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lunes, 23 de marzo de 2015

Los devotos del dios Jano no hablan de ciertas cosas.






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A escasos dos meses de la muerte  del fiscal Nisman la situación lejos de esclarecerse cada vez se torna más confusa. No obstante, el manto de sospecha que pretendió instalarse sobre la responsabilidad del gobierno en lo concerniente a la “muerte dudosa” -tal cual se halla caratulada la causa judicial- se ha desvanecido por completo y solo aquellos que manifiestan un odio visceral hacia la gestión presidencial pueden seguir sembrando algún tipo de vacilación al respecto.
Por cierto, a excepción de los incautos consuetudinarios y los abanderados del prejuicio, pocos pueden desconocer que esas “dudas” son el resultado de una construcción mediática cuyo  propósito genuino se orienta a mancillar la reputación del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
 Claro que en el lento proceso del desarrollo de las investigaciones judiciales van saliendo a la luz una serie de cuestiones que sin tener relación directa con la causa, son de suma utilidad para debilitar aquellas expresiones que, a través de los medios de comunicación, se han vertido con la firme intención de “construir” una imagen heroica del fallecido fiscal.
Evidentemente la línea fronteriza entre la vida privada y la vida pública de un funcionario siempre es lo suficientemente delgada; de ahí que en ocasiones se torne absolutamente imperceptible.
Es obvio que la vida particular de toda persona no debe ser visibilizada bajo el prisma de la moral, como bien lo recordaba Alain: “la moral nunca es para el prójimo”, ya que ser moral es ocuparse de su propio deber.
Y lejos de nuestro ánimo esta convertirnos en “moralistas”, esto es, en ocuparnos del deber de los demás. Por el contrario, nos acogemos al principio de reserva que sabiamente consagra nuestra propia Constitución: “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden, ni a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero están solo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”.
Ahora bien, cuando esas acciones guardan, así fuere, un mínimo de relación con la ética pública la cuestión es absolutamente distinta. Y esto es lo que acaba de despuntar a raíz de la disputa que vienen sosteniendo la parte querellante representada por la ex esposa del fiscal y el representante legal del único imputado en la mencionada causa.
Para aquellos que oportunamente se sorprendieron con la denuncia formulada por el fiscal -nos referimos al Memorando de Entendimiento con Irán y la sospecha de “encubrimiento”- y que una vez conocido su contenido demostró ser  una “cáscara vacía” pero de estridente ruido mediático (que no solo terminó ocasionando una convulsión institucional injustificadamente; sino que dañó la imagen de nuestro país en el exterior deteriorando, prima facie, la gestión gubernamental y el reconocido prestigio internacional alcanzado legítimamente en materia de derechos humanos); contemplar ahora, y retrospectivamente, las notorias irregularidades en el proceder del extinto representante del ministerio público resulta extremadamente repulsivo.
Ya que no solo impulsó una denuncia inconsistente, que por otra parte se contradecía con otros de sus escritos, lo que determina cierto recelo sobre su grado de escrupulosidad; sino que además no vaciló en utilizar los fondos específicamente destinados a la investigación para beneficio personal o para vacacionar en las playas del Caribe durante los días de cumplimiento de su labor.
Es ostensible que el comportamiento del ex fiscal, luego de salir a la luz estas cuestiones, además de evidenciar una irresponsabilidad manifiesta; pone en evidencia una suerte de doble personalidad del fenecido funcionario. Una especie de Jano bifronte que irremediablemente terminó fagocitando su frágil y precaria “credibilidad”.
Sin embargo, más nauseabundo resulta observar de qué manera el conglomerado mediático opositor intentó instalar en la población argentina la idea de heroicidad del ex funcionario judicial. Contrastando la figura del supuesto “héroe” benefactor  (hasta convertirlo, entre otras cosas, en el símbolo de la “Justicia” -en verdad de la “ortodoxia judicial-  en su enfrentamiento contra el gobierno) que aparecía en escena para rescatar a la “República” de las garras del “corrupto y nefasto” Poder Ejecutivo.
Si uno hiciere un ejercicio teórico e imaginase que la crisis provocada por “semejante denuncia”  hubiere surtido el efecto que algunos medios motorizaban y anhelaban, no es disparatado suponer  -al menos en otros tiempos, hubiese sido factible- que el culto al “héroe” habría alcanzado su objetivo. Esto es: deponer al gobierno.
