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lunes, 30 de enero de 2012

Epícteto, Chavez y la construcción de la realidad

                           





Cuan acertado estaba Epícteto cuando pronunció aquella frase que dice: “No es la realidad la que nos preocupa, sino la opinión que tengamos de ella”.
Han pasado muchos siglos desde entonces; sin embargo, es pasible de ser aplicada perfectamente en los tiempos que corren. Precisamente, no son pocas las veces en que los medios de comunicación masiva se encargan de difundir opiniones o rumores –y como tales, desprovistos del minucioso análisis respectivo- que sin ajustarse a la realidad terminan generando un clima de preocupación en buena franja de la humanidad.
El problema es que instalada esa preocupación, comienzan a florecer un sinnúmero de “rumores” al respecto que culminan asignándole a la cuestión una envergadura de tal magnitud que un “hecho inexistente”, como por arte de magia termina cobrando vida. Es por ejemplo lo que aconteció con la conocida invasión a Irak que tras una andanada de infundadas opiniones sobre la supuesta “posesión de armas químicas” por parte del, entonces, gobierno de Saddam Hussein se alarmó a la opinión pública mundial para de ese modo “justificar” una intervención militar en el lugar. Claro que detrás de esos rumores había una intencionalidad oculta (que luego devino manifiesta) enderezada a controlar una zona rica en recursos petrolíferos con el añadido de desencadenar una guerra que, como todos sabemos, es condición indispensable para promover el multimillonario negocio armamentístico.
Así vemos como en "el proceso de construcción de la realidad” una opinión (o un rumor) absolutamente inverosímil puede generar “un hecho concreto” del cual este pendiente –cual si fuese veraz- la opinión publica en general.
En nuestro país, este tipo de procedimientos ha sido muy usual; en no pocas ocasiones los medios de comunicación daban curso a rumores sin asidero –algunas de ellas meras opiniones- que luego, sin fundamento alguno, terminaban cobrando cuerpo en la realidad. Sin ir más lejos basta recordar cuando a comienzos de éste siglo nos tenían en jaque expresiones como: “el riesgo país subió o subirá”. Pues, era suficiente escuchar esa frase para que inmediatamente los desequilibrios ya existentes en nuestra economía se acentuaran sin interrupciones. Lo peor del caso era que la mayoría de las veces ni siquiera se esperaba “la notificación” de las agencias calificadoras de riesgo (partícipes necesarias en la generación de la crisis internacional y, por ende, nada creíbles); sino que bastaba que alguno de los tantos “gurúes” de la trouppe de tecnócratas de la economía que desfilaban por televisión profetizara la supuesta merma en la calificación para que “el mercado” entrara raudamente en pánico.
Claro que esa deliberada turbulencia de la estructura económica-financiera permitía que unos pocos aprovechasen la ocasión para realizar suculentos negocios y, obviamente, los propietarios de los grandes medios de comunicación no permanecían ajenos a ese provecho.
La disputa desatada hace años entre el gobierno nacional y el mayor multimedio  de la argentina (Grupo Clarín) ha posibilitado que quedara al descubierto el verdadero interés de los medios periodísticos locales, que –salvo honrosas excepciones- no ha sido precisamente el de perseguir la verdad. No obstante, es dable reconocer que ese comportamiento no es privativo de los medios autóctonos; por el contrario, como bien destacamos anteriormente, es una práctica generalizada por las corporaciones mediáticas internacionales.
Y sino veamos el caso de la noticia publicada hace escasos días por el periódico español ABC donde se anuncia prematuramente, la supuesta muerte del presidente venezolano Hugo Chavez. Según el mencionado periódico el fallecimiento del líder bolivariano se producirá en aproximadamente ocho meses o un año conforme a “los dictámenes médicos”. Claro que cuando se les consultó la fuente de donde provenía semejante información, se limitaron a decir que alguien allegado al equipo médico les proporcionó la misma. ¿Tal vez haya sido un camillero, una enfermera o el portero del sanatorio donde se prestó asistencia médica al presidente venezolano? Vaya uno a saberlo.
Después se dijo que el informe había sido obtenido pòr una agencia de inteligencia europea que mantenía contactos con personas que tenían acceso al equipo médico del presidente venezolano. Vaya paradoja, es menester preguntarse: ¿Desde cuando las "agencias de inteligencia" se encargan de difundir públicamente  hechos o datos que se ajusten a la realidad? En consecuencia, porqué confiar en ellos.
O quizá las fuentes confiables a las que recurre el diario español sean similares a las que suele acudir un médico argentino dedicado al “periodismo” que, sin ruborizarse, nos dice que la información la obtuvo del “amigo de un amigo de alguien allegado al poder”. 
Lo cierto, es que no hace falta ser muy perspicaz para reparar que ante la proximidad de los comicios en Venezuela el periódico español lanza un infundado rumor a los efectos de deteriorar la imagen de Hugo Chavez. El mendaz mensaje sería: “No vote usted al presidente Chavez porque le quedan escasos meses de vida. O en su defecto, llegará tan deteriorado que no se encontrará apto para desarrollar un buen desempeño".
Sin duda, la ética informativa no es un condicionante para esta clase de periódicos y no reparan que este proceder inescrupuloso termina causando un grave daño al periodismo.
Pero claro, al fin de cuentas, la concepción del periodismo que profesan estos señores esta reñida con la verdad y solo asociada a sus intereses patrimoniales. De ahí que, si es preciso “inventar la realidad” no vacilan en hacerlo; lo importante, para ellos, es la "opinión" que la mayoría de la gente tenga de ella y de esa forma sacar provecho de la oportunidad.
Por suerte para los venezolanos “la profecía de ABC” esta lejos de materializarse.
Por suerte para los argentinos la “creencia” en los medios ha dejado de ser ciega.
Solo resta esperar que la población mundial se preocupe por la realidad y no por la deliberada opinión que fabrican los multimedios. Ya que cuando ello suceda, la posibilidad de construir un mundo más justo estará a nuestro alcance.

