilares de la verdad y la honestidad intelectual, y otra muy distinta es reemplazar los mentados pilares por otros que tienen por objeto asociar la rentabilidad individual a la de la empresa, aun a expensas de desennoblecer la labor periodística. 
De todas maneras, buena parte del autodenominado “periodismo independiente” ha suprimido de su escala de valores -si bien es cierto que muchos de ellos, jamás lo han incorporado- el concepto de dignidad lo que, en última instancia, conduce a un creciente desprestigio de la profesión.
Pero volviendo al mencionado periodista,  podemos señalar que es un fiel representante de “el periodismo noventista”, el de “la pizza y champagne”, el que en ciertos aspectos promovió la farandulización de la política, la entronización de la tecnocracia económica (bueno es tener presente que muchos de los gurúes económicos que desfilaban en los medios podían desarrollar falaces elucubraciones por la escasa formación, no tanto técnica sino política, de esos periodistas) , el de la superficialidad de las noticias, el de la negación de la búsqueda de la verdad, etc. etc..
Obviamente, esa mediocridad de la información –y en eso eran conscientes los propietarios de los grandes medios- tenía por objeto tres cuestiones: -“Desinformar” a la población, acentuar el descrédito de la política –de tal manera que la sociedad no se interiorice, ni se formule interrogantes respecto de lo que sucedía en el país, por ej., con el vaciamiento del Estado- y fomentar aquellos programas televisivos que de algún modo centraran la atención de la gente en cuestiones estrictamente triviales. 
Por un lado, era la época donde todo se banalizaba, donde lo insustancial se adueñaba de la comunicación mediática, donde alcanzaban picos de rating significativos programas tales como: Almorzando con Mirta Legrand, Hola Susana, El Show de Videomatch, La Noche del Domingo, por citar solo algunos de ellos.
¿Y la política? 
Bueno, aquél que tozudamente quería “informarse” del quehacer público no tenía más opciones que sintonizar el programa del dúo mediático que más daño le ha hecho al país, el conformado por Neustadt-Grondona que, con la participación diaria de la familia Alzogaray, nos comentaban las maravillas de haber ingresado al Primer Mundo de la mano del presidente Menem.
Lo cierto, es que muchos “periodistas” se fueron forjando al calor del clima dominante en aquella época; claro que, el grado de absorción de esa atmósfera de mediocridad
y su repercusión sobre el intelecto dependía de la formación y la capacidad de comprensión de cada individuo en particular.
Sin dudas, no faltaban aquellos que poseyendo una sólida formación y, por ende, elevados niveles de comprensión contrajeron el “virus de la mediocridad” a cambio de jugosas sumas de dinero. Indudablemente, no todo el periodismo ha sido cómplice de la “contaminación informativa”; un buen número de periodistas que honran la profesión tuvieron que sufrir el ostracismo y, otros atrincherarse en los escasos medios informativos que resistían el avance contaminante.
No es éste el caso de “Luisito pocas luces” Majul que, como anteriormente decíamos, es la expresión periodística más acabada del ejercicio de la profesión en aquella época.
Sin embargo, visto a la distancia, podemos concluir que sobre el “famoso” periodista no solo hizo mella la mediocridad de los noventa, también tuvo la fortuna de ver cubiertas sus necesidades bolsillezcas por la “filantropía” de la  corporación mediática.
Y así montado sobre el carro de la superficialidad emprendió su, inesforzado, camino a la fama.
Es lógico suponer que aquellos que, en determinado momento, creyeron en la prédica de Fukuyama bajo el auspicioso anuncio de “el fin de la historia” se sentasen cómodamente en el sillón de los famosos para observar como ese final les reservaba un lugar de privilegio en la Galería de Periodistas.
Así, perseveraron plácidamente en la faena de lo insustancial; eran tiempos en que no era preciso ahondar en el trabajo periodístico concienzudo, no era preciso revalorizar el ejercicio reflexivo –si bien en el caso particular, nos quedan sobradas dudas de que pudiese ejercerlo-, y mucho menos hablar de periodismo de investigación.
Esas cuestiones dejémosla para periodistas de la talla de Rodolfo Walsh, Rogelio García Lupo, Emilio Corbiere, Osvaldo Bayer, Horacio Vertbisky, por citar solo unos pocos.
De ahí que como dijera Víctor Hugo: “Llamar de investigación al (último) libro de Luis es faltarle el respeto al periodismo de investigación”.
Yo añadiría llamarle “periodismo” a lo que hace Majul es faltarle el respeto a la profesión.
Así sus escritos  y sus libros -tan superficiales y fatuos como sus análisis- pueden jactarse de decir por ejemplo, en La Iluminada:

“Elisa María Avelina Lilita Carrió es un fenómeno único. No hace las cosas como una política tradicional. No concibe su carrera como un juego consciente de postas que empezó con la ocupación de una banca para reformar la Constitución en 1994 y podría terminar con el cargo de Presidente de la República Argentina. No tiene acuerdos con los grandes medios de comunicación. No tiene el poder político del presidente Duhalde ni el dinero para la campaña del ex presidente Menem. Ella cree, de veras, que Dios desea utilizarla como un instrumento para cambiar el Destino. Ella no tiene dudas: lo suyo es un Acto de Servicio (así, con mayúsculas). Una Misión Divina
                       
