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martes, 7 de diciembre de 2010

Buscas mediocridad? Al fondo a la derecha!!


                                                  
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A menos de un año de la realización de los comicios nacionales donde, nada menos, se elegirá el próximo presidente de los argentinos, los eventuales candidatos de la denominada “oposición” no dejan de sorprendernos.
Sin duda, un auténtico republicano, y más allá de los valores o la ideología que profese, pretenderá que exista una oposición política  al gobierno de turno; no solo porque de esa forma se evita el predominio de “un pensamiento único” -que cuando es monopolizador, aun con las mejores intenciones, está más propenso a caer en  el dogmatismo-, sino porque la pluralidad de voces conduce necesariamente a profundizar las ideas, a pulir las propuestas, a elevar la calidad de los proyectos; en síntesis, a jerarquizar la política en aras de la consecución del bienestar general.
Ahora bien, el problema se presenta cuando en un país (por el caso, el nuestro) se cuenta, por un lado, con un gobierno idóneo, coherente, sensato, que supo impulsar y materializar muchas de sus promesas electorales, aun a expensas de la andanada de piedras y "rocas" depositadas sobre su camino; y por el otro, una oposición mediocre, sin propuestas, de vocación mediática, que se pone ridículamente al servicio de las Corporaciones y cuyo exclusivo objeto consiste en obstaculizar todo emprendimiento gubernamental.
Este “conglomerado opositor” que en el espacio geométrico del quehacer político se ubica sobre la derecha y es, evidentemente, la expresión política de los denominados “sectores dominantes”, segrega mediocridad por donde se lo mire.
Históricamente, la derecha argentina viene sufriendo un proceso de “descomposición intelectual” muy notorio, pues, sus actuales miembros están demasiado lejos de rememorar a sus padres ideológicos: “La Generación del 80”; si bien persiguen los mismos nauseabundos fines, podrían pararse frente a un espejo y exclamar aquella frase de Neruda: “Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”.
Una prueba muy concreta de lo que estamos manifestando es la versión circense de lo que venimos observando a diario en la pantallas de televisión. Por ejemplo, nos encontramos con un Mauricio Macri (¡¡Aspirante a ser Presidente de la República!!) que ni siquiera puede elucubrar ideas propias para responder a una serie de preguntas insustanciales respecto de su gestión. Uno observaba esa imagen, donde su asesor más próximo le “soplaba” al oído las respuestas que tenía que expresar ante quienes lo reporteaban, y no podía dejar de reírse asociándolo inevitablemente con las mejores comedias de Hollywood.
Que contraste con la Presidenta Cristina Fernández!! Que habla tres horas en los foros internacionales sin tener necesidad de un mísero papel recordatorio y donde el auditorio a juzgar por lo que mencionan los periódicos internacionales –no por cierto, los locales- permanece atento a sus palabras.
Y no jodamos, acá no se trata de capacidad memorística u oratoria, sino simplemente de aptitudes intelectuales para ejercer no solo la función de Presidente de la República; sino para representar al pueblo argentino ante el mundo.
Me lo imagino a Macri hablando en la Asamblea de la ONU, en UNASUR, en cualquier ámbito internacional en representación de todos nosotros, la pésima imagen que dejaría de nuestro país (como ya lo han hecho Menem o De la Rúa) sería, por demás,  ostensible.
Pero seguramente, ante esa hipótesis, los voceros de la derecha expresarían que Argentina esta inserta en el mundo –como lo hicieron durante la presidencia de Carlos Saúl- cuando la realidad decía, absolutamente, todo lo contrario. Como vemos la penuria intelectual de Macri raya en lo ridículo; no obstante, si sigue persistiendo en la ridiculez sería conveniente que lo haga en forma natural, es decir, que exprese ideas propias, originales, y no la de sus asesores, al menos en público.
Y eso que no estoy hablando de propuestas, si ni siquiera las tiene para el orden capitalino; mal podriámos pretender que las tenga en materia internacional. Tal vez, vaya a consultar a instituciones extranjeras sobre la política exterior o interior que debiera desarrollar; despues de todo, y conforme a sus dichos, si consultó a la CIA y al Mossad para designar al jefe de policia metropolítana, pues, porque no habría de hacerlo al momento de designar nuestro canciller o nuestro ministro de economía, por ejemplo.