martes, 10 de enero de 2012

La salud de la Presidenta, las hipótesis y el deseo





Desde hace días, y a raíz de la anunciada (y ya por suerte superada) intervención quirúrgica de la presidenta, los medios de comunicación no cesan de hablar de un supuesto error de diagnóstico por parte de los médicos que aconsejaron dicha práctica. El motivo de la “discusión mediática” obedece a que en una primera instancia los endocrinólogos actuantes pronosticaron la hipótesis (si leyó bien, hipótesis) de que un carcinoma podía afectar la glándula tiroides de nuestra presidenta y, posteriormente, una vez efectuada la práctica médica resulto ser, algo menos inconveniente, un adenoma.
Ambos son tumores –conforme a lo que señalan destacados especialistas- con la diferencia de que éste último al ser benigno, no se expande, no genera ramificaciones; es decir, “no invade tejidos adyacentes, ni vasos sanguíneos, ni linfáticos y no produce metástasis”(1).
Es indudable que el proceder de los especialistas, al momento de formular el "cuestionado" diagnóstico, obedeció a una actitud correcta. Pues, los médicos formulan hipótesis, y dentro de esas hipótesis se contempla todo el abanico de posibilidades susceptibles de ser encontradas ante determinado cuadro de situación. Desde las más remotas hasta las más manifiestas, y esto es absolutamente lógico, ya que las certezas absolutas no existen en ningún campo de la actividad humana y, mucho menos, en el terreno de la medicina. Por otra parte, no exponer la totalidad de los supuestos posibles, sería mucho más grave y pernicioso que hacerlo.
Sin embargo, para la mayoría de “los periodistas” de los grandes medios –donde muchos de ellos “tocan de oído” los saberes de su profesión; no me quiero ni imaginar cuanto “tocan” en medicina- se sienten con extremada autoridad para cuestionar el diagnóstico formulado por esos notables especialistas.
¿Esto nos lleva a reflexionar sobre el porqué de esta actitud del periodismo? ¿Porqué ciertos “periodistas” piensan que los médicos intervinientes deberían justificar sus dichos como consecuencia de no haber sido un carcinoma?
Y la única respuesta que se nos ocurre es que, lamentablemente, muchos de ellos son tan fatuos que terminan subordinándose a aquella regla de oro que rige habitualmente la cabeza de los mediocres, donde: “el deseo es el padre del pensamiento”.
Pues, no hay otra forma de ver las cosas, al parecer insisten tanto con el tema que no queda otra que imaginarnos que podrían estar molestos porque no se trato de un carcinoma.
Lo notable, es que aquellos que, en realidad, sí temíamos por la salud de nuestra presidenta recibimos la noticia con alegría, y en ningún momento se nos hubiese cruzado por nuestras mentes cuestionar a los médicos por su hipótesis.
En todo caso a los mentados médicos se los debería evaluar por sus praxis y, a juzgar por el resultado -que después de todo, en casos como éste, es lo único que importa-, el proceder de los mismos ha sido excelente.
Como vemos los “heraldos de la democracia”, “los respetuosos de las instituciones”; no son tan tolerantes con ciertas profesiones, ni tampoco respetan mucho a los hombres (y mujeres) especializados, en este caso en el terreno de la medicina.
Tal vez por que sus inconfesables –pero palmarios- deseos son cada vez más fuertes y esto no es cosa sencilla. Ya que con el tiempo (no olvidemos que restan por lo menos cuatro años de mandato), esto puede ocasionarles trastornos agudos, si es que ya no los tienen. Después de todo un deseo reprimido insistentemente, altera la subjetividad del sujeto.
Y ajustándonos a los reiterados hechos: ¿Quien puede descartar que nuestros psicólogos descubran, en un futuro no muy lejano, el “síndrome o trastorno del periodista independiente”? Sin duda, nadie podría desecharlo; pero no se alarmen, al fin y al cabo, .....es solo una hipótesis!!!

(1) Dr. Hugo Boquete Presidente de la Sociedad Argentina de Endocrinología. Pagina 12 10/01/2012