Por cierto, el libro fue escrito en el 2003 y, dable es reconocer que, han pasado siete años desde entonces. Motivo por el cual, es lógico presumir que, la crisis energética que en algún momento tanto predecía la diputada Carrió -y que no tuvo lugar en los hechos- en vez de afectar al consumo público, pues, terminó colapsando sobre “su propia usina neuronal” que, a raíz de ello, funciona intermitentemente y con alto riesgo de convertirse en un apagón generalizado.
Sin embargo, la “radiante” fascinación que la figura de Lilíta ejerció -y ejerce aun- sobre Luis, lo llevó a escribir ese texto; pero sus coincidencias no han sido solo místico-ideológicas; sino también financieras; ya lo hemos manifestado, ambos son funcionales a las corporaciones y no en forma gratuita. Pues, a uno le pagan sosteniendo un programa intrascendente y, a la señora la mantienen recurrentemente en la pantalla de TV para que vierta su andanada de críticas infundadas sobre un Gobierno que cometió la osadía de recortarles sus negocios.
Ahora bien, el problema que se le presenta a Majul y también a su entrañable y admirada amiga “dipumediática”, es que a mayor nivel de politización social mayor es el nivel de exigencia del telespectador. Por ende, se requiere más contenido, más profundidad en lo que a programación se refiere y eso Majul no esta en condiciones de desarrollarlo lo que, finalmente, puede determinar su desaparición de la pantalla cuando los ejecutivos de la empresa para la cual trabaja, comiencen a pensar más en el rating -para subir sus ventas publicitarias- que en dañar la imagen del gobierno.
En cuanto a la diputada debería comprender que es preciso evitar “el show mediático denunciativo” sin sustento real –al que nos tiene acostumbrado- porque a mayor nivel de politización, mayor es el nivel de análisis de la población.
Por lo tanto, la perdurabilidad política basada en el “efectismo mediático” ya alcanzó su techo de credibilidad. De ahí que sea insuficiente montar todo “un espectáculo” para engatusar a la gente.
Sin embargo, el deseo sigue procreando el pensamiento de estos personajes que no se atreven a contemplar la “dura” y, a mi juicio, gratificante realidad 
Solo basta observar las últimas entrevistas realizadas por “Luisito” a la pitonisa Carrió para comprobar que -luego de la mamarrachesca farsa en diputados en torno a la sesión que impidió la aprobación presupuestaria- estos referentes de la argentina de la decadencia, continúan con la fábula sin percatarse que la audiencia televisiva solo los mira, no ya para informarse porque no son creíbles; sino para observar con cierta indulgencia las banalidades que expresan para defender los intereses corporativos.
No obstante, la última afirmación de Majul exteriorizada en el último de sus programas:  “Con la muerte de Kirchner se fue el miedo”, solo cabe en boca de un mal parido o de un estúpido contumaz y, sinceramente sin ánimo de defenderlo, me inclino por esto último. 
Solo un idiota –o un H de P-  puede suponer que el ex presidente Kirchner necesitaba infundir miedo para que se reconociese su gestión política; el pueblo –al que ellos denominan “la gente” y del que se tienen que ocultar para no recibir pruebas de absoluto rechazo- ha dado muestras más que suficientes de apoyar a este gobierno que ha desenmascarado a los poderes reales y garantizado la existencia de un clima de libertad para muchos y no para unos pocos como pretenden estos afortunados mediocres.

Yá Majul, en su afán descalificativo había vertido la siguiente opinión una vez que la Presidenta anunció el avance en las negociaciones con el Club de Paris:

 “Si todavía alguien guardaba una mínima esperanza sobre la idea de que la muerte de Néstor Kirchner iba a cambiar el clima de la Argentina y el estilo de gobierno, esa módica expectativa se vino abajo con los anuncios de la última cadena nacional. En no más de doce minutos, la Presidenta, por momentos con la voz entrecortada por el recuerdo de su compañero, volvió a demostrar que no tiene la mínima intención de negociar o consensuar nada con la oposición. Y que a los argentinos nos espera más de lo mismo: nuevos anuncios sobre anuncios que ya se hicieron y no se cumplieron; golpes de efecto para sacar de la agenda los asuntos inconvenientes, como las ofertas de dinero a los diputados para aprobar el presupuesto oficial, y uso discrecional de los fondos públicos, como si la plata del Estado fuera de la primera mandataria o de los ministros. La única diferencia entre el ex presidente y Cristina Fernández es que el primero manejaba con mano de hierro las negociaciones sensibles, y las ofertas políticas y económicas se hacían con más cuidado y anticipación. Ahora, las ‘propuestas indecentes’ las formulan varios interlocutores y la superposición de gestiones las hace menos ‘efectivas’ y más escandalosas”.