Ahora bien no sucedió, pero eso es una prueba más que suficiente para comprobar la magnitud del poder que concentran los medios de comunicación y como una franja no menor de la población es propensa a “comprar espejitos de colores” sin cuestionarse un instante respecto a la ausencia de valor. Sería de mucha utilidad que aquellos asistentes de buena fe a la marcha del 18 de febrero y que portaban carteles con la leyenda “Yo soy Nisman”  reflexionaran al respecto para no caer en las trampas de la manipulación mediática.
Nadie pretende que se “conviertan” en kirchneristas o que se identifiquen con “los cabecitas negras”, pero tampoco es cuestión de que se conviertan en “ciudadanos sin cabeza” manipulables desde la denominada “caja boba”; puesto que la salud de la república de la que tanto hablan “los medios opositores” -y poco aporte realizan al efecto- se garantiza en el pensar, en el discutir con fundamento, en no  aferrarse a consignas prefabricadas deliberadamente por algunos medios de comunicación.
Causa auténtico estupor leer en Página 12 del domingo pasado (22/03/2015) la nota de Horacio Verbitsky cuando transcribe algunas de las dolorosas expresiones de Diana Wassner de Malamud; en una de ellas sostiene lo siguiente:
“Siempre dije que la causa AMIA sólo sirvió para enriquecer a muchos, que han vivido de esta causa a través de estos 21 años. Hemos visto, como en un desfile de modas, personajes que pasaron a vestirse con trajes de seda. Hemos visto a Nisman, junto a [la abogada de la DAIA Marta] Nercellas y a [su director general Alfredo] Neuburger, en reuniones de gente acomodada, juntar dinero para ‘la causa’. Demasiados se llenaron los bolsillos y salieron de fiesta. Nisman fue uno más, y pese a que denunciamos su incapacidad para llevar adelante esta causa, nadie hizo nada. Uno se viene a enterar ahora que entregar la mitad del sueldo es una práctica ‘usual’. Es más que lamentable, es abuso de poder y un delito. Lástima que ya no pueda ocupar un lugar en el banquillo de los acusados del encubrimiento”.  
Mientras tanto, Diana como muchos otros siguen a la espera del esclarecimiento de la causa AMIA; por cierto, cada vez con menos esperanzas y para peor con el agravante de ver utilizada la misma con intencionalidades ajenas a sus propósitos de obtener justicia.  
Por cierto,  los devotos del Dios Jano guardan silencio respecto de las irregularidades cometidas por el ex fiscal. Algunos hasta continúan convocando a “movilizaciones públicas” en homenaje al extinto funcionario judicial y pronunciando discursos en su homenaje en plazas públicas cada vez más despobladas. Es curioso no haber escuchado a Nelson Castro, uno de los reivindicadores del fiscal y promotor de los homenajes a su persona, decir palabra alguna sobre el proceder de Nisman en su manejo discrecional de los fondos públicos; al parecer esos detalles son irrelevantes a su criterio.
El doctor especializado en el “síndrome de Hubris”, la “enfermedad de los que creen saberlo todo” según se sostiene, padece para su suerte -sino estaría afectado por el síndrome- de un “saber fragmentario” destinado a criticar (la mayoría de las veces distorsionando los hechos)  solo los actos de gobierno. Aunque quizá sería bueno que repare en el origen del término que proviene del griego “hybris” y significa “desmesura”; tal vez entonces se disponga a reflexionar sobre su constante apología del ex fiscal y observe las extralimitaciones en el manejo de los fondos públicos.  
Ni hablar de las “marionetas opositoras” -entre otras: Patricia Bullrich, Laura Alonso- que durante días nos hablaban de la “integridad moral” del fiscal; excepto “lilita” Carrió que salió a comparar a Nisman con Churchill diciendo “yo me acuerdo de Churchill que era borracho, salía con mujeres y era aventurero (claro que no menciona que lo hizo con fondos propios) pero salvo a Europa del nazismo”. Siguiendo con el mendaz, inverosímil y sutil argumento de comparar un gobierno democrático (el de Cristina Fernández) con el régimen nazi; “lógica” que solo puede tener lugar en una cabeza desprovista de neuronas o, en su defecto, de un odio entrañable.  
