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martes, 30 de abril de 2013

¿Que se esconde detrás del republicanismo opositor?






 




Hace mucho tiempo que venimos escuchando, muy especialmente a partir del corrimiento del velo que cubría los intereses “ocultos” de los medios hegemónicos de comunicación, que la población argentina se encuentra dividida en dos posturas antagónicas. No comparto semejante postura, pero apelemos a las simplificaciones con las que suelen deleitarse ciertos periodistas "No K" -rótulo que traducido fácticamente equivale a decir: anti K- y aceptemos por un momento esa separación.
 Por un lado, estamos los que acompañamos (con mayor o menor postura crítica) el proyecto de país impulsado por Néstor Kirchner en el año 2003 y continuado por la actual Presidente de los argentinos, la Sra. Cristina Fernández de Kirchner.
Y por el otro, los que dicen expresar “un modelo de país distinto” bajo el ropaje de un republicanismo tan multifacético que uno no termina de percibir su verdadero rostro.  
De la concepción política de lo que se ha dado en llamar “el kirchnerismo” no es necesario  indagar; pues, ya se han dado sobradas muestras durante estos últimos años (y es precisamente por eso que lo apoyamos) respecto de cuál es el modelo de país que, con aciertos y desaciertos, pretende configurar.
En cambio, resulta imprescindible observar el comportamiento político de quienes subidos al impoluto Carruaje Republicano expresan y ejecutan, tanto desde la función pública como en su proceder diario, esa concepción que dicen abrazar.
Si hay algo que debe caracterizar a quien se digne de ser un espíritu auténticamente republicano es, entre otras cosas, la reivindicación y protección de la libertad –en el marco de los derechos personales-, el respeto a la ley, y el pleno reconocimiento de que el fundamento del poder político reside en la voluntad soberana del pueblo.  
Recientemente, uno de los más “ilustres” miembros de esta cofradía, tan particular, de republicanos, el Sr. Mauricio Macri, ha dejado en evidencia el grado de desconexión que existe entre lo que profesa ante las cámaras de TV y lo que ejecuta en su carácter de Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La violenta represión desatada, mediante un procedimiento ilegal, en el Hospital Borda sobre un conjunto de trabajadores de la salud, enfermos y ciudadanos indefensos que procuraban evitar la destrucción del Taller de Oficios para los internos, es una muestra fehaciente de que ideología se encubre detrás de la máscara republicana.
Los presuntos republicanos ignoraron la medida cautelar dispuesta por la justicia que paralizaba el derrumbe de los mencionados talleres y destrozaron los mismos mediante el uso de la fuerza.
Notorio contraste con el “abuso de poder” de la Presidenta Cristina Fernández, que debe soportar hace años, y estoicamente, la vigencia de una medida cautelar sancionada por una Cámara Civil sobre la cual recaen serias sospechas de parcialidad.
Mientras la “dictadura” kirchnerista  agota todas y cada una de las instancias judiciales a los efectos de poder poner en vigor una ley sancionada por el Congreso de la Nación; los “conspicuos hombres republicanos” ignoran la justicia y balean a quienes invocan derechos que se oponen a sus intenciones.

 No faltara algún incauto que manifieste que este acto “aislado” no empaña la vocación republicana de Macri; frente a ello sería bueno recordar otra serie de "hechos aislados", tales como: la represión desatada en el Indoamericano, la feroz agresión a los vecinos de Parque Centenario que se oponían al enrejado; sin olvidarnos la tristemente prestigiosa UCEP (Unidad de Control de Espacios Públicos) destinada a “limpiar las plazas de personas sin techo”. Limpieza hecha a base del garrote, obviamente.
Pero eso sí, medidas éstas adoptadas con fervoroso ánimo republicano.
Claro que como bien lo expresaban los antiguos griegos: “Pájaros del mismo plumaje gustan estar juntos”. Así observamos que, con diferencias de formas, los republicanos tienen siempre el mismo propósito: oponerse a toda propuesta kirchnerista.
En ese terreno se sitúa tanto Elisa Carrió equiparando a una presidenta constitucional con un dictador y denunciando “pactos espúreos” absolutamente inexistentes, pero que los medios se encargan de sobredimensionar para que parezcan reales; como  el senador Sanz, cuando exteriorizando sus deseos públicamente se atreve a expresar: “Ojalá que al gobierno le vaya mal porque si la economía mejora un poco ¿Qué pasaría en las elecciones?”.
Esto es lo mismo que decirle al comerciante: “Ojalá tus ventas caigan así me votas” o al trabajador: “Ojalá te reduzcan el salario así me das tu voto”. Más lógico sería que ofrezca una propuesta (cosa que, conforme a los hechos, no entusiasma al arco opositor) que fundamente porqué deberían votarlo.
El único problema es que el “amigo” Sanz ya sentó varios precedentes junto a sus correligionarios en el 2001; si bien es cierto que al parecer algunos ciudadanos se olvidan de aquél significativo aporte realizado por estos hombres y reconozcamos algunas mujeres (Bullrich, entre otras) también.
En verdad, a uno no le causa placer estar mencionando las actitudes abyectas y mediocres de la oposición; pero es inevitable no destacarlas porque a diario las ponen de manifiesto. Y, bajo el amparo de los medios hegemónicos, se divulgan a los efectos de generar miedo y rechazo en una franja de la ciudadanía que, lamentablemente, está cooptada por la comunicación mediática.
No le temen, concretamente,  a que el kirchnerismo se apropie del poder absoluto, porque son plenamente conscientes de que este gobierno no persigue eso en lo más mínimo. Solo le temen a que la ciudadanía despierte del “eterno sueño colonizante”; ese que impide contemplar y comprender la realidad de un país desde la perspectiva de los intereses nacionales.

Es paradójico esto de los “opositores republicanos”, en vez de querer ampliar los derechos de la ciudadanía procuran obstaculizar todo intento de ampliación; en vez de respetar la dignidad humana se encargan de reprimir a quienes se manifiestan, en vez de reconocer que la soberanía radica en el pueblo tratan de “deslegitimar” a un gobierno elegido por la mayoría popular; en vez de defender los derechos de la ciudadanía defienden los derechos de las corporaciones.
Por suerte, cuando uno estudia los principios del republicanismo no lo hace mirando el comportamiento de los supuestos “republicanos argentinos”; sino, que mal parada quedaría la República.

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