Al parecer la desaparición física de Nestor Kirchner despertó en “el bueno” de Majul una mínima esperanza. Que el mismo destaca: “se le vino abajo” cuando la Presidenta ratificó el rumbo del modelo de país.
Solo un “descerebrado” podía ilusionarse con un cambio de rumbo, máxime cuando el pueblo en su gran mayoría respalda éste. Lo más sorprendente es que habla “de los argentinos” como si todos nos identificáramos con su "hilo de (sin)razonamiento". Majul no ofendas  más nuestra inteligencia!!
Luego de querer enlodar al gobierno con una operación montada, nos habla de la necesidad de consensuar.
¿Que es lo que se puede “consensuar” con una oposición de estas características? Además, quienes respaldamos a este gobierno -que por otra parte, tiene una elevadísima legitimación de ejercicio- sabemos perfectamente como los medios “non sanctos” desnaturalizan el verdadero significado de los términos.
De tal manera que lo que ellos llaman “consensuar”, no es otra cosa que aceptar los condicionamientos que las corporaciones quieren imponerle al gobierno “democráticamente”.
Las embusteras denuncias que se han realizado y las contradicciones manifiestas en las declaraciones efectuadas por el mamarracho opositor, ponen de relieve hasta que punto la oposición tiene una verdadera voluntad de consensuar y como, periodistas como Majul, trabajan para la concreción de ese consenso.
Un claro ejemplo de que estos personajes trabajan, con esmerado esfuerzo, por evitar “la crispación en la sociedad argentina” es no solo el show montado por la diputada Carrió y sus adláteres, o las apaciguadoras frases de Majul en relación a la muerte del ex presidente; sino también, las caricias manuales que la diputada Camaño desplegó sobre el rostro del sorprendido diputado Kunkel. 
De ahí que, no podemos dejar de reconocer que, algo esta cambiando en nuestro querido país y es hora de que te enteres Luis: Es la política estúpido!!

martes, 16 de noviembre de 2010

Un mamarracho llamado oposición


                      







