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domingo, 12 de diciembre de 2010

Pensamiento colonial, xenofobia y Villa Soldati



                                                                          




Siempre recuerdo con afecto una anécdota pedagógica que el propio Arturo Jauretche comentaba en uno de sus imprescindibles –para todos aquellos que quieran comprender la historia argentina- libros. La narración en cuestión se desarrolló por el año 1945, si mal no recuerdo, y lo tenía como protagonista al mismísimo Don Arturo, ya que se trataba de una conferencia que brindaba en un cine-teatro de barrio en la localidad de Avellaneda. 
Al parecer, los asientos del teatro Roma –así se llamaba el mentado lugar- habían quedado exiguos por la cantidad de público asistente; lo cierto es que el Dr. Jauretche comenzó a disertar, como de costumbre, sobre el pensamiento nacional; e inició su charla sugiriéndole al auditorio, allí presente, que se imagine un mapa del mundo.
Los asistentes a la conferencia se sorprendieron, en lo inmediato, ante tamaña solicitud; más luego, y satisfaciendo el pedido del disertante, esbozaron la idea tradicional del planisferio, esa figura cartográfica realizada por los europeos donde nuestro país aparece ubicado al sur del Viejo Continente.
Obviamente, las respuestas fueron coincidentemente unánimes, todos describían el mismo “dibujo del mapamundi”.
Ante este hecho el sabio de Don Arturo respondió: “Eso es lo que yo llamo mentes colonizadas!!”.
Cuanta razón y cuanta simpleza para explicar lo obvio!!
Nadie se atrevió a pensar, asi fuere imaginariamente, un modelo de planisferío donde nuestro continente ocupáse el centro cartográfico!!
Jauretche es uno de esos maestros que uno no pudo conocer por una cuestión cronológica; pero que no puede dejar de “enamorarse de esa brillantez intelectual” que, forjada bajo el emblema nacional, destilan todos y cada uno de sus textos.
Por cierto, pensar “la realidad” con criterios nacionales, no es lo que prevalece -muy especialmente, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires- en la argentina cotidiana; por el contrario, basta observar cual ha sido el pensamiento predominante a lo largo de los escasos dos siglos de vida de nuestra nación para constatar que lo “antinacional”, ya sea en forma ostensible o encubierta, ha sido lo prevaleciente.
Sin embargo, hay una paulatina y creciente esperanza de ir revirtiendo, nuevamente, la “lógica del pensamiento colonial” desde que Néstor primero y Cristina después, se hicieran cargo de la conducción del gobierno.
No obstante, sería un buen ejercicio analizar, así sea someramente, los contenidos del pensar antinacional que no solo se propone desvalorizar, en líneas generales, todo lo que sea autóctono. Ya se trate: del Estado Nacional, productos nacionales, películas nacionales; hasta la historia nacional, los logros nacionales, los científicos nacionales, la mano de obra nacional o lo que fuere. Sino que a su vez, lleva ínsito el desprecio por “los connacionales” que no responden al patrón europeo físico-mental. 
Las raíces de esta “lógica perversa” de ser argentino pero sentirse europeo tiene sus orígenes desde la conformación de la patria misma.
Esa “admiración” de aquello que no pertenece al país, configura el andamiaje de esta lógica perniciosa.
Es la misma lógica que predominó en los orígenes de la formación de nuestra Nación y, en virtud de la cual, se desató la fuerte disputa entre Buenos Aires y el Interior del país.
No por casualidad la declaración de nuestra independencia tuvo lugar en una provincia; si aquél Congreso de 1816 se hubiere realizado en Buenos Aires, lo más probable que la vocación independentista de muchos de nuestros compatriotas hubiese quedado trunca. Nos basta recordar que en 1819, el representante del gobierno del Dr. Bernardino Rivadavia ya había acordado con el canciller Richelieu la coronación en el Río de la Plata de un príncipe francés; claro que, previamente autorizado por el gabinete británico. 
  
Como vemos, es fácil de descifrar a que responde esta estructura de pensamiento; si partimos de la premisa que el sector que se impuso luego de la batalla de Pavón, procuró delinear un modelo de país agro-exportador que contuviera tan solo a unos pocos millones de personas en detrimento del resto de la población; es más que “razonable” que promoviera por todos los medios a su alcance –pero fundamentalmente a través del área pedagógica: léase educación oficial- la lógica de la exclusión.
Es decir, porqué integrarnos con el resto del país si ese resto “no lo necesitamos”; pues, de integrarlo, a través de una política educativa que refuerce nuestros lazos de pertenencia, lo sentiríamos como uno más de los nuestros y si es uno más “de los nuestros” vamos a bregar porque también se les reconozcan sus derechos.
Y eso atentaba contra la idea de Metrópoli Colonial que impulsaba la clase dominante. Puesto que para incluirlos se requería un modelo de país distinto, esto es, que no solo se limite a exportar materias primas, sino que procure industrializarse.
Y la industrialización, a su vez, requería dejar de ser Colonia y eso conllevaba, inexorablemente, a la ruptura con el Imperio Británico que nos proveía sus manufacturas y era, nada menos que, nuestro  principal importador de materias primas abastecidas éstas por la élite (u oligarquía, como guste Ud. llamarla) de nuestra sociedad,
En síntesis, era preciso romper el círculo, pero porque iban a romperlo aquellos que se beneficiaban sistemáticamente con ese estado de cosas; si además, eran quienes gobernaban merced a la inexistencia del sufragio universal.
De ahí que la élite local se reputara, infundadamente, así misma como una extensión de “la aristocracia europea” en la Argentina.
Y así, se fueron sucediendo los gobiernos oligárquicos, se fueron arraigando “estos prejuicios banales”, se fueron desdibujando nuestras raíces históricas y se fue adoptando como propio un criterio despojado de parámetros de nacionalidad .
Nos convertimos en “la Colonia Europea de Latinoamérica”, una suerte de europeos de espíritu con pasaporte latinoamericano que, por un accidente de la naturaleza, estábamos adheridos a la superficie del Continente Sur por seguir el diseño de la reconocida cartografía colonial.
Obviamente, en los tiempos en que fue consolidándose esta estructura de pensamiento, “la Europa” con la que se identificaba nuestra clase dirigente no era, precisamente, la de los inmigrantes de aquél entonces; por el contrario, los españoles y los italianos –por citar, solo dos nacionalidades- pertenecían al patio “inculto y despreciable” del Viejo Continente.
Es suficiente, auscultar en las opiniones de “nuestros mal llamados próceres”, tal es el caso de Sarmiento (curiosamente, emblema pedagógico argentino) para constatar la desfavorable opinión que tenía sobre los oriundos de esas naciones.
Aquellos que, recientemente, al cumplirse el Bicentenario, nos hablaban de “los maravillosos festejos desarrollados en el Centenario” de nuestra independencia, para contraponerlo al actual, omitían deliberadamente decir que en esa época (1910), muchos de nuestros abuelos y compatriotas eran reprimidos por reclamar mejores condiciones laborales –trabajaban horarios excesivos y sin garantías de ninguna índole-  y eran acosados no solo por las fuerzas del orden conservador –recuérdese la sanción de la ley de residencia-, sino por grupos parapoliciales como “La Liga Patriótica Argentina” que se encargaba de hostigar a los extranjeros bajo el amparo de la protección oficial.
Pero la lógica de la discriminación fue mutando, con el tiempo los hijos de los inmigrantes fueron incorporándose, merced al yrigoyenismo primero y al peronismo después, a la vida político social del país.
No obstante, el “paradigma europeo” siguió vigente, solo que ahora se incorporaba en el mismo a la totalidad de las comunidades del continente, es decir, ya no se marginaba a la española o italiana como en los inicios, sino que se la integraba.
Los “tanos y los gallegos” fueron sustituidos como objeto de rechazo por los “cabecitas negras"en el orden local y por los “sudamericanos” en el internacional.
En síntesis, el desprecio que se siente hacia esos connacionales de tipo no-europeo, se fue extendiendo a nuestros hermanos latinoamericanos que poco tenían que ver con “bella Europa” y, en consecuencia, tampoco con “nosotros”.
Y aquí aparece el germen de la xenofobia de alcance restringido, ya que el mismo tiene por objeto el rechazo de toda inmigración latinoamericana, pero fuertemente afincado en buena parte del pensamiento capitalino.
Como podemos apreciar, quien suponga que la historia no va dejando secuelas en la formación de las subjetividades colectivas está profundamente equivocado.
Sin lugar a dudas, hay otros factores que inciden o promueven el desarrollo del germen xenófobo pero es, específicamente, en el ámbito cultural donde se generan las condiciones para agilizar su desarrollo.