No obstante, la hoy principal aliada de Macri ya nos tiene acostumbrados a comparar “peras con melones” en su propósito de confundir las cosas.
De todas maneras, debemos confesar que nos cuesta imaginarnos a un Churchill visitar la embajada estadounidense para subordinar los intereses británicos a las necesidades geopolíticas americanas; tal vez es más sencillo imaginarlo discutir en un plano de igualdad.
Pero en fin, los tiempos cambian y al parecer “los salvadores” del futuro (entre ellos buena parte de los opositores locales) comprenden que podrán beber, salir con mujeres y ser aventureros pero eso sí, “para salvar a la patria” es menester concurrir a “la Embajada”.  
Pues, por eso nunca ha sido tan apropiado recordar aquella vieja y saludable expresión que reza: “Dios nos libre de los salvadores”.  

domingo, 15 de marzo de 2015

La Convención Radical ya tiene candidato: Mauricio Macri





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Es notable observar la facilidad con que ciertos “dirigentes” son capaces de destruir determinadas instituciones -en este caso políticas y centenarias- con el mero afán de satisfacer sus mezquinos intereses personales. Y para peor estos sujetos se autocalifican, sin sonrojarse, de defensores de las instituciones, cuando en los hechos no solo las desprecian sino que son capaces de vaciarlas de contenido en aras de conquistar un reducido número de escaños que les permita conservar ciertas prerrogativas individuales.
La reciente Convención Nacional de la Unión Cívica Radical (UCR) es el paradigma de “la inescrupulosidad ideológica”. Es una muestra cabal de la búsqueda del poder por el poder mismo, en ella no hay parámetros valorativos, no hay correspondencia con su pasado histórico, ni con el ideario fundacional de un partido que cuenta con más de cien años.
Cuando uno observa la historia de ese partido puede, o no, disentir con figuras de la talla de Leandro Alem,  don Hipólito Yrigoyen, Arturo Illia, Moises Lebensohn, Crisólogo Larralde, Raúl Alfonsín y tantos otros; pero lo que no puede, es dejar de reconocer que dentro del ideario que profesaban, jamás se iba a instalar la idea de acompañar al más rancio conservadurismo político de la Argentina.
Sin duda, la UCR también tuvo, entre sus antecedentes, su primer “proceso derechizante” corporizado en la figura de Marcelo T. de Alvear tan pródigamente elogiado por el diario “La Nación”. Pero los herederos del “Peludo”, don Hipólito Yrigoyen (tan reiteradamente denostado por el mismo periódico oligárquico), supieron reivindicar los principios” yrigoyenistas” a través de la conformación de FORJA -Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina-  integrada nada menos que por Don Arturo Jauretche, Homero Manzi, Luis Dellepiane, Darío Alessandro, Gabriel del Mazo y la colaboración de Scalabrini Ortiz entre tantos otros.
Con la entrada en la escena política argentina del Gral. Juan D. Perón, una franja significativa del denominado radicalismo yrigoyenista se cohesionó con el movimiento peronista. Así bajo el rótulo de Junta Renovadora Radical se fueron incorporando figuras como Hortensio Quijano (vicepresidente en la primer presidencia de Perón), Juan Isaac Cooke (representante ante la ONU hasta 1955 y padre de John William), Armando Antille (abogado personal de Yrigoyen y posteriormente delegado de Perón y senador nacional), Alejandro Leloir (diputado nacional hasta 1955) por solo mencionar los más conocidos.
Lo cierto es que el radicalismo otrora un partido (si bien Yrigoyen solía hablar de movimiento) de fuerte raigambre popular fue sufriendo una serie de transformaciones perjudiciales que lo fueron orientando hacia el pensamiento conservador.
Fue la figura de Raúl Alfonsín, a finales del siglo XX, quien intentó reacomodarlo dentro de la concepción nacional y popular; pero los fuertes condicionamientos que los sectores dominantes le fueron imponiendo, como así también algunos de sus errores, a lo largo de su gobierno terminaron frustrando la posibilidad de lograrlo.
Es indudable que la llegada De la Rúa, luego del período menemista, implicó la conjunción de dos factores determinantes: por un lado la ineptitud extrema y por el otro el restablecimiento de la derecha partidaria. Frente a este mix de elementos, el resultado no podía ser otro que el desastre total.