Los argentinos somos muy proclives a padecer la “ilusión de los espejos” que consiste en observar los cambios que, paulatinamente, se vienen desarrollando en “los demás”; sin reparar en aquellos que se vienen ejecutando sobre nosotros mismos.
En principio, podríamos decir que se trata de un síntoma natural, después de todo cuando uno contempla su rostro diariamente a través de un espejo, se tornan imperceptibles las variaciones que sobre el mismo se vienen produciendo con el transcurrir del tiempo.
No obstante, y más allá de las apariencias, carece de verdadera utilidad recordar los cambios operados sobre nuestra fisonomía, excepto, aquellos que estén relacionados con nuestra salud individual.
Sin embargo, si tienen una significación especial aquellos que de una forma u otra, inciden (o incidieron)  sobre nuestra persona, sobre nuestra identidad, sobre nuestra propia historia; es decir, sobre lo que somos.
Ya lo decía el célebre Ortega: “El hombre no tiene esencia, tiene historia”.
Y es, precisamente, la historia quien nos conduce sobre senderos inesperados que terminan condicionando de algún modo el resultado de nuestro auténtico ser.
Lo mismo acontece con nuestra querida Argentina.
Solemos carecer de memoria histórica, lo que nos conduce inevitablemente a ignorar mucho de los males que nos aquejan o, peor aun, a no distinguir las fuentes generadoras de los mismos.
Bien señalaba Albert Camus cuando decía “El hombre común identifica el mal de la época por sus efectos y no por sus causas” y, confundir el efecto con la causa puede ser letal para cualquier sociedad.
De ahí que muchas veces -por no decir casi siempre- quienes procuran encubrir sus verdaderos propósitos producen determinados efectos para entorpecer la individualización de la causa. De forma tal, que no se descubra su verdadero interés.
En nuestro país, ya ha quedado, medianamente, al desnudo el verdadero conflicto de intereses que existe entre determinados grupos hegemónicos detentadores del poder económico y el modelo de país que impulsa el gobierno nacional.
La disputa en ese terreno se ha desarrollado de manera ostensible en determinadas circunstancias, por ejemplo durante el envío y aprobación de la ley de medios al  Congreso, y en forma solapada en la gran mayoría de los casos.
Claro que, así como hace 30 años los "sectores del privilegio" fueron los mentores ideológicos del entonces catalogado “golpe militar” ocultando su participación manifiesta -recién ahora, buena parte de la ciudadanía se esta enterando que se trato de un “golpe cívico militar-, precisamente hoy, esos mismos sectores impulsados por idénticos intereses mezquinos están tratando de evitar que un modelo de equidad se afiance y se profundice en la sociedad argentina.
Para ello cuentan con poderosos pero no creíbles auxiliares externos, léase la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y un vasto ejército de voluntarios locales dispuestos a desarrollar toda una “mise en scene” para lograr sus perversos fines.
Dentro de esta trouppe de simuladores voluntarios al servicio de la confusión casuística encontramos un sinnúmero de personajes que, desplegando sus “destrezas” al servicio de estos poderosos, tienen por misión obstaculizar y destruir, en lo que este a su alcance, el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández.
Obviamente, si hablamos de misión, la figura emblemática en esta tarea es la desplegada por la fundamentalista del odio, la diputada Elisa Carrió y la camaleónica discípula Patricia Bullrich con sus compañeros de bancada.
Claro que, este conglomerado malicioso no sería suficiente para tamaña misión, porque además de actores, se requiere de un relativo número de guionistas que estén dispuestos a redactar los pertinentes “cuentos de ciencia ficción” con el propósito de brindar un marco de "realismo" -mágico, por supuesto-  que refuerce el impacto de “los efectos o declaraciones especiales”. Que, una vez consumado, podremos observar,  reiteradamente en las pantallas de TN, o en su defecto, leer en las editoriales de los periódicos Clarín, La Nación o Perfil.
Estas sobreactuaciones infames las hemos visto durante el debate previo a la aprobación de la ley de medios audiovisuales y, posteriormente, durante la denominada “causa Sadous” que fue una“innovación ficcional” sostenida por “la oposición” para dañar la imagen gubernamental. No reparando que en verdad, con esas mentiras, le estaban causando un extremado daño a los negocios comerciales de la Argentina sin el más mínimo asidero.
La misma metodología utilizada oportunamente, se ha puesto en práctica para obstaculizar la aprobación del Presupuesto Nacional.
Ahora, con la finalidad de no aprobar el presupuesto inventan sobornos a través de mensajes de texto!!
Como si alguien fuese tan estúpido de querer sobornar a persona alguna por intermedio de mensajitos de texto!! Sin dudas, apelar a semejante metodología es no querer quedar en el anonimato. Los autores del supuesto delito, tienen la fortuna de que los legisladores de la oposición no quieren divulgar sus nombres!! ....Pero por quien nos tomaron???!!!
O como el médico Nelson Castro, al que le sugiero visite un neurólogo, cuya fuente para escribir un artículo es “habría sido un legislador que le dijo supuestamente a otro legislador”, que al parecer le dijo al mismísimo Nelson Castro que........Que poco serio todo esto!!
Ni hablar de Patricia Bullrich que dijo leer uno de “los mensajes de texto” donde se leía, según sus palabras: “pedí lo que quieras” a un legislador.
Tal vez, era la esposa –por no pensar en una amante- del respectivo legislador que le estaba sugiriendo que hacer de comida.
Pero más tragicómico resulta que después de haber leído el mentado mensaje no recordaba a que legislador se lo habían enviado, porque según ella, leyó como quince o veinte mensajes.
Ahora, si es cierto que leyó veinte mensajes: ¿Solo ese que no dice nada es el que recuerda? ¿Ninguno con un ofrecimiento concreto? Que poca imaginación Bullrich, ni tu familia te creé lo que venis diciendo.
Evidentemente, ni Bullrich, ni toda la oposición anti-K, ha reparado en que aún impidiendo la aprobación del presupuesto, el gobierno tiene la posibilidad de conducirse con el presupuesto aprobado durante el año anterior. Con el agravante que, en ese caso, el Jefe de Gabinete puede asignar los fondos de las partidas discrecionalmente, hecho éste que posibilita manejar los fondos a piacere, cosa que no es para alarmarnos porque el actual gobierno a dado muestras más que suficientes de conducirse con responsabilidad.
Magneto, un consejo de opositor: no le pagues tanta guita porque con estos actores y con estos escribas, cada vez menos creíbles, vas directo a la bancarrota!!!
Bromas aparte, esta es la dirigencia que conforma eso que se da en llamar “la oposición”, la misma que, en otros tiempos, colaboró con el sistemático derrumbe argentino y nos condujo al default económico.
Mientras que, por el otro lado, tenemos a una Presidenta que  no solo anunció un acuerdo con el Club de París sin la intervención del FMI, que nos permitirá salir del default definitivamente; sino que además brega incesantemente por hacer de nuestro país, una nación industrializada.
Es bueno apelar a la historia y recordar las palabras de Paul O’Neill vertidas a finales de 2001 cuando se le cerraban las puertas al país para obtener auxilio financiero:
“Ellos –por los argentinos- no tienen una industria de exportación que valga la pena. Y así les gusta. Nadie los obligo a ser lo que son”.
Los dichos pertenecen al entonces Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, durante la administración de Bush, quien además añadía: “ Un default de Argentina no detonará una crisis mundial” minimizando aun más, nuestro ser en el mundo.
De ese modo los recursos financieros no llegaron y por más que los " serviles políticos” de entonces –muchos de ellos integrantes de la actual oposición- alegaran que Argentina había acompañado a EEUU en la Guerra del Golfo, que se había encolumnado detrás de las posiciones de USA en la ONU, a favor del bloqueo a Cuba, etc.,etc., la indiferencia fue total.
Que notoria diferencia con lo que acontece en la actualidad, el país hace oír su voz en todos los foros internacionales y no para decir lo que quieren escuchar los de afuera; sino para expresar lo que conviene a los argentinos.
Bueno, no a todos los argentinos, ya sabemos que “la oposición” quiere retornar a viejas épocas; sino basta ver el presupuesto alternativo presentado por Prat Gay –ex ejecutivo de JP Morgan- que añora sus épocas de Presidente del Banco Central en el año 2002.