El auténtico pensamiento nacional vs.  Macri




Como podemos deducir, y a diferencia de lo que habitualmente se creé, un verdadero nacionalista, nunca ha sido un individuo apto para la siembra de la xenofobia.
Por el contrario para él, la nación y el pueblo se reputan inescindibles una de otro; y su necesidad interior de indagar en la historia de lo nacional lo conduce inexorablemente a adherir al pensamiento de los auténticos próceres, esto es, de configurar una Patria Grande.
Han pasado muchas décadas y, por primera vez, la región sudamericana viene transitando la senda que conduce a su desarrollo económico y su consolidación política. La herramienta que esencialmente posibilitó –y posibilita- su avance es, entre otras, el denominado MERCOSUR (Mercado Común del Sur) que como ya sabemos integran como miembros o asociados, además de nuestro país, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Venezuela, Chile, Ecuador y Colombia.
Nuestro país junto con Brasil ha sido fundador e impulsor de este importantísimo espacio institucional para el desarrollo de la región, y la idea central consiste en desarrollar estrategias de integración tendientes a consolidar éste bloque común.
De ahí que promover concepciones que discriminen a nuestros hermanos latinoamericanos, más allá de lo deleznable que resulte desde la perspectiva humanista; es, por sobre todas las cosas,  trabajar directamente para evitar que los países de la región fortalezcan vínculos político-comerciales que redunden en beneficio de sus pueblos y robustezcan su capacidad soberana.
Y aquí llegamos a lo que aconteció en Villa Soldati, no es casual que un energúmeno como Macrí procurando deslindar responsabilidades propias en materia habitacional (lo mismo hizo en materia educativa culpando a los maestros y, posteriormente, a los alumnos; en la cuestión de violación de la privacidad por intermedio de las escuchas telefónicas culpando a la víctima; en el derrumbamiento del gimnasio de Villa Urquiza  asignándole la responsabilidad solo al arquitecto de la obra en construcción sin reparar que la ejecución de la misma había sido autorizada por su gobierno, etc. etc.) se despache con un discurso xenófobo.
¿O acaso no es el mismo Macri quien creo la famosa Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) que integrada por municipales y un conjunto de barras bravas se dedicaba a desalojar a los golpes, durante la oscuridad de la noche, a los indigentes del suelo metropolitano? Cualquier paralelismo con “la Liga Patriótica” es fruto de la imaginación!!
Pero sigamos con Mauricio, el mismo que muy suelto de cuerpo sostuvo que: la inmigración viene de la mano del crimen y el narcotráfico.
Cuando los datos provistos por el Servicio Penitenciario Federal demuestran que en el año 2009 sobre los 30.100 presos recluidos en cárceles y comisarías de nuestro país, solo 902 presos–pertenecientes a diversas nacionalidades- no son argentinos.
Donde además, de que la mayoría de ellos no tiene residencia fija en nuestro país; se confirma que, según esta mismas fuentes que no pueden ser tildadas de parciales, no existen, prácticamente, presos de origen latinoamericano imputados por causas relativas al negocio de la droga. Si, en cambio, los hay holandeses, españoles o sudafricanos, entre otros. (Ver datos vs. prejuicios http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-158542-2010-12-12.html).
Lo concreto es que los hechos sucedidos, como bien lo expresara la Presidenta , no son fruto de la casualidad, cualquier observador, medianamente avezado, se daría cuenta de que fueron orquestados por aquellos que tienen intenciones de desgastar la imagen  del oficialismo. Ver sino, a quienes respondían esos grupos organizados que se hicieron presentes en las inmediaciones del predio haciéndose pasar por vecinos primero, para despues ordenar la agresión de los ocupantes.
La respuesta, ante lo acontecido, no se hizo esperar y rápida de reflejos Cristina Fernández creó el Ministerio de Seguridad que suprime el autogobierno de las fuerzas que deben garantizar el orden público. Ahora la máxima autoridad no saldrá de sus filas como se acostumbraba, sino que será controlada por un funcionario civil encargado de velar por el cumplimiento de los derechos y garantías constitucionales.
Pero más allá de la maliciosa intencionalidad de quienes “se resisten” a que el pueblo tenga un gobierno representativo de sus intereses; esto también sirve para desenmascarar públicamente a éstos falsos profetas, aspirantes a la presidencia de la República que, por un lado, van a prometer viviendas a los barrios carenciados durante la campaña electoral; mientras que, por el otro, cuando asumen, se encargan de distribuirles palos para que desaparezcan de las calles y del territorio porteño.
Un emblema de la política neoliberal y represora como es Macri, agita la bandera de la nacionalidad para culpabilizar a los inmigrantes de lo que sucede; evadiendo de ese modo su responsabilidad en el ejercicio de la función pública.
Más luego, si lo dejamos serán los jujeños, los salteños, los del Chaco, Formosa o Tucumán. O todo aquello que devele signos de piel oscura.
La única oscuridad que hay que temer es la de los prejuicios y la de la ausencia de razonabilidad.
De ahí que, confiemos que la razón nos ilumine y nos libre de la mediocridad macrista!!













martes, 7 de diciembre de 2010

Buscas mediocridad? Al fondo a la derecha!!