Curiosamente los dos mismos componentes sobre los que se erigió el desastre del centenario partido  acaban de ser reivindicados en la reciente Convención Nacional de la UCR celebrada en la localidad de Gualeguaychú. Por un lado, promover como candidato a presidente a alguien que solo merced al ocultamiento, por parte de los medios hegemónicos, de su pésima gestión todavía puede ilusionarse con la más alta magistratura. Y por el otro, identificarse con la derecha más recalcitrante y antiestatista de la argentina actual.
Claro que ejecutar un programa de derecha en una coalición con el Frente Grande, no es lo mismo que directamente acompañar al PRO desde el inicio de su propuesta. En el primer caso era factible, si bien remotamente en virtud del escaso cerebro de la “cabeza dirigente”, ilusionarse un poco con la posibilidad de un cambio; no obstante, en el segundo no solo no queda lugar para la “ilusión” de sus eventuales votantes, sino que es la crónica de un final anunciado, concretamente el retorno del ajuste neoliberal.
Indudablemente es la declaración definitiva de tornarse no solo en un partido de ostensible espíritu antipopular; sino en la expresión más acabada de la antipolítica. Pero eso sí, recubierta bajo el ropaje de “republicanismo”.  
Quizá en la profundidad de sus “convicciones” el presidente actual de la UCR, Ernesto Sanz, y sus seguidores se encuentren extremadamente satisfechos con la concepción macrista, principalmente en su marcada tendencia a desatender las necesidades sociales, al fin y al cabo, el propio Sanz renegó oportunamente de la asignación universal por hijo aduciendo que se iba “por la canaleta del juego y de la droga”.
Quizá coincidan con la virtud republicana del PRO de crear instituciones como la UCEP (Unidad de control de espacios públicos) para apalear a los “sin techo”, o tal vez ponderen el ejercicio republicano de Mauricio (alías el Capitán Veto) que consiste en vetar -como lo viene haciendo a lo largo de su jefatura de gobierno- todas aquellas leyes que confieran derechos a la ciudadanía.
Demás está decir que a los “republicanos radicales” no les molesta que su candidato,Mauricio Macri, este procesado por escuchas ilegales y asociación ilícita, por defraudación y violación de los deberes de funcionario público respecto del direccionamiento de la licitación del mobiliario urbano, o por violación a la ley de datos personales intentando mediante ello evitar un aborto no punible de una mujer que había sido violada y  víctima de una red de trata, por irregularidades en las obras del canal aliviador del arroyo Maldonado, por la campaña sucia contra Daniel Filmus, etc., etc. Pero eso sí, el procesamiento de Boudou enerva las entrañas del “republicanismo democrático”.
Como vemos, se trata de un “republicanismo” muy particular, máxime si tenemos en cuenta que el ideal republicano está orientado hacia el imperio de la ley, práctica que el Jefe de Gobierno de la Ciudad no tiene muy en cuenta precisamente, ya que tiene varias causas por incumplir sentencias judiciales. Su proceder se asimila a los republicanos de “Clarín” que se empeñan en no ajustarse a las leyes sancionadas por el Congreso.
Lo cierto es que los “moralistas republicanos”  han decidido guardar silencio respecto de las irregularidades de su flamante aliado y denostar el “populismo democrático”. Notoria paradoja, por un lado se autotitulan “republicanos demócratas” y después se empeñan en manifestar su airada oposición a toda legislación que amplíe los derechos de la ciudadanía (ley de medios, de abastecimiento, etc.), sin olvidar su incondicional apoyo a todo intento desestabilizador del gobierno elegido democráticamente. 
Pero bueno el "republicanismo criollo" es muy particular, ahora auspician la candidatura de Mauricio, quien recientemente  procuró frustrar los acuerdos estratégicos que nuestra Presidenta firmó con la República Popular China.
La intención de boicotear los convenios firmados con la principal potencia económica mundial revela el más espurio de los procederes, ya que no vacila en adoptar decisiones que lesionan notoriamente los intereses de nuestro país en su intento por perjudicar a un gobierno.
Esta actitud perversa y antipatriótica guarda estrecha relación con aquellos deseos del titular de la UCR cuando en abril del 2013 sostuvo: “Ojalá la economía del país no mejore hasta octubre”.