viernes, 12 de noviembre de 2010

La ética de la pitonisa: Elisa Carrio

                                                    
Según cuenta la mitología, el Dios griego Apolo dio muerte, con la deliberada intención de apropiarse de su sabiduría, a la serpiente Pitón en una de las tantas cuevas existentes en la ciudad de Delfos. Fue, en ese preciso lugar, donde se instaló y, posteriormente, se construyó el Templo dedicado al renombrado Dios, revistiendo de ese modo de cierta áurea de sacralidad a ese célebre recinto histórico que se conoce con el nombre de Oráculo de Delfos.
El oráculo se tornó con el tiempo en un centro de adoración a Apolo y donde, en forma constante, los peregrinos concurrían a los efectos de consultar a la sacerdotisa del templo (Pitia o Pitonisa) quién predecía el futuro destino de los ávidos consultantes.
Las peregrinaciones fueron “in crescendo” y llegaron a ser tan masivas que surgieron otros oráculos –regidos ya por otros dioses-  a lo largo de toda la Grecia Antigua
En sus orígenes, las pitonisas revelaban el porvenir de manera metafórica, en forma de verso, de suerte que las interpretaciones del acontecer eran, como es de suponer, por demás variadas.
Es menester recordar que, por aquellos tiempos, (siglo VII antes de Cristo), todo aquello que resultaba incomprensible para el entendimiento del hombre era objeto de una “explicación sobrenatural”; y quién mejor que una sacerdotisa -intérprete de dios en este mundo- para dar respuesta a lo desconocido, a lo misterioso, a lo, hasta entonces, incomprensible para el saber del hombre.
Con el transcurrir del tiempo, el desarrollo de la ciencia y la evolución del conocimiento humano fueron “derrumbando” la fortaleza de estos oráculos para dar lugar, y preeminencia, a la razón y a la experiencia como pilares fundamentales sobre los cuales se sustentasen  la apreciación de los hechos que “ab initio” resultaban ininteligibles.
Sin embargo, a más de dos mil ochocientos años después, el oficio de realizar predicciones no ha mermado lo suficiente; por el contrario, se ha adaptado, amplia y significativamente, a las necesidades de la época.
Así las pitonisas de ayer, se han multiplicado y bajo el ropaje de diferentes formas: tarotistas, videntes, lectoras de borras de café, profesionales de la quiromancia, etc.,etc., continúan desarrollando una labor extremadamente intensa.
Pero, fuera del marco de la creencia o ausencia de credo a la que adhiramos, en nuestro país, existe una voluptuosa pitonisa política que es causal de verdadero asombro encontrarla recurrentemente en determinados medios de comunicación.
No tanto, por sus aventuradas predicciones; sino por el reiterado desacierto de las mismas.
Me refiero, específicamente, a la Diputada Elisa Carrió que ha hecho predicciones de naturaleza catastróficas sobre el futuro del país, sin verse corroboradas ninguna de ellas en el acontecer nacional.
Así "las profecías del oscuro futuro argentino", no han tenido lugar en la realidad concreta y solo han quedado, en el marco de las predicciones sin sustento que, de no ser por la ausencia de reiteración mediática, serían el hazme reír de nuestra ciudadanía.
No obstante, cualquiera que se tome el esfuerzo de indagar un poquito en Internet ( http://www.taringa.net/posts/info/1338515/Predicciones-apocalipticas-de-Elisa-Carrio.html) encontrara los múltiples anuncios apocalípticos -si bien faltan incorporar unos cuantos más- de esta mediática pitonisa que se jacta de predecir el tenebroso devenir de la nación.
Hasta el momento estas predicciones -fruto de una mente perversa desconectada de la realidad- eran, por decirlo de algún modo, molestas pero soportables en el marco de la tolerancia democrática.
Pero la difusión de la frase vertida por la pitonisa ante sus huestes de seguidores (de quienes presumo le guardan fidelidad por el mero propósito de proyectarse a algún “puestito” electoral; de lo contrario, serían verdaderos fanáticos de la irracionalidad), luego de la muerte del ex presidente, ya rebasa el límite de lo tolerable.
Pedantear vilmente con su predicción de: ¿Vieron que yo les dije que había que esperar? - http://www.diarioregistrado.com del 12/11/2010- ante el deceso de Néstor Kirchner pone de relieve la ruindad de esta mujer, excepto que se confirme que sus facultades mentales se hayan profundamente alteradas.
Claro que, con alteración o no, se atrevió a realizar una nueva profecía, esta vez en forma genérica y con la ironía a la que nos tiene acostumbrado: “Todavía habrá muchas más sorpresas” auguró.
Como vemos la materialización de los deseos de esta señora recubierta con el manto de las predicciones nos revela no solo su odio, sino también su catadura moral.
Lo paradójico de todo esto es que después, ciertas instituciones, la invitan a ser panelista en determinadas “Jornadas de ética y política”.