                                                  
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A menos de un año de la realización de los comicios nacionales donde, nada menos, se elegirá el próximo presidente de los argentinos, los eventuales candidatos de la denominada “oposición” no dejan de sorprendernos.
Sin duda, un auténtico republicano, y más allá de los valores o la ideología que profese, pretenderá que exista una oposición política  al gobierno de turno; no solo porque de esa forma se evita el predominio de “un pensamiento único” -que cuando es monopolizador, aun con las mejores intenciones, está más propenso a caer en  el dogmatismo-, sino porque la pluralidad de voces conduce necesariamente a profundizar las ideas, a pulir las propuestas, a elevar la calidad de los proyectos; en síntesis, a jerarquizar la política en aras de la consecución del bienestar general.
Ahora bien, el problema se presenta cuando en un país (por el caso, el nuestro) se cuenta, por un lado, con un gobierno idóneo, coherente, sensato, que supo impulsar y materializar muchas de sus promesas electorales, aun a expensas de la andanada de piedras y "rocas" depositadas sobre su camino; y por el otro, una oposición mediocre, sin propuestas, de vocación mediática, que se pone ridículamente al servicio de las Corporaciones y cuyo exclusivo objeto consiste en obstaculizar todo emprendimiento gubernamental.
Este “conglomerado opositor” que en el espacio geométrico del quehacer político se ubica sobre la derecha y es, evidentemente, la expresión política de los denominados “sectores dominantes”, segrega mediocridad por donde se lo mire.
Históricamente, la derecha argentina viene sufriendo un proceso de “descomposición intelectual” muy notorio, pues, sus actuales miembros están demasiado lejos de rememorar a sus padres ideológicos: “La Generación del 80”; si bien persiguen los mismos nauseabundos fines, podrían pararse frente a un espejo y exclamar aquella frase de Neruda: “Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”.
Una prueba muy concreta de lo que estamos manifestando es la versión circense de lo que venimos observando a diario en la pantallas de televisión. Por ejemplo, nos encontramos con un Mauricio Macri (¡¡Aspirante a ser Presidente de la República!!) que ni siquiera puede elucubrar ideas propias para responder a una serie de preguntas insustanciales respecto de su gestión. Uno observaba esa imagen, donde su asesor más próximo le “soplaba” al oído las respuestas que tenía que expresar ante quienes lo reporteaban, y no podía dejar de reírse asociándolo inevitablemente con las mejores comedias de Hollywood.
Que contraste con la Presidenta Cristina Fernández!! Que habla tres horas en los foros internacionales sin tener necesidad de un mísero papel recordatorio y donde el auditorio a juzgar por lo que mencionan los periódicos internacionales –no por cierto, los locales- permanece atento a sus palabras.
Y no jodamos, acá no se trata de capacidad memorística u oratoria, sino simplemente de aptitudes intelectuales para ejercer no solo la función de Presidente de la República; sino para representar al pueblo argentino ante el mundo.
Me lo imagino a Macri hablando en la Asamblea de la ONU, en UNASUR, en cualquier ámbito internacional en representación de todos nosotros, la pésima imagen que dejaría de nuestro país (como ya lo han hecho Menem o De la Rúa) sería, por demás,  ostensible.
Pero seguramente, ante esa hipótesis, los voceros de la derecha expresarían que Argentina esta inserta en el mundo –como lo hicieron durante la presidencia de Carlos Saúl- cuando la realidad decía, absolutamente, todo lo contrario. Como vemos la penuria intelectual de Macri raya en lo ridículo; no obstante, si sigue persistiendo en la ridiculez sería conveniente que lo haga en forma natural, es decir, que exprese ideas propias, originales, y no la de sus asesores, al menos en público.
Y eso que no estoy hablando de propuestas, si ni siquiera las tiene para el orden capitalino; mal podriámos pretender que las tenga en materia internacional. Tal vez, vaya a consultar a instituciones extranjeras sobre la política exterior o interior que debiera desarrollar; despues de todo, y conforme a sus dichos, si consultó a la CIA y al Mossad para designar al jefe de policia metropolítana, pues, porque no habría de hacerlo al momento de designar nuestro canciller o nuestro ministro de economía, por ejemplo.


A propósito de originalidad

Pero si hablamos de “originalidad” otro que tiene lo suyo es Ricardo Alfonsín, no solo por eso de dejarse el bigote modelo paterno o utilizar los trajes de su progenitor; sino por eso de querer imitar los gestos y las entonaciones discursivas del padre.
Nunca las copias podrán superar a los originales, jamás podrán tener el mismo valor.
Como tampoco lo tienen las propuestas esbozadas por el proyectado candidato de la UCR que aún persiste en hablar de “la ética republicana” o “el libre funcionamiento de las instituciones”, “la independencia de los poderes”, argumentos sólidos y convincentes que, otrora, utilizara su padre en un momento histórico aplicable como lo era la Argentina de 1983, y que estaba reencontrándose con la democracia.
Pero seguir esgrimiendo esos argumentos, cuando desde el punto de vista formal la democracia se ha consolidado, cuando se goza de un Estado de Derecho, cuando los derechos y garantías individuales están consagrados no solo en la Constitución, sino en la práctica cotidiana, cuando reina la independencia de poderes, cuando se cuenta con una Corte Suprema de Justicia jerarquizada y no adicta al gobierno (basta ver la cantidad de fallos adversos al oficialismo) es, sin lugar a dudas, un galimatías.
Sería bueno que la UCR formulara, en todo caso, proyectos que ahonden en mayor contenido social más que un ramillete de enunciados que poco dicen y que luego dan lugar para maniobrar la propuesta en cualquier dirección política.
Si bien es dable reconocer que, el radicalismo, fue una fuerza política que nació en oposición a la mencionada “Generación del 80”; luego de la muerte de Don Hipólito Yrigoyen, definitivamente, fue conquistada por el “Régimen” cuyo exponente más conspicuo fue Marcelo T. de Alvear.
Basta recordar los argumentos vertidos por el periódico de los Mitre, La Nación, el 13/10/1922 cuando Yrigoyen abandonaba la presidencia, resumió su gestión del siguiente modo: “Se entrego en cuerpo y alma a cultivar el favor de las masas menos educadas en la vida democrática, en desmedro y con exclusión deliberada y despectiva de las zonas superiores de la sociedad”.
Tal vez, lo de “zonas superiores” haya calado hondo, oportunamente, en algunos ancestros de los pobladores de buena parte de los distritos porteños y se fueron transmitiendo generacionalmente; sino no se explica que hallan elegido a un tipo como Macri. Personaje superior en cuanto a mediocridad se refiere.
Pero sigamos con el relato, el mismo periódico, añadía: “Debemos felicitarnos por la designación del doctor Alvear, cuyas condiciones personales son una garantía anticipada de un gobierno recto y ecuánime”. Claro que como bien lo destaca el historiador del que extraje estos párrafos: “Por ecuánime y recto debía entenderse un gobierno que no lesionase ningún privilegio oligárquico, y así fue”.
Lo cierto es que salvo algunos plausibles intentos en sentido contrario (sin olvidar, obviamente,el gran flujo de partidarios que en el 45 emigró hacia el peronismo), entre ellos la primera etapa del alfonsinismo, su brújula partidaria ha estado mayoritariamente orientada hacia la derecha. Logrando, lo que podríamos denominar, la desyrigoyenización del radicalismo, lo que los termina ubicando, mal que les pese, en un partido de centro-derecha.
No es fruto de la casualidad que de sus filas hayan surgidos “dirigentes” de la talla de: Lilita Carrió y Cobos por mencionar otros aspirantes presidenciales.
¿Y el justicialismo?
El justicialismo tiene lo suyo, sin lugar a dudas, o acaso Menem, Duhalde, Rodriguez Saá no se sienten extremadamente reconfortados con ubicarse en el mismo espacio geométrico que los mencionados anteriormente.
La diferencia radica en que tanto Néstor Kirchner, en su momento, como la presidenta Cristina Fernández no solo jamás se identificaron con la derecha; sino que, además, frustraron el avanzado intento de consumar "la desperonización" del justicialismo. Por el contrario, ambos reafirmaron sus principios fundacionales, esto es: la revalorización de la cuestión social con fines de justicia, la reafirmación de nuestra voluntad soberana como nación independiente, la integración latinoamericana conformando un bloque regional que procure mayores beneficios político-económicos para nuestros pueblos. En fin, bregando por un proyecto de país integral donde la exclusión social no tenga lugar en la Argentina. 
La tarea es harto difícil, son muchos los escollos pero no existen dudas que sería mucho más fácil, o más alentador al menos, contar no ya con una “oposición” menos mediocre, ni  menos mezquina, dada las circunstancias es demasiado pedir; pero si con mayor sentido de responsabilidad patriótica. ¿Pues, que eso es ilusorio? Tal vez tenga Ud razón.
Por suerte, para el país y su “gente” -como gustan decir ahora- soplan buenos vientos para la “Embarcación Argentina”  que con una Timonel de Lujo – ante la menor duda, contrástelo con la oposición- llegaremos al anhelado puerto a pesar de los obstáculos.
¡¡Chapeau!! Sra. Presidenta!!!