A propósito de originalidad

Pero si hablamos de “originalidad” otro que tiene lo suyo es Ricardo Alfonsín, no solo por eso de dejarse el bigote modelo paterno o utilizar los trajes de su progenitor; sino por eso de querer imitar los gestos y las entonaciones discursivas del padre.
Nunca las copias podrán superar a los originales, jamás podrán tener el mismo valor.
Como tampoco lo tienen las propuestas esbozadas por el proyectado candidato de la UCR que aún persiste en hablar de “la ética republicana” o “el libre funcionamiento de las instituciones”, “la independencia de los poderes”, argumentos sólidos y convincentes que, otrora, utilizara su padre en un momento histórico aplicable como lo era la Argentina de 1983, y que estaba reencontrándose con la democracia.
Pero seguir esgrimiendo esos argumentos, cuando desde el punto de vista formal la democracia se ha consolidado, cuando se goza de un Estado de Derecho, cuando los derechos y garantías individuales están consagrados no solo en la Constitución, sino en la práctica cotidiana, cuando reina la independencia de poderes, cuando se cuenta con una Corte Suprema de Justicia jerarquizada y no adicta al gobierno (basta ver la cantidad de fallos adversos al oficialismo) es, sin lugar a dudas, un galimatías.
Sería bueno que la UCR formulara, en todo caso, proyectos que ahonden en mayor contenido social más que un ramillete de enunciados que poco dicen y que luego dan lugar para maniobrar la propuesta en cualquier dirección política.
Si bien es dable reconocer que, el radicalismo, fue una fuerza política que nació en oposición a la mencionada “Generación del 80”; luego de la muerte de Don Hipólito Yrigoyen, definitivamente, fue conquistada por el “Régimen” cuyo exponente más conspicuo fue Marcelo T. de Alvear.
Basta recordar los argumentos vertidos por el periódico de los Mitre, La Nación, el 13/10/1922 cuando Yrigoyen abandonaba la presidencia, resumió su gestión del siguiente modo: “Se entrego en cuerpo y alma a cultivar el favor de las masas menos educadas en la vida democrática, en desmedro y con exclusión deliberada y despectiva de las zonas superiores de la sociedad”.
Tal vez, lo de “zonas superiores” haya calado hondo, oportunamente, en algunos ancestros de los pobladores de buena parte de los distritos porteños y se fueron transmitiendo generacionalmente; sino no se explica que hallan elegido a un tipo como Macri. Personaje superior en cuanto a mediocridad se refiere.
Pero sigamos con el relato, el mismo periódico, añadía: “Debemos felicitarnos por la designación del doctor Alvear, cuyas condiciones personales son una garantía anticipada de un gobierno recto y ecuánime”. Claro que como bien lo destaca el historiador del que extraje estos párrafos: “Por ecuánime y recto debía entenderse un gobierno que no lesionase ningún privilegio oligárquico, y así fue”.
Lo cierto es que salvo algunos plausibles intentos en sentido contrario (sin olvidar, obviamente,el gran flujo de partidarios que en el 45 emigró hacia el peronismo), entre ellos la primera etapa del alfonsinismo, su brújula partidaria ha estado mayoritariamente orientada hacia la derecha. Logrando, lo que podríamos denominar, la desyrigoyenización del radicalismo, lo que los termina ubicando, mal que les pese, en un partido de centro-derecha.
No es fruto de la casualidad que de sus filas hayan surgidos “dirigentes” de la talla de: Lilita Carrió y Cobos por mencionar otros aspirantes presidenciales.
¿Y el justicialismo?
El justicialismo tiene lo suyo, sin lugar a dudas, o acaso Menem, Duhalde, Rodriguez Saá no se sienten extremadamente reconfortados con ubicarse en el mismo espacio geométrico que los mencionados anteriormente.
La diferencia radica en que tanto Néstor Kirchner, en su momento, como la presidenta Cristina Fernández no solo jamás se identificaron con la derecha; sino que, además, frustraron el avanzado intento de consumar "la desperonización" del justicialismo. Por el contrario, ambos reafirmaron sus principios fundacionales, esto es: la revalorización de la cuestión social con fines de justicia, la reafirmación de nuestra voluntad soberana como nación independiente, la integración latinoamericana conformando un bloque regional que procure mayores beneficios político-económicos para nuestros pueblos. En fin, bregando por un proyecto de país integral donde la exclusión social no tenga lugar en la Argentina. 
La tarea es harto difícil, son muchos los escollos pero no existen dudas que sería mucho más fácil, o más alentador al menos, contar no ya con una “oposición” menos mediocre, ni  menos mezquina, dada las circunstancias es demasiado pedir; pero si con mayor sentido de responsabilidad patriótica. ¿Pues, que eso es ilusorio? Tal vez tenga Ud razón.
Por suerte, para el país y su “gente” -como gustan decir ahora- soplan buenos vientos para la “Embarcación Argentina”  que con una Timonel de Lujo – ante la menor duda, contrástelo con la oposición- llegaremos al anhelado puerto a pesar de los obstáculos.
¡¡Chapeau!! Sra. Presidenta!!!

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