martes, 9 de noviembre de 2010

Los embates contra la Presidenta



La tregua ha finalizado, a escasos días del fallecimiento del ex-presidente Néstor Kirchner los más famosos “escribas del establishment” han retornado a sus puestos para desde allí reiniciar el lanzamiento de los envenenados dardos, ahora exclusivamente, sobre la figura de la Presidenta.
Lógicamente, no era cuestión de dejar pasar demasiados días, al fin de cuentas, solo falta menos de un año para una nueva elección presidencial y no debemos olvidar que estos amanuenses han sido contratados para dinamitar, insistentemente, todo intento de consolidar en nuestro país un proyecto político que no solo aspire a ampliar nuestros márgenes de soberanía como nación, sino que a su vez procure edificar en la Argentina una estructura social más justa sobre la base del consenso popular.
Un claro ejemplo de ello es la nota publicada en el día de hoy (09/11/2010) en el matutino “La Nación” y que tiene por autora a la tristemente célebre señora Beatriz Sarlo.
El título del mentado artículo ya describe la intencionalidad de esta señora: “¿Es capaz Cristina de manejar el peronismo?”.
En el mismo, y siguiendo con la línea argumental de los que vienen vaticinando, sin asidero, un eventual “vacío de poder”, se procura sembrar la duda no ya de la capacidad para gobernar de nuestra Presidenta –si bien el cuestionamiento esta implícito- sino, si será capaz de controlar o conducir algo de significativa importancia, pero de menor entidad. En concreto: su partido.
Evidentemente, el sembrar dudas no es un cultivo desprovisto de intencionalidad; y mucho menos cuando luego se añade, en el mentado artículo, que “Como Duhalde en su momento, Kirchner fue un especialista en el poder”.
La ausencia física de Néstor, obligaría a buena parte de las huestes partidarias a dirigir la mirada hacia el único sobreviviente "especializado" del peronismo.Y cuan lejos quedaría ubicada del supuesto especialista del poder, esa dirigente y militante que la amanuense califica despéctivamente (al parecer, sin enterarse que es la Presidenta de los argentinos) como “una princesa peronista que hizo leyes cuando fue senadora, ama la escena internacional y lee algunos libros”.
Sin lugar a dudas, Néstor Kirchner fue un político brillante –un verdadero cuadro político por utilizar la jerga de la militancia-; sin embargo, causa verdadero estupor hoy día la sobredimensión que adquiere su figura en boca de quienes hasta el día de su fallecimiento empequeñecían toda su gestión.
Tal vez porque no se trata de un “verdadero reconocimiento” a determinados atributos desplegados por el extinto líder. Sino, por el contrario, es el típico reconocimiento inauténtico, ejecutado desde la mala fe, el que se fundamenta en aquella frase de “muerto el rey, viva el rey" pero, no para aclamar a su sucesor como acontecía en la antiguedad; sino con el oscuro propósito de “engrandecer la figura del fallecido rey para desdibujar la imagen de la reina”.
Lo que olvidan estos columnistas del poder, es que vivimos en una Democracia y, obviamente, en una democracia distinta a la que ellos procuran instalar.
Esto es en una democracia donde el pueblo se siente parte integrante de la misma y que ha dado pruebas contundentes de acompañar a la Presidenta en su gestión de gobierno. Lo ha demostrado en los festejos del Bicentenario, lo ha demostrado en la dolorosa pérdida de Néstor Kirchner y lo continúa demostrando en cada acto público donde se hace presente la Presidenta de la República.
La señora Sarlo se formula luego el interrogante de hasta que punto la organización partidaria estará dispuesta a acompañar a nuestra Presidenta con movilizaciones de respaldo.
Más allá de esos interrogantes, es menester recordarle que no es preciso hacer una movilización al centro de la ciudad de Buenos Aires a “la manera de los peregrinos medievales” -como sugiere la autora dolosamente en su artículo- para poner de manifiesto el apoyo que mayoritariamente la población le viene dando a su presidenta.
La organización si bien resulta eficaz a los fines de cualquier partido político, no basta si “la gente” –como gusta decir esta señora- no esta dispuesta a brindar su apoyo a los dirigentes.
Y una muestra de lo que estamos diciendo nos la proveé los festejos de los doscientos años de nuestra independencia, donde no se requirió organización alguna para ver colmada la ciudad.
Y no nos vengan con que se trataba de cuestiones distintas, mientras no pocos medios de comunicación auguraban el fracaso de los festejos, la gente respaldo la realización de los mismos y brindó sobradas muestras de apoyo al gobierno durante toda la jornada.
Ignoran, estos escribas del poder, que las épocas han cambiado, gozan con sus catastróficas predicciones, construyen hipótesis -aunque en sus escritos señalen que “es imposible hacerlas”- a los efectos de manipular a sus lectores; si bien es cierto que, especialmente en los diarios donde publican esas elucubraciones, muchos de ellos anhelan la materialización de las mismas.
No reparan en que “el deseo es el padre de sus pensamientos”, sin detenerse a observar que el deseo de la mayoría de la población es otro.  
Si hasta con anterioridad al fallecimiento del ex presidente, y negando lo sucedido en los festejos del bicentenario, estaban convencidos que el pueblo le daba la espalda a este gobierno.
Cuan equivocados están, el odio los obnubila y les distorsiona la visión!!
El país ya no es el mismo señora Sarlo, así como usted ha dejado, hace mucho tiempo, de ser quien era.
Quizá me equivoque y solo el país haya cambiado y, en cambio, usted haya puesto al desnudo su verdadero ser.
Después de todo en determinados momentos históricos uno se ve obligado a tomar partido y es allí donde aflora nuestra verdadera esencia; la suya ya sabemos que, lamentablemente,  dista mucho de identificarse con el sentir popular.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Los dueños del lenguaje