sábado, 4 de diciembre de 2010

Wikileaks, El País y la salud de nuestra Presidenta







Desde la semana pasada las noticias internacionales vienen ocupando la primera plana de los diarios del mundo como consecuencia de los informes “confidenciales y secretos” publicados por una página web cuyo propósito es difundir informaciones y videos desconocidos de orden gubernamental y que se conoce como Wikileaks.
El australiano Julián Assange, ex hacker y fundador de la página, se ha ubicado subrepticiamente en el puesto número uno de los enemigos de los EEUU; desplazando cómodamente a Bin Laden y sus acólitos por haber publicado una serie de documentos diplomáticos confidenciales.
Un claro ejemplo de ello fue la expresión vertida por la conocida líder del Partido Republicano, Sarah Palin: “Assange es peor que Al Qaeda”.
Verdadera manifestación de “una defensora a ultranza de la libertad de expresión”. Sería bueno preguntarnos si la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) ha publicado una solicitada en respaldo de Wikileaks ; aunque conociéndolos, seguramente, lo hará en defensa de la censura propiciada por Sarah Palín.
Pero volvamos a lo nuestro, lo cierto es que la publicación no se realizó en forma directa desde la página en cuestión, sino que se promovió un acuerdo con cinco de los principales diarios del mundo (Le Monde, Der Spiegel, The Guardian, The New York Times y el País) a los efectos de dar la correspondiente difusión.
Más allá de los reparos respecto de la veracidad de la información que estos periódicos pueden publicar -no olvidemos que de los diarios mencionados, tal vez el más confiable resulte ser  el británico- , es medianamente comprensible el “mentado acuerdo” para sobredimensionar no solo el contenido de los documentos; sino el papel central que desarrollo Wikileaks en la divulgación de los hechos.
No obstante, el problema radica en que son los dueños de esos mismos diarios quienes se reservan la documentación a publicar; si tenemos en cuenta que la totalidad de los informes superan el orden de los 250.000, es lógico prever hasta que punto “los primeros informes”  que se den a publicidad serán aquellos que respondan a intereses particulares de los diarios en cuestión.
Y aquí aparece un dato no menor, el único diario de habla hispana que forma parte del acuerdo ( pertenece al Grupo Prisa) es nada menos que El País, éste órgano gráfico español expresa intereses concretos de sus accionistas donde algunos de ellos son directores de sociedades de fondos de inversión libre o fondos de capital privado que toman participaciones temporales en otras empresas, con cuentas en distintos “paraísos fiscales” (ver “¿Quiénes son los quince miembros del Consejo de Administración de Prisa” http://www.rebelion.org/ , 29/11/2010 nota de Pascual Serrano) y que tienen fuertes intereses especulativos a escala mundial.
Nadie desconoce que el Grupo Prisa tiene intereses muy particulares en la Argentina; en cambio, sí es posible que algún distraído ignore que en julio de 2009 suscribió un acuerdo con “el periódico argentino” La Nación para la distribución conjunta de la edición global del diario hispano.
Indudablemente, un Grupo que esta presente en más de una veintena de países de Europa y América, que factura miles de millones de euros anuales, ha de tener una línea editorial identificada, en un ciento por ciento, con el pensamiento (neoliberal) que posibilitó su expansión.
En la Argentina, nos basta sintonizar radio Continental (su AM local) para observar  -exceptuando la audición de Víctor Hugo- que el grado de consustanciación  con el liberalismo económico de sus programas es, por demás, ostensible.
Y aquí se nos cierra el círculo, es decir: ¿ Porque tiene una palmaria posición antigubernamental el diario El País con respecto a la Argentina? ¿ Será acaso porque el modelo que hoy impulsa nuestra Presidenta esta en la antítesis del neoliberalismo económico? ¿ O porque además se encarga de difundirlo en todos los foros internacionales? ¿Porqué el diario La Nación se ha hecho eco de la preocupación por “la salud mental” de la Presidenta a la que hacía referencia, supuestamente, uno de los documentos revelados por el diario español?
Más allá de la pobreza intelectual –preocupante por cierto, por tratarse de una potencia mundial- de los autores de los difundidos informes, la inexactitud o irrelevancia de los mismos, la virtual mediocridad o falaz información expresada en ellos; lo cierto es que El País -con su socios locales: Nación y Clarín- han demostrado una vez más como se puede manipular una información para desprestigiar a un mandatario.
Y, por cierto, no cualquier mandatario, no olvidemos que la voz de Cristina Fernandez de Kirchner es -como consecuencia de nuestra recuperación económica- una de las más escuchadas en los Foros Internacionales, por más que les pese a algunos periodistas locales que suponen que estamos aislados del mundo.
Como vemos, El País y sus aliados, ponen el acento en cuestiones insustanciales para procurar beneficiarse con una “información” falaz.
Bien lo señalaba Luis Bruschtein en los comienzos de su nota publicada hoy (4/12/2010) en Página 12:
De los más de 250 mil cables que liberó Wikileaks, 2233 corresponden a la Argentina, o sea menos del uno por ciento. Sin embargo, El País (el único medio de habla hispana de los cinco que tuvieron acceso inicial a los cables) le ha otorgado un centimetraje de nota principal en tres de los cuatro primeros días del wikileaksgate. Una de dos: Argentina es uno de los países más importantes para los Estados Unidos o es uno de los más importantes para El País. Lo primero suena un tanto pretencioso. Argentina no es tan importante en el mundo, aunque así les pueda parecer a los argentinos. Entonces se trata de una decisión editorial del diario español, asociado en la Argentina con el diario La Nación, y dueño o socio en la propiedad de otros medios de comunicación, entre ellos Radio Continental.
No hace falta hablar más al respecto, ya conocemos los propósitos del Grupo Prisa; y también percibimos los propósitos de La Nación y Clarín que están destinados a ser voceros de “El País”. Pero no se confunda estimado lector, no estoy hablando de nuestra querida Argentina que, sin dudas, nos enorgullecería que así sea; sino del periódico español ese que, como es lógico, defiende sus intereses económicos con el servicio incondicional de los cipayos locales.
Ahora se me estan aclarando un poco más las cosas, y comprendo que cuando la diputada Carrió manifestaba a gritos por TN (Todo Noticias) que Clarín y La Nación “son la esencia de nuestro país” evidentemente, se estaba refiriendo al periódico español.