Expresiones y procederes que dejan a las claras cual es el interés por las personas que los señores "republicanos" profesan y su innegable componente antinacional en materia de pensamiento.
Cuan lejos están del viejo y querido Don Hipólito quien solía decir que “cuando un radical es más radical que argentino, en ese mismo instante ha dejado de ser radical”
Sin dudas, no hace falta apelar a la imaginación para deducir que diría Yrigoyen de estos "ilustres" radicales.

sábado, 7 de marzo de 2015

El discurso presidencial, el fallo de Rafecas y la purificación del aire contaminado por la movilización popular.







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Durante el acto de apertura de sesiones del Congreso de la Nación, del pasado 1º de marzo, la presidenta de la República se preguntó en un tramo de su alocución: “A quien le debo creer, al Nisman de sus escritos de diciembre y comienzos de enero o al Nisman de la denuncias sin pruebas. Ese expediente que dice Cristina Fernández de Kirchner por encubrimiento debería decir Nisman vs. Nisman".
La mandataria hacía referencia a los escritos proporcionados por la secretaria del fiscal, rubricado ellos a fines del año pasado y en enero del presente año por el propio Nisman, que se hallaban guardados en la caja de seguridad a los efectos de ser presentados oportunamente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En ellos no solo se elogiaba el apoyo brindado por el gobierno argentino para el esclarecimiento de la causa AMIA, sino que además se reputaba como una opción válida el Memorando de Entendimiento argentino-iraní con vistas a facilitar la investigación del atentado. Evidentemente, se trata de una contradicción flagrante que pone de manifiesto dos facetas diametralmente opuestas en el pensamiento del fiscal.
Por otro lado, y conforme lo hemos corroborado a través de la pantalla televisiva, durante el itinerario mediático realizado por el Dr. Nisman  los días previos a su muerte, el fiscal intentó instalar su “controvertida” denuncia, fundamentando semejante proceder con el argumento de que la misma era resultado de una “investigación realizada a lo largo de más de dos años”. Investigación que, por cierto, el juez de la causa, el Dr. Canicoba Corral, ignoraba absolutamente; hecho éste que hubiere posibilitado el procesamiento de Nisman por incumplimiento de los deberes de funcionario público. No obstante, la argumentación del fiscal respecto a sus dos años de “investigación encubierta” genera fuertes sospechas en cuanto a su veracidad. Máxime si tenemos en cuenta que, durante ese ínterin y en cada ocasión en que se lo entrevisto o reporteo en relación con lo referido a la causa AMIA,  el propio fiscal se deshacía en elogios hacia el gobierno por el apoyo recibido, y en ningún momento, a lo largo de todo ese período de tiempo, insinuó sospecha alguna sobre el accionar gubernamental. Actitud ésta que no refuerza la “veracidad” de la denuncia.
Si a su vez, recordamos que: Tres días antes de denunciar a la Presidenta, el fiscal Alberto Nisman decidió ocultarle a su familia el verdadero motivo de su regreso a Buenos Aires.
Estaba en Madrid con su hija mayor, Iara. Su ex mujer, la jueza Sandra Arroyo Salgado, estaba en Barcelona con la más chica, Kala. Hablaron por teléfono y él le dijo que tenía que regresar antes de lo previsto porque a su madre la operaban del codo, según la declaración testimonial que brindó Arroyo Salgado ante la fiscal que investiga la muerte de Nisman, que La Nación reconstruyó de fuentes judiciales”(1).  Evidentemente, el motivo expuesto para su regreso no fue el verdadero; lo que en cierta forma extiende sobre su figura un margen de “confiabilidad” muy acotado. Pero dejemos de lado las contradicciones del extinto fiscal y vayamos a la sentencia que desestimó la insostenible acusación.
Lo cierto es que el juez Rafecas en un fallo verdaderamente incuestionable (http://es.scribd.com/doc/257030846/El-informe-completo-de-Rafecas) demuele una denuncia que no puede oponer resistencia al más precario de los procederes lógicos, ni a los más elementales principios del Derecho. Vale la pena recordar que el juez encuentra dos vertientes de acusaciones relacionadas con la supuesta figura del encubrimiento. La primera de ellas es la constitución de “La Comisión de la Verdad” y la segunda es el levantamiento de las circulares rojas por parte de Interpol.