No hace mucho tiempo, durante las revelaciones de la, hasta entonces, oculta operación ilegal que posibilitó la adquisición de la empresa Papel Prensa, una dirigente “nacional”de personalidad impredecible –aunque orientada hacia la inimputabilidad- sostuvo la hipótesis de que sus propietarios, concretamente los periódicos Clarín y La Nación, constituían “la esencia de la nación argentina”.
De ahí que, cuestionar las conductas o posiciones adoptadas por los representantes de ambos periódicos equivalía a cuestionar a la Patria misma. Esto, inevitablemente, me trajo a la memoria aquella frase pronunciada por un destacado político argentino de principios del siglo pasado, cuando sostuvo:
“La patria es otro de los conceptos bien distribuidos en nuestro país. Algunos se sienten tan satisfechos con su parte que suponen que la patria se agota en ellos”. Y ojo no se atrevan ha sentirla como propia aquellos que llegaron tarde al reparto!!
Lo mismo acontece hoy con una pluralidad de términos, entre ellos: “Democracia”, “República”,“Diálogo”, “Consenso”, “Tolerancia”, etc., etc., que al parecer no forman parte del acerbo oficial; ya que constituyen parte integrante del patrimonio exclusivo de los opositores al gobierno. Son, precisamente, ellos, “los notables calificadores” –entre otros: Joaquín Morales Solá, Rosendo Fraga, Mariano Grondona, Eduardo Van der Kooy, por mencionar solo algunos- quienes gozan de la aptitud para discernir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto , lo que le conviene al país y lo que no; en última instancia “poseen”esa extraordinaria facultad de asignar la “justa” denominación a los hechos o a las acciones protagonizadas por los hombres de gobierno.
Lo extremadamente sorprendente de todo esto es que estos señores, que se arrogan ser los propietarios exclusivos de los términos, y por ende, los únicos aptos para ejercer el oficio de calificadores lingüísticos, son los mismos que brindaron la cobertura ideológica tanto durante el mal llamado “proceso de reorganización nacional” –al que jamás calificaron como dictadura durante su cruenta duración-  como al proceso privatizador y de exclusión social durante la administración de Carlos Menem.
Es notorio como los dueños del lenguaje, califican y hasta estigmatizan discrecionalmente a quienes reivindican o expresan sus simpatías por un “modelo de país” distinto del que ellos se empeñaron en construir en los tiempos mencionados.
Así por ejemplo: a un gobernante de facto como Jorge R.Videla jamás le asignaron el mote de autoritario; y si, en cambio, a un presidente elegido democráticamente por la voluntad mayoritaria de nuestro pueblo como lo fue el ex-presidente Néstor Kirchner. Claro que, el mote de autoritario no se le asignaba por ser  un gobernante que quebrantaba el estado de derecho, o porque ejercía el poder violentando las libertades y garantías individuales, o porque no respetaba la independencia de poderes.
En verdad eso no es para estos señores un valor a tener en cuenta; si así fuese le hubieran adjudicado –y ya entrando en el interregno democrático- ese mismo calificativo al deleznable ex-presidente Menem que aumentó el número de miembros de la Corte Suprema de Justicia para tener un poder judicial afín que le permitiera no solo desprenderse a precio vil de las empresas estatales; sino avasallar los derechos de los trabajadores. Tampoco recuerdo la voz airada de estos mismos periodistas cuando se acudió a sentar en las bancas a personas que sin ser legisladores levantaron las manos (computándose su voto) al momento de aprobar la privatización de Gas del Estado. Hechos éstos que si revelan un profundo desprecio por la democracia y el regular funcionamiento de las instituciones; pero, obviamente, para estos señores esos actos bajo ningún aspecto ponían en duda el preciado bien de la seguridad jurídica al que tanto apelan cada vez que el gobierno kirchnerista adopta una medida con orientación social. 
No obstante, hay que reconocerles a estos señores que han sabido montar, sin fisuras, todo un andamiaje comunicacional al servicio de los intereses de las grandes corporaciones; de este modo, tanto a través de la televisión, la radio y la prensa gráfica han sabido instalar un discurso uniforme que posibilita la manipulación del televidente, oyente o lector. Por cierto, hay excepciones que, como ya sabemos, confirman la regla.
De ahí que, no es fruto de la casualidad que a lo largo de estos últimos 30 años los conductores de los programas periodísticos y los editorialistas de los grandes diarios sean siempre los mismos. Pues, han sabido acordar una alianza estratégica -no necesariamente explícita- con los poseedores de los medios de comunicación donde a cambio de garantizar su “perpetuidad” en ellos, desarrollan un discurso tendiente a consolidar un modelo de país que permita enriquecerse a unos pocos en detrimento de la gran mayoría.
Así fueron demonizando por intermedio de su discurso todo aquello que pudiera tornarse en una herramienta útil para el logro o, en su defecto, consolidación de determinadas conquistas o derechos sociales.