jueves, 25 de noviembre de 2010

La historia encubierta




Cuando hablamos de Cultura, en sentido restringido, nos estamos refiriendo al conjunto de conocimientos que una sociedad transmite y valora, y dentro de ellos, obviamente, desarrolla un papel preponderante la historia de la humanidad en general y, mucho más, la historia particular de la sociedad en cuestión.
De ahí que no es desacertado expresar aquello de que “La cultura es la memoria de los pueblos”. Por tal motivo, conocer la historia del país donde nacimos y donde desarrollamos toda nuestra existencia nos sirve no solo para comprender, en cierta medida, el resultado de lo que somos, sino para comprender el porqué construimos un país de éstas características.
A nadie escapa que la Francia de hoy no sería lo que es de no haber sido signada su historia por la Revolución Francesa, ni los EEUU serían  la primer potencia mundial (si bien es cierto, que su hegemonía esta cada vez más endeble) de haber triunfado el ejército sureño en la guerra de la secesión.  Obviamente, las distintas generaciones de franceses o de estadounidenses, según se trate, conocieron la verdadera historia de sus respectivos países. No es, precisamente, el caso argentino donde los que escribieron “la historia oficial” no lo hicieron desde una postura equidistante, sino desde una perspectiva teñida de subjetividad cuyo propósito consistía en establecer un marco histórico determinado, a los efectos de justificar exclusivamente los intereses de los vencedores.  
Es lo que Don Arturo Jauretche con la brillantez de análisis que lo caracteriza calificó como “Política de la historia”, es decir, una historia funcional al poder político de la época que, simultáneamente, permitiera preservar los privilegios de los grupos dominantes y ocultar al pueblo la veracidad de los hechos. Privando, de ese modo, que el pueblo extraiga  enseñanza alguna de la experiencia histórica.
Cualquier similitud con la realidad periodística de la Argentina actual, no es mera casualidad., la falsificación de la historia al igual que la informativa evita, por sobre todas las cosas, la formación de una conciencia nacional.
Un claro ejemplo de cómo se ocultaron ciertas epopeyas, e incluso la posición adoptada por nuestros más honrados próceres, es la Batalla de la Vuelta de Obligado y el profundo significado que semejante hecho histórico –de ser conocido- pudiere tener sobre la sociedad argentina.
Fue precisamente un 20 de noviembre de 1845, cuando las flotas de la armada británica y francesa deciden intervenir militarmente sobre la Confederación Argentina bajo la máscara de la mediación para poner fin a la guerra en la Banda Oriental.
Previamente exigir, a través de sendas notas, al Gobierno de la Confederación que retirara sus tropas de la Banda Oriental, como así también su escuadra naval dirigida por el Alte. Brown; ambas potencias deciden presentar un “ultimatun” al Brigadier Juan M. de Rosas. Éste, lejos de amilanarse, solicitó a la Legislatura de Buenos Aires la autorización respectiva para “resistir y salvar la integridad de la patria”.
Mientras esto sucedía Garibaldi con sus mercenarios extranjeros contratados y orientados por los unitarios se encargaba de sembrar el terror y el saqueo en lugares tales como: Colonia del Sacramento, Martín García, Gualeguaychú y Salto.
El “Acuerdo de Alcaráz” estaba en marcha con la anuencia de Urquiza y los Jefes Unitarios, bajo la supervisión de las potencias extranjeras; en el mismo se procuraba la independización de la Mesopotamia mutilando, de ese modo, el espacio territorial de nuestra querida Confederación.
Es dable recordar que ya se había logrado el reconocimiento de Paraguay como nación independiente –cosa que la Confederación no admitía- y lo mismo se pretendía hacer con Entre Ríos y Corrientes asegurando, en consecuencia, la libre navegación de sus ríos para la colocación de los productos provenientes, esencialmente, de Inglaterra. 
El Brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas decide, entonces, nombrar al Gral. Lucio N. Mansilla para conducir las fuerzas de la resistencia y en un codo angosto del río Paraná –ubicado en la localidad de San Pedro- conocido como la Vuelta de Obligado se instalan gruesas cadenas, de una orilla a otra, a los efectos de evitar la navegación de nuestros ríos interiores por parte de esos poderosos buques de guerra.
La sangrienta y desventajosa lucha no intimidó a nuestras fuerzas que tenazmente ofrecieron sus vidas para defender nuestra Soberanía.
El cruento combate cubrió de gloria a las fuerzas de la Confederación y si bien el saldo arrojó unos 300 muertos y 500 heridos de nuestro lado, la integridad de la patria quedó definitivamente resguardada.
Como bien lo sintetizó el Gral San Martín una vez conocido los hechos: “Hemos demostrado que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca”.
Semejante proeza hizo desistir a los invasores en seguir con sus propósitos, quienes terminaron reconociendo el Pabellón Nacional y abandonando la intervención militar directa para conquistar su anhelado mercado comercial.
Claro que, posteriormente, utilizaron nuevos métodos para "la conquista mercantil", pues, apelaron a “influyentes personajes nativos” que enrolados en el unitarismo -no olvidemos que muchos de ellos acompañaban a los invasores en sus buques como bien lo recordo la Presidenta- trabajaron más para garantizar el beneficio foráneo que para servir a la Patria.
No obstante, eso es otra historia que, al igual que la Vuelta de Obligado, también es preciso descubrir.
Pero para ello se requiere abrevar en fuentes fidedignas y no en aquellas adulteradas cuyo propósito –al igual que lo que acontece hoy con determinados periódicos- tuvo (y tiene) por objeto el ocultamiento de la verdad.
El presente de hoy es la historia de mañana, de ahí que no debe sorprendernos que aun subsistan personajes políticos que, al igual que los unitarios de aquél entonces, trabajen en desmedro del interés de la patria. Quizá eso sucede porque aún en el siglo XXI, muchos argentinos ignoran todavía la verdadera historia.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Es la política estúpido

                                      El momento de la discusión y luego la agresión de la diputada Graciela Camaño a su par Carlos Kunkel




Aquella conocida frase de James Carville, asesor demócrata de Bill Clinton: “Es la economía estúpido” que éste último utilizó en su campaña electoral de 1992 para centrar el eje de la discusión pública sobre éstas cuestiones y, de ese modo, proyectarse victoriosamente hacia la Casa Blanca; es factible de ser aplicada en nuestro país pero con una modificación sustancial.
Digamos que adaptada a nuestra vigente realidad sería: “Es la política, estúpido”.
Cualquiera podría llegar a suponer que la frase expresa, en cierto modo, el mismo significado que en el país del Norte, pero evidentemente no es así.