El cuestionado Memorando establecía “la creación de una Comisión de la Verdad compuesta por juristas internacionales para analizar toda la documentación presentadas por las autoridades judiciales de la Argentina y de la República Islámica de Irán, que debía ser integrada por cinco (5) comisionados y dos (2) miembros designados por cada país, seleccionados conforme a su reconocido prestigio legal internacional. Estos no podrán ser nacionales de ninguno de los dos países. Ambos países acordarán conjuntamente respecto a un jurista internacional con alto estándar moral y prestigio legal, quien actuará como presidente de la comisión”.
Dicha comisión obviamente no llegó a constituirse, pero es suficiente observar como de haber sido puesta en funcionamiento se hubiere requerido (y esto no lo sostiene el juez en la sentencia porque su función no es analizar posibilidades, sino hechos concretos) la colaboración activa de “prestigiosos juristas internacionales” -configurando una suerte de “asociación ilícita”-para proceder al encubrimiento. Sin embargo, y dejando de lado esta posibilidad, lo real es que el memorando nunca entró en vigencia. Pues, para ello se requería además de la aprobación o ratificación de los órganos relevantes de cada país, ya sea el Congreso, el Parlamento u otros cuerpos, del intercambio de notas por parte de ambos Estados informando que los requisitos internos para dicha aprobación o ratificación habían sido cumplimentados.  
Respecto de la mencionada Comisión, el fiscal manifiesta en su denuncia lo siguiente:
“Otra llave que conduce a la impunidad definitiva es la efectiva actuación de la Comisión de la Verdad cuya finalidad consiste en recibir y valorar nuevas pruebas y presentar una nueva hipótesis sin iraníes como acusados, legitimando el redireccionamiento de las pesquisas. La Comisión evaluará una nueva verdad falsa, una verdad armada artificialmente por los inescrupulosos artífices de este siniestro plan…” (cfr. pagina 17, ver a si mismo fs. 60, 266 y 281 entre otras similares)
Luego de detallar esto el juez sostiene: “Ahora bien. Esta primera hipótesis delictiva, que encuadraría para el Ministerio Público fiscal, en un encubrimiento, adolece de una notoria e inevitable falla. Esa falla es la ausencia de ejecución de un delito, a partir del hecho irrefutable, de que aquél Acuerdo que contiene en su seno la conformación de la Comisión de la Verdad, nunca entro en vigencia”.
El propio Nisman en su supuesto escrito se contradice, ya que varias veces reconoce que el Acuerdo nunca entro en vigor, y por lo tanto, no produce efecto jurídico alguno. Y ante la ausencia de efectos jurídicos: ¿Que es lo que estamos imputando? Y más adelante el Dr. Rafecas se pregunta: ¿Cómo puede un instrumento jurídico que nunca cobró vida constituir un favorecimiento real, una ayuda material concreta prestada -en este caso- a prófugos de la justicia argentina? ¿Si un acto jurídico -en este caso de Derecho Internacional- por la propia dinámica de las negociaciones y de la diplomacia entre dos Estados, finalmente queda trunco y no surte efectos -en este caso la sanción al menos formal de la Comisión de la Verdad- puede así y todo generar consecuencias jurídicas? La respuesta es no, y mucho menos en el ámbito penal.
Posteriormente el juez va fundamentando su respuesta y expresa: “la hipótesis del “plan” como se lo menciona reiteradamente en la presentación del fiscal en el peor de los casos siempre se mantuvo dentro de los actos preparatorios y de ningún modo pudo haber alcanzado lo que en el Derecho Penal se conoce como el comienzo de ejecución de un delito”.
El razonamiento del juez no deja dudas respecto de la inexistencia del delito, es más en su escrito aduce que de haber existido el más mínimo indicio de connotación delictiva (en referencia al Memorando) la Unidad Fiscal AMIA debió haber denunciado el acuerdo hace dos años, es decir a poco de sus suscripción. Nada de eso ocurrió. Lo mismo le hubiere correspondido hacer a los funcionarios de la Justicia Federal en lo Criminal que intervinieron en la acción de amparo por inconstitucionalidad del Memorando; ni el juez, ni el fiscal de Cámara, ni la propia Cámara Federal le asignaron la más mínima connotación delictiva a dicho Acuerdo. “Ante este panorama, ensayar aun así una hipótesis de delito de encubrimiento, realmente carece de todo asidero”, sostuvo el juez. Quien luego, se encargó de demoler las ya remanidas y falsas menciones a las supuestas sospechas de un eventual levantamiento de “las alertas rojas”.  En consecuencia, expresó que "no hubo cambios en la situación de las órdenes de captura con alertas rojos de Interpol, y que la posición del gobierno argentino, en torno de la persistencia de la vigencia de las órdenes de captura de los prófugos iraníes, se mantuvo inconmovible desde 2007 hasta la fecha".