Primero acompañaron el proceso de desvalorización de la política; en esto, indudablemente, buena parte de la clase política argentina hizo el mayor aporte para que eso ocurriese. Sin embargo, los medios coadyuvaron a potencializar el descrédito porque instalar la idea de que la política “es una actividad inmunda” promueve el rechazo y alejamiento de la ciudadanía y, en consecuencia, la política pasa a ser una actividad controlada por unos pocos para beneficio de esos pocos. Claro, que ante lo acontecido en el 2001, y viendo que la gente ganaba la calle espontáneamente para reclamar el “que se vayan todos” se vieron forzados a bajar los niveles de cuestionamiento por lo impredecible de la reacción popular, no era cuestión de arriesgarse a que se convirtiera en un "boomerang".
Paralelamente, se encargaron de denostar a los sindicatos, no ha determinados sindicalistas venales que hubiere sido lo más razonable; por el contrario, a éstos los paseaban por los programas de televisión justificando de ese modo las privatizaciones y la sanción de leyes como la de la flexibilización laboral.
Bajo esa modalidad se promovió la descalificación de toda la dirigencia gremial en su conjunto -una forma efectiva para no diferenciar a los corruptos de los que no lo son- y poner  en tela de juicio la existencia misma de los sindicatos.
Embarrar la imagen de los sindicatos era menester a los efectos de debilitar la resistencia organizada de los trabajadores ante la sanción de leyes que suprimían sus derechos. No por nada, una empresa como Clarín no permite la existencia de delegados gremiales en su compañía.
Podríamos desarrollar un sinnúmero de ejemplos demostrando como el discurso hegemónico de los medios de comunicación privados esta asociado de una manera u otra a determinados intereses ocultos, no es la intención de este artículo poner al desnudo estas cuestiones. Además por fortuna, ya han empezado a aparecer tanto en el ámbito televisivo y radial algunos programas (6,7,8 , TVR, Duro de Domar, Víctor Hugo Morales) que se encargan de ello.
Sí, en cambio, es nuestro humilde propósito bregar constantemente para que los que se atribuyen el dominio de “los conceptos” no los apliquen con la velada intención de distorsionar la realidad para confundir a la gente.
Un ejemplo concreto de lo que estoy manifestando es la calificación de “fanáticos” que realizan los “señores” Joaquín Morales Destituyente Solá y Mariano Golpista Grondona respecto de la juventud kirchnerista.
Han trazado una imaginaria línea divisoria que deja de un lado del plano a los partidarios del “fanatismo”, del “sectarismo”, de la “intolerancia”, “de la barbarie” y, del otro lado, la expresión de la moderación, es decir:“los prudentes”, “tolerantes” y “civilizados”.
En el terreno de “los fanáticos” se sitúa esa juventud que pretende apuntalar, bajo la firmeza de sus convicciones, la continuidad de un modelo político enderezado al logro de la felicidad de nuestro pueblo.
En el de “los tolerantes”, en cambio, se ubican aquellos que paradójicamente, aspiran a instalar en la Argentina un modelo social que contenga a pocos, y que garantice bajo la represión si es preciso: “el orden” y “la seguridad jurídica”.
“Los fanáticos” son aquellos que, además de corear cánticos reivindicando a  quien fuera su líder democrático, están involucrándose por vez primera en el quehacer político.
“Los tolerantes” son aquellos que presentan un prolongado historial de colaboración con las dictaduras y han conspirado –y lo seguirán haciendo- contra todo gobierno democrático que haya puesto el acento sobre las reivindicaciones sociales.
“Los fanáticos” son aquellos que por su temprana edad tienen mucho para ofrecerle al futuro del país.
“Los tolerantes” han hecho un significativo aporte -basta con ver sus antecedentes- al empeoramiento de las condiciones de vida de nuestra sociedad.
“Los fanáticos” apoyan la vigencia de una nueva ley de medios que permita una mayor pluralidad de voces que proporcione, a su vez, una mayor diversidad de criterios.
“Los tolerantes” se oponen a la mentada ley bajo la máscara del periodismo independiente evitando, de ese modo, la democratización del espacio comunicacional.
“Los fanáticos” expresan su verdad y sus sentimientos a gritos sin disimular sus lágrimas por lo que sienten.
“Los tolerantes” ocultan sigilosamente la verdad sembrando mentiras y odios con su accionar solapado.
La intención de “los tolerantes” es frustrar por todos los medios que la juventud se constituya en protagonista del hacer de una Nación. Por ello, procuran estigmatizarla al compás de la difamación, calificándola de “juventud hitleriana” para que no despierten el interés en otros jóvenes, para que no crezcan, para que se frustre esa intención de sumar voluntades para hacerse oír. Porque en la medida que sigan creciendo, quedará al desnudo el sectarismo, la mentira y la mezquindad de "los tolerantes".
JRC