Si esa misma expresión fuere empleada hace una década atrás, lógicamente no hubiere habido necesidad de modificarla pero, en los años que corren y, atendiendo a que hemos tenido desde el año 2003 un gobierno que ha puesto a la economía en el lugar que le corresponde, esto es, subordinada a la política, la adaptación es inexorable.
Lo interesante de la frase en cuestión, no consiste en convertirse en un lema publicitario con vistas a ser utilizado en las elecciones del próximo año, sino en tornarse en una frase referencial para que determinados “periodistas de la decadencia” comprendan el porqué de la nula repercusión que tienen sus falaces diatribas antigubernamentales fuera del círculo al que pertenecen.
De ese modo evitaríamos que sus nervios les jueguen una mala pasada y, automáticamente, esto permitiría una merma en  “sus niveles de crispación” comprendiendo un poco más lo que viene aconteciendo en la República.
Uno de estos turbados periodistas –debo confesar que, en este caso, no sé si es por sus nervios o por su penuria intelectual- es Luis “Pocas luces” Majul que viene acompañando con sus insustanciales declaraciones la insistente crítica maliciosa hacia la gestión de gobierno.
Majul un periodista que hizo su arribo a la TV a principios de la década del 90 que, como no podía ser de otra manera , realizó su debut televisivo en TN (Todo Noticias Grupo Clarín), expresa fielmente el paradigma periodístico dominante en aquellos años.
Por cierto, no se trata de descalificar la persona de alguien por haber iniciado su carrera en una Corporación que, abusando de su posición dominante en el terreno de la información, desnaturaliza la veracidad de las noticias, inventa otras o, en el mejor de los casos, la oculta con la deliberada intención de promover sus negocios.
Sin embargo, una cosa es trabajar como periodista en cualquier medio, aun una poderosa corporación, y desarrollar una labor profesional sustentada sobre la base de los pilares de la verdad y la honestidad intelectual, y otra muy distinta es reemplazar los mentados pilares por otros que tienen por objeto asociar la rentabilidad individual a la de la empresa, aun a expensas de desennoblecer la labor periodística. 
De todas maneras, buena parte del autodenominado “periodismo independiente” ha suprimido de su escala de valores -si bien es cierto que muchos de ellos, jamás lo han incorporado- el concepto de dignidad lo que, en última instancia, conduce a un creciente desprestigio de la profesión.
Pero volviendo al mencionado periodista,  podemos señalar que es un fiel representante de “el periodismo noventista”, el de “la pizza y champagne”, el que en ciertos aspectos promovió la farandulización de la política, la entronización de la tecnocracia económica (bueno es tener presente que muchos de los gurúes económicos que desfilaban en los medios podían desarrollar falaces elucubraciones por la escasa formación, no tanto técnica sino política, de esos periodistas) , el de la superficialidad de las noticias, el de la negación de la búsqueda de la verdad, etc. etc..
Obviamente, esa mediocridad de la información –y en eso eran conscientes los propietarios de los grandes medios- tenía por objeto tres cuestiones: -“Desinformar” a la población, acentuar el descrédito de la política –de tal manera que la sociedad no se interiorice, ni se formule interrogantes respecto de lo que sucedía en el país, por ej., con el vaciamiento del Estado- y fomentar aquellos programas televisivos que de algún modo centraran la atención de la gente en cuestiones estrictamente triviales. 
Por un lado, era la época donde todo se banalizaba, donde lo insustancial se adueñaba de la comunicación mediática, donde alcanzaban picos de rating significativos programas tales como: Almorzando con Mirta Legrand, Hola Susana, El Show de Videomatch, La Noche del Domingo, por citar solo algunos de ellos.
¿Y la política? 
Bueno, aquél que tozudamente quería “informarse” del quehacer público no tenía más opciones que sintonizar el programa del dúo mediático que más daño le ha hecho al país, el conformado por Neustadt-Grondona que, con la participación diaria de la familia Alzogaray, nos comentaban las maravillas de haber ingresado al Primer Mundo de la mano del presidente Menem.
Lo cierto, es que muchos “periodistas” se fueron forjando al calor del clima dominante en aquella época; claro que, el grado de absorción de esa atmósfera de mediocridad
y su repercusión sobre el intelecto dependía de la formación y la capacidad de comprensión de cada individuo en particular.
Sin dudas, no faltaban aquellos que poseyendo una sólida formación y, por ende, elevados niveles de comprensión contrajeron el “virus de la mediocridad” a cambio de jugosas sumas de dinero. Indudablemente, no todo el periodismo ha sido cómplice de la “contaminación informativa”; un buen número de periodistas que honran la profesión tuvieron que sufrir el ostracismo y, otros atrincherarse en los escasos medios informativos que resistían el avance contaminante.
No es éste el caso de “Luisito pocas luces” Majul que, como anteriormente decíamos, es la expresión periodística más acabada del ejercicio de la profesión en aquella época.
Sin embargo, visto a la distancia, podemos concluir que sobre el “famoso” periodista no solo hizo mella la mediocridad de los noventa, también tuvo la fortuna de ver cubiertas sus necesidades bolsillezcas por la “filantropía” de la  corporación mediática.
Y así montado sobre el carro de la superficialidad emprendió su, inesforzado, camino a la fama.
Es lógico suponer que aquellos que, en determinado momento, creyeron en la prédica de Fukuyama bajo el auspicioso anuncio de “el fin de la historia” se sentasen cómodamente en el sillón de los famosos para observar como ese final les reservaba un lugar de privilegio en la Galería de Periodistas.
Así, perseveraron plácidamente en la faena de lo insustancial; eran tiempos en que no era preciso ahondar en el trabajo periodístico concienzudo, no era preciso revalorizar el ejercicio reflexivo –si bien en el caso particular, nos quedan sobradas dudas de que pudiese ejercerlo-, y mucho menos hablar de periodismo de investigación.
Esas cuestiones dejémosla para periodistas de la talla de Rodolfo Walsh, Rogelio García Lupo, Emilio Corbiere, Osvaldo Bayer, Horacio Vertbisky, por citar solo unos pocos.
De ahí que como dijera Víctor Hugo: “Llamar de investigación al (último) libro de Luis es faltarle el respeto al periodismo de investigación”.
Yo añadiría llamarle “periodismo” a lo que hace Majul es faltarle el respeto a la profesión.
Así sus escritos  y sus libros -tan superficiales y fatuos como sus análisis- pueden jactarse de decir por ejemplo, en La Iluminada:

“Elisa María Avelina Lilita Carrió es un fenómeno único. No hace las cosas como una política tradicional. No concibe su carrera como un juego consciente de postas que empezó con la ocupación de una banca para reformar la Constitución en 1994 y podría terminar con el cargo de Presidente de la República Argentina. No tiene acuerdos con los grandes medios de comunicación. No tiene el poder político del presidente Duhalde ni el dinero para la campaña del ex presidente Menem. Ella cree, de veras, que Dios desea utilizarla como un instrumento para cambiar el Destino. Ella no tiene dudas: lo suyo es un Acto de Servicio (así, con mayúsculas). Una Misión Divina
                       