La sentencia del juez Rafecas es absolutamente incuestionable; sin embargo, aún subsisten energúmenos cuestionadores de la lógica. Cuyo único interés es confundir a la ciudadanía; no obstante, ya no son pocas las personas que perciben en la mentada denuncia cierto tufillo desestabilizador.
Bien lo expresó en determinado momento un referente del pensamiento alfonsinista (pensamiento que por otra parte está en vías de extinción en la UCR,  gracias al deliberado aporte de los Sanz, Morales y Cobos), Leopoldo Moreau, que sostuvo: “Desgraciadamente el fiscal Nisman ya está muerto. Ahora, lo que no van a dejar morir es “la operación” que han montado con el propósito de desestabilizar al gobierno”. 
Lo cierto es que a raíz de esa “desagradable sensación aromática” la población se vio compelida a salir a la calle para brindar su apoyo al gobierno que más ha hecho a lo largo de estas últimas décadas por mejorar la situación de los argentinos. Y ese respaldo no se sostuvo solo en base a criterios ideológicos, también se sostuvo en base a profundas convicciones morales que estimularon a la ciudadanía a manifestar su más absoluto rechazo a las reiteradas “operaciones” de todo orden que se vienen desarrollando con el afán de acortar los plazos del mandato de nuestra presidenta.
La sensación de hartazgo que amplias franjas de la población tienen respecto a las recurrentes maniobras desestabilizadoras es, sinceramente, inconmensurable. Indigna observar una oposición política tan inescrupulosa, que no repara en “dictar cátedra de moral” y efectuar acusaciones en los programas televisivos y después se presta a acompañar con su discurso y accionar toda clase de maniobra espúrea e inmoral.
Ahora, y procurando reanimar la “operación”,  algunos de ellos se aferran al informe pericial de la querella en un claro intento de seguir confundiendo a aquel sector de la ciudadanía que tiene obstaculizada sus “fosas nasales” y no puede percibir el aroma desestabilizador.
Es muy probable que a la ex esposa del fiscal la mueva el dolor; no obstante, el hecho de efectuar una conferencia de prensa sentando hipótesis excluyentes (como es el caso de un homicidio, sin estar aun comprobado científicamente) y descartando de ese modo toda otra línea de investigación, cuando menos no habla muy bien de su formación profesional.  Su oportuno pedido de moderación a los medios para no entorpecer la investigación, desde un comienzo, nos pareció verdaderamente atinado; sin embargo, la realización de conferencias de prensa con afirmaciones categóricas contrasta notoriamente con los criterios de prudencia exigidos para el caso.  
Más allá de que algunos criminólogos han salido a cuestionar  las afirmaciones del mencionado informe, lo correcto, y eso lo sabe muy bien la jueza Arroyo Salgado, es dejar trabajar sin ningún tipo de presiones a la fiscal que impulsa la investigación. Obviamente, no se puede pedir equidistancia cuando los afectos se ven involucrados; pero un buen juez sabe minimizar el embate de los sentimientos para que no entorpezcan el criterio.
Aun así lo reprochable obviamente no es la actitud de los familiares; sino la de los especuladores de turno que se sirven de cualquier circunstancia para distorsionar la realidad y efectuar acusaciones infundadas. Lamentablemente en un año electoral los especuladores, como suele acontecer, se potencian. Sin embargo, estos inescrupulosos subestiman, a nuestro juicio, el logro más relevante de éste gobierno, y que consiste en que a una significativa franja de la población -y muy especialmente a los jóvenes- les enseño a mirar más allá de las apariencias.
La imponente movilización que se realizó el domingo pasado en apoyo a la presidenta Cristina Fernández corrobora lo que estamos diciendo. Y, sin duda,  es la herramienta más eficaz para frustrar los turbios deseos de los inescrupulosos.

(1)    La Nación, 31/01/2015