Un año más que transcurre y, por cierto, no sin sobresaltos;
alguien me comentaba que el 2014 como consecuencia de tratarse del año del “caballo”
-conforme al horóscopo chino- mantuvo a
la humanidad al trote. Al preguntarle sobre que animal tutelaría el año 2015,
su respuesta no fue muy esperanzadora: “la cabra”. Imagínense ustedes la poca
gracia que desató semejante información, esto y asociar que el mundo ha de
andar “a los saltos” no es muy descabellado.
Lo concreto es que fuera de estas cuestiones, que por otra
parte uno las toma burlonamente, la humanidad hace muchísimo tiempo que “anda a
los saltos”. Y es imposible acostumbrarse a visualizar la realidad como un
escenario no conflictivo; porque “el conflicto”,
la disputa, el interés, la toma de
posiciones es inherente a la condición humana.
No hay sociedad en el mundo donde el conflicto no tenga
lugar, pues, “la coexistencia” de por sí, siempre es conflictiva; de ahí la
necesidad de regularla a través del derecho. Recordemos que nuestro diccionario
señala que conflicto “es toda oposición o desacuerdo entre personas” o bien “guerra
o combate derivados de una oposición prolongada”.
Ahora bien, “el conflicto” no es ni bueno, ni malo en sí
mismo; pues, será una cosa u otra
conforme a como se desencadene el proceso de resolución. En ocasiones se
tornará en una auténtica tragedia y, en otras, se convertirá en un verdadero
estímulo para el mejoramiento del desarrollo humano.
No existen dudas respecto a que los mejores conflictos son
aquellos que se desatan en un marco de racionalidad, no solo porque los canales
de resolución estarán dotados del equilibrio necesario, sino porque, además, al
confrontar posturas, “la razón” descubrirá nuevos elementos de juicio para
encontrar la solución adecuada.
Ahora bien, la cuestión se agrava cuando una de las partes
en pugna se niega a deslizarse sobre los iluminados campos de la racionalidad,
para situarse deliberadamente en el oscuro terreno del “sin pensar”.
Se llega entonces a la oposición por “la oposición misma”,
lo que no solo suprime de cuajo toda tentativa de acuerdo, sino que desestima toda
posibilidad de enriquecer una discusión que, de darse, sería muy provechosa
para quienes de una forma u otra se hallan relacionados con el conflicto.
En el caso argentino, hace ya varios años que la ciudadanía
viene contemplando una suerte de “conflicto irracional” en lo que respecta a
los destinos políticos de nuestra Nación. Teniendo como protagonistas, por un
lado, un gobierno que, con sus errores, sigue siendo el que mayor propuestas ha
realizado para beneficio de una amplia mayoría de la población y que ha
posibilitado (por más que “el poder mediático” lo niegue) ubicar a la Argentina
dentro de los países dignos de consideración en el plano internacional.
Y por el otro, una “oposición” que lejos de efectuar aportes
significativos a la discusión sobre el presente y futuro de nuestro país, se
empeña en mantener un férreo enfrentamiento con el gobierno constitucional, guiados -en la
mayoría de los casos- por los principios de “la sin razón”, la ausencia
argumental y los medios hegemónicos.
Todo hace suponer que, en el 2015, este “conflicto” en lugar
de desacelerarse va a sufrir un proceso de aligeramiento merced a los comicios
que se desarrollaran en el curso del año. Lo que acentuará el grado de
irreflexión política dominante. De modo que es pasible (y obviamente no es
nuestro anhelo) que el grado de irracionalidad adquiera contenidos aun más
voluminosos que a los que estamos acostumbrados.
De hecho, las recientes declaraciones desvalorizadoras que
hicieron los candidatos opositores (Macri y Massa) respecto a la política en
materia de los derechos humanos, es una muestra más que contundente de la
simpatía hacia la irracionalidad. Que va en línea con los cuestionamientos que
en el orden de la seguridad se hace sobre los denominados “jueces garantistas”.
El problema finca en
que “el ciudadano común” no repara que las garantías constitucionales están
consagradas para su beneficio y no para provecho del que delinque.
La institución del principio de inocencia, del derecho de
defensa en juicio, el derecho a ser juzgado por jueces naturales, de igualdad
procesal, etc. etc., son “herramientas” al servicio de la población a los
efectos de evitar ser sometidos a situaciones de injusticia.
Claro que los incautos partidarios de “la mano dura” (que,
entre otras cosas, no reparan que es “el remedio” que siempre se ha impulsado
en nuestro país y que nunca ha dado resultado; más allá de que para algunos
representa un buen negocio) no se han detenido a pensar que esas “garantías”
lejos de constituir un perjuicio, como diariamente los medios se encargan de
hacerles creer, constituyen una red de protección para su propia persona.
Así se han desarrollado las cosas en el año 2014, muchas
veces marcando un “trote” bajo la rienda mediática, esperemos que el 2015 no
nos depare andar a los saltos; pero aun así debemos esperar con optimismo el
porvenir, más allá de las dificultades que se avecinan.
Para todos aquellos que, de una forma u otra, han tomado
contacto con estas páginas les deseo que tengan ustedes un ¡¡¡¡MUY FELIZ AÑO NUEVO
!!!! Y que en el 2015 los abrace a todos
la Felicidad!!!
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