Por cierto, el libro fue escrito en el 2003 y, dable es reconocer que, han pasado siete años desde entonces. Motivo por el cual, es lógico presumir que, la crisis energética que en algún momento tanto predecía la diputada Carrió -y que no tuvo lugar en los hechos- en vez de afectar al consumo público, pues, terminó colapsando sobre “su propia usina neuronal” que, a raíz de ello, funciona intermitentemente y con alto riesgo de convertirse en un apagón generalizado.
Sin embargo, la “radiante” fascinación que la figura de Lilíta ejerció -y ejerce aun- sobre Luis, lo llevó a escribir ese texto; pero sus coincidencias no han sido solo místico-ideológicas; sino también financieras; ya lo hemos manifestado, ambos son funcionales a las corporaciones y no en forma gratuita. Pues, a uno le pagan sosteniendo un programa intrascendente y, a la señora la mantienen recurrentemente en la pantalla de TV para que vierta su andanada de críticas infundadas sobre un Gobierno que cometió la osadía de recortarles sus negocios.
Ahora bien, el problema que se le presenta a Majul y también a su entrañable y admirada amiga “dipumediática”, es que a mayor nivel de politización social mayor es el nivel de exigencia del telespectador. Por ende, se requiere más contenido, más profundidad en lo que a programación se refiere y eso Majul no esta en condiciones de desarrollarlo lo que, finalmente, puede determinar su desaparición de la pantalla cuando los ejecutivos de la empresa para la cual trabaja, comiencen a pensar más en el rating -para subir sus ventas publicitarias- que en dañar la imagen del gobierno.
En cuanto a la diputada debería comprender que es preciso evitar “el show mediático denunciativo” sin sustento real –al que nos tiene acostumbrado- porque a mayor nivel de politización, mayor es el nivel de análisis de la población.
Por lo tanto, la perdurabilidad política basada en el “efectismo mediático” ya alcanzó su techo de credibilidad. De ahí que sea insuficiente montar todo “un espectáculo” para engatusar a la gente.
Sin embargo, el deseo sigue procreando el pensamiento de estos personajes que no se atreven a contemplar la “dura” y, a mi juicio, gratificante realidad 
Solo basta observar las últimas entrevistas realizadas por “Luisito” a la pitonisa Carrió para comprobar que -luego de la mamarrachesca farsa en diputados en torno a la sesión que impidió la aprobación presupuestaria- estos referentes de la argentina de la decadencia, continúan con la fábula sin percatarse que la audiencia televisiva solo los mira, no ya para informarse porque no son creíbles; sino para observar con cierta indulgencia las banalidades que expresan para defender los intereses corporativos.
No obstante, la última afirmación de Majul exteriorizada en el último de sus programas:  “Con la muerte de Kirchner se fue el miedo”, solo cabe en boca de un mal parido o de un estúpido contumaz y, sinceramente sin ánimo de defenderlo, me inclino por esto último. 
Solo un idiota –o un H de P-  puede suponer que el ex presidente Kirchner necesitaba infundir miedo para que se reconociese su gestión política; el pueblo –al que ellos denominan “la gente” y del que se tienen que ocultar para no recibir pruebas de absoluto rechazo- ha dado muestras más que suficientes de apoyar a este gobierno que ha desenmascarado a los poderes reales y garantizado la existencia de un clima de libertad para muchos y no para unos pocos como pretenden estos afortunados mediocres.

Yá Majul, en su afán descalificativo había vertido la siguiente opinión una vez que la Presidenta anunció el avance en las negociaciones con el Club de Paris:

 “Si todavía alguien guardaba una mínima esperanza sobre la idea de que la muerte de Néstor Kirchner iba a cambiar el clima de la Argentina y el estilo de gobierno, esa módica expectativa se vino abajo con los anuncios de la última cadena nacional. En no más de doce minutos, la Presidenta, por momentos con la voz entrecortada por el recuerdo de su compañero, volvió a demostrar que no tiene la mínima intención de negociar o consensuar nada con la oposición. Y que a los argentinos nos espera más de lo mismo: nuevos anuncios sobre anuncios que ya se hicieron y no se cumplieron; golpes de efecto para sacar de la agenda los asuntos inconvenientes, como las ofertas de dinero a los diputados para aprobar el presupuesto oficial, y uso discrecional de los fondos públicos, como si la plata del Estado fuera de la primera mandataria o de los ministros. La única diferencia entre el ex presidente y Cristina Fernández es que el primero manejaba con mano de hierro las negociaciones sensibles, y las ofertas políticas y económicas se hacían con más cuidado y anticipación. Ahora, las ‘propuestas indecentes’ las formulan varios interlocutores y la superposición de gestiones las hace menos ‘efectivas’ y más escandalosas”.

Al parecer la desaparición física de Nestor Kirchner despertó en “el bueno” de Majul una mínima esperanza. Que el mismo destaca: “se le vino abajo” cuando la Presidenta ratificó el rumbo del modelo de país.
Solo un “descerebrado” podía ilusionarse con un cambio de rumbo, máxime cuando el pueblo en su gran mayoría respalda éste. Lo más sorprendente es que habla “de los argentinos” como si todos nos identificáramos con su "hilo de (sin)razonamiento". Majul no ofendas  más nuestra inteligencia!!
Luego de querer enlodar al gobierno con una operación montada, nos habla de la necesidad de consensuar.
¿Que es lo que se puede “consensuar” con una oposición de estas características? Además, quienes respaldamos a este gobierno -que por otra parte, tiene una elevadísima legitimación de ejercicio- sabemos perfectamente como los medios “non sanctos” desnaturalizan el verdadero significado de los términos.
De tal manera que lo que ellos llaman “consensuar”, no es otra cosa que aceptar los condicionamientos que las corporaciones quieren imponerle al gobierno “democráticamente”.
Las embusteras denuncias que se han realizado y las contradicciones manifiestas en las declaraciones efectuadas por el mamarracho opositor, ponen de relieve hasta que punto la oposición tiene una verdadera voluntad de consensuar y como, periodistas como Majul, trabajan para la concreción de ese consenso.
Un claro ejemplo de que estos personajes trabajan, con esmerado esfuerzo, por evitar “la crispación en la sociedad argentina” es no solo el show montado por la diputada Carrió y sus adláteres, o las apaciguadoras frases de Majul en relación a la muerte del ex presidente; sino también, las caricias manuales que la diputada Camaño desplegó sobre el rostro del sorprendido diputado Kunkel. 
De ahí que, no podemos dejar de reconocer que, algo esta cambiando en nuestro querido país y es hora de que te enteres Luis: Es la política estúpido!!

martes, 16 de noviembre de 2010

Un mamarracho llamado oposición


                      







Los argentinos somos muy proclives a padecer la “ilusión de los espejos” que consiste en observar los cambios que, paulatinamente, se vienen desarrollando en “los demás”; sin reparar en aquellos que se vienen ejecutando sobre nosotros mismos.
En principio, podríamos decir que se trata de un síntoma natural, después de todo cuando uno contempla su rostro diariamente a través de un espejo, se tornan imperceptibles las variaciones que sobre el mismo se vienen produciendo con el transcurrir del tiempo.
No obstante, y más allá de las apariencias, carece de verdadera utilidad recordar los cambios operados sobre nuestra fisonomía, excepto, aquellos que estén relacionados con nuestra salud individual.
Sin embargo, si tienen una significación especial aquellos que de una forma u otra, inciden (o incidieron)  sobre nuestra persona, sobre nuestra identidad, sobre nuestra propia historia; es decir, sobre lo que somos.
Ya lo decía el célebre Ortega: “El hombre no tiene esencia, tiene historia”.
Y es, precisamente, la historia quien nos conduce sobre senderos inesperados que terminan condicionando de algún modo el resultado de nuestro auténtico ser.
Lo mismo acontece con nuestra querida Argentina.
Solemos carecer de memoria histórica, lo que nos conduce inevitablemente a ignorar mucho de los males que nos aquejan o, peor aun, a no distinguir las fuentes generadoras de los mismos.
Bien señalaba Albert Camus cuando decía “El hombre común identifica el mal de la época por sus efectos y no por sus causas” y, confundir el efecto con la causa puede ser letal para cualquier sociedad.
De ahí que muchas veces -por no decir casi siempre- quienes procuran encubrir sus verdaderos propósitos producen determinados efectos para entorpecer la individualización de la causa. De forma tal, que no se descubra su verdadero interés.
En nuestro país, ya ha quedado, medianamente, al desnudo el verdadero conflicto de intereses que existe entre determinados grupos hegemónicos detentadores del poder económico y el modelo de país que impulsa el gobierno nacional.
La disputa en ese terreno se ha desarrollado de manera ostensible en determinadas circunstancias, por ejemplo durante el envío y aprobación de la ley de medios al  Congreso, y en forma solapada en la gran mayoría de los casos.
Claro que, así como hace 30 años los "sectores del privilegio" fueron los mentores ideológicos del entonces catalogado “golpe militar” ocultando su participación manifiesta -recién ahora, buena parte de la ciudadanía se esta enterando que se trato de un “golpe cívico militar-, precisamente hoy, esos mismos sectores impulsados por idénticos intereses mezquinos están tratando de evitar que un modelo de equidad se afiance y se profundice en la sociedad argentina.
Para ello cuentan con poderosos pero no creíbles auxiliares externos, léase la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y un vasto ejército de voluntarios locales dispuestos a desarrollar toda una “mise en scene” para lograr sus perversos fines.
Dentro de esta trouppe de simuladores voluntarios al servicio de la confusión casuística encontramos un sinnúmero de personajes que, desplegando sus “destrezas” al servicio de estos poderosos, tienen por misión obstaculizar y destruir, en lo que este a su alcance, el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández.
Obviamente, si hablamos de misión, la figura emblemática en esta tarea es la desplegada por la fundamentalista del odio, la diputada Elisa Carrió y la camaleónica discípula Patricia Bullrich con sus compañeros de bancada.
Claro que, este conglomerado malicioso no sería suficiente para tamaña misión, porque además de actores, se requiere de un relativo número de guionistas que estén dispuestos a redactar los pertinentes “cuentos de ciencia ficción” con el propósito de brindar un marco de "realismo" -mágico, por supuesto-  que refuerce el impacto de “los efectos o declaraciones especiales”. Que, una vez consumado, podremos observar,  reiteradamente en las pantallas de TN, o en su defecto, leer en las editoriales de los periódicos Clarín, La Nación o Perfil.
Estas sobreactuaciones infames las hemos visto durante el debate previo a la aprobación de la ley de medios audiovisuales y, posteriormente, durante la denominada “causa Sadous” que fue una“innovación ficcional” sostenida por “la oposición” para dañar la imagen gubernamental. No reparando que en verdad, con esas mentiras, le estaban causando un extremado daño a los negocios comerciales de la Argentina sin el más mínimo asidero.
La misma metodología utilizada oportunamente, se ha puesto en práctica para obstaculizar la aprobación del Presupuesto Nacional.
Ahora, con la finalidad de no aprobar el presupuesto inventan sobornos a través de mensajes de texto!!
Como si alguien fuese tan estúpido de querer sobornar a persona alguna por intermedio de mensajitos de texto!! Sin dudas, apelar a semejante metodología es no querer quedar en el anonimato. Los autores del supuesto delito, tienen la fortuna de que los legisladores de la oposición no quieren divulgar sus nombres!! ....Pero por quien nos tomaron???!!!
O como el médico Nelson Castro, al que le sugiero visite un neurólogo, cuya fuente para escribir un artículo es “habría sido un legislador que le dijo supuestamente a otro legislador”, que al parecer le dijo al mismísimo Nelson Castro que........Que poco serio todo esto!!
Ni hablar de Patricia Bullrich que dijo leer uno de “los mensajes de texto” donde se leía, según sus palabras: “pedí lo que quieras” a un legislador.
Tal vez, era la esposa –por no pensar en una amante- del respectivo legislador que le estaba sugiriendo que hacer de comida.
Pero más tragicómico resulta que después de haber leído el mentado mensaje no recordaba a que legislador se lo habían enviado, porque según ella, leyó como quince o veinte mensajes.
Ahora, si es cierto que leyó veinte mensajes: ¿Solo ese que no dice nada es el que recuerda? ¿Ninguno con un ofrecimiento concreto? Que poca imaginación Bullrich, ni tu familia te creé lo que venis diciendo.
Evidentemente, ni Bullrich, ni toda la oposición anti-K, ha reparado en que aún impidiendo la aprobación del presupuesto, el gobierno tiene la posibilidad de conducirse con el presupuesto aprobado durante el año anterior. Con el agravante que, en ese caso, el Jefe de Gabinete puede asignar los fondos de las partidas discrecionalmente, hecho éste que posibilita manejar los fondos a piacere, cosa que no es para alarmarnos porque el actual gobierno a dado muestras más que suficientes de conducirse con responsabilidad.
Magneto, un consejo de opositor: no le pagues tanta guita porque con estos actores y con estos escribas, cada vez menos creíbles, vas directo a la bancarrota!!!
Bromas aparte, esta es la dirigencia que conforma eso que se da en llamar “la oposición”, la misma que, en otros tiempos, colaboró con el sistemático derrumbe argentino y nos condujo al default económico.
Mientras que, por el otro lado, tenemos a una Presidenta que  no solo anunció un acuerdo con el Club de París sin la intervención del FMI, que nos permitirá salir del default definitivamente; sino que además brega incesantemente por hacer de nuestro país, una nación industrializada.
Es bueno apelar a la historia y recordar las palabras de Paul O’Neill vertidas a finales de 2001 cuando se le cerraban las puertas al país para obtener auxilio financiero:
“Ellos –por los argentinos- no tienen una industria de exportación que valga la pena. Y así les gusta. Nadie los obligo a ser lo que son”.
Los dichos pertenecen al entonces Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, durante la administración de Bush, quien además añadía: “ Un default de Argentina no detonará una crisis mundial” minimizando aun más, nuestro ser en el mundo.
De ese modo los recursos financieros no llegaron y por más que los " serviles políticos” de entonces –muchos de ellos integrantes de la actual oposición- alegaran que Argentina había acompañado a EEUU en la Guerra del Golfo, que se había encolumnado detrás de las posiciones de USA en la ONU, a favor del bloqueo a Cuba, etc.,etc., la indiferencia fue total.
Que notoria diferencia con lo que acontece en la actualidad, el país hace oír su voz en todos los foros internacionales y no para decir lo que quieren escuchar los de afuera; sino para expresar lo que conviene a los argentinos.
Bueno, no a todos los argentinos, ya sabemos que “la oposición” quiere retornar a viejas épocas; sino basta ver el presupuesto alternativo presentado por Prat Gay –ex ejecutivo de JP Morgan- que añora sus épocas de Presidente del Banco Central en el año 2002.