Todos los días en la Argentina, nos desayunamos con un
conjunto de declaraciones (o denuncias) tan absurdas como las que suele inventar
la tragicomedia periodística local. Ahora bien, cuando no son los periodistas independientes, son los dirigentes (en su mayoría
opositores) los que se destacan en proferir frases célebres que los medios
reproducen para diseminar sus efectos en busca de algunos “incautos lectores de periódicos” tradicionales.
Obviamente, el problema no consiste en leer el diario; el
inconveniente radica en leerlo suponiendo que la versión periodística es “imparcial”
al momento de publicar una nota o reproducir un reportaje.
Un verdadero ejemplo de
ello ha sido la editorial del domingo 27 de mayo de 2013 publicada por el
diario La Nación bajo el título 1933
y las altisonantes declaraciones vertidas por el presidente del Banco Ciudad, Federico
Sturzenegger , reproducidas en los distintos medios y reafirmadas nuevamente en
el día de hoy.
No nos vamos a detener en la editorial de un diario (con tristes
antecedentes antidemocráticos) donde uno de sus dueños nos habló, no hace mucho,
de “la dictadura de los votos” y ahora procura establecer un absurdo
paralelismo entre el gobierno nacional y el Tercer Reich. Pero si vamos a
desmenuzar las manifestaciones expresadas por este opaco economista, de activa
participación en la década del 90, y defensor a ultranza del modelo neoliberal.
El Sr Sturzenegger sostuvo que: “Querer parar la inflación con
juventudes hitlerianas, es como
querer parar a un tren gritándole que pare”. No conforme con eso sostuvo ahora
que: “Yo hice una declaración muy fuerte que hace referencia puntual a un hecho
histórico que puede gustar o no: que ese régimen (el régimen nazi) usó a las juventudes para el
control de precios, eso es real. Ese régimen fue tan atroz que cualquier cosa
que haga cualquier gobierno, de cualquier signo político, que tenga una
reminiscencia con eso debe ser advertido”.
Al parecer, para este dirigente del PRO, el rasgo determinante para encasillar a
un gobierno como nazi consiste, esencialmente, en la actitud que adopte al
momento de combatir la inflación. A su
juicio, si el gobierno en cuestión opta por el control de precios, acompañado
por la participación voluntaria de la ciudadanía; es indefectiblemente, un
gobierno de clara orientación nazista.
Si uno aplicara la “lógica” que gusta emplear Sturzenegger para
realizar ponderaciones políticas debería concluir, por ejemplo, que el gobierno
de Franklin D. Roosevelt ha sido un émulo del gobierno hitleriano.
Por cierto, semejante reduccionismo absurdo es el resultado
de una mezcla de ignorancia con cierta dosis de mendacidad interesada.
Ignorancia porque de tener plena conciencia de los hechos históricos jamás
podría ocurrírsele semejante comparación; y mendacidad porque, aun conociendo
superficialmente los mencionados hechos, no puede desconocer que el control de
precios es una herramienta de política económica que, con éxito o sin él, fue
utilizada por una pluralidad de gobiernos que nada tienen en común con un
régimen totalitario.
Como bien destacábamos anteriormente, fue precisamente el
gobierno de Roosevelt quien en 1941 -es decir, en plena guerra mundial.
¿Deberíamos aclararle al Sr. Sturzenegger en que bando se hallaba EEUU en esa
contienda internacional?- convocó al destacado economista John Kenneth Galbrait quien se encargó de llevar a la práctica un
exitoso control de precios sobre casi la totalidad de los productos internos en
dicho país, reduciendo la inflación a índices cuasi inexistentes. Sin embargo,
creo que nadie con un “mínimo de razón” podría suponer que el gobierno de Roosevelt (por haber adoptado semejante medida) ha pasado a la historia como un claro
precedente de regímenes totalitarios.
La liviandad que encierran expresiones de está naturaleza, confirma el escaso
criterio que tienen ciertos dirigentes opositores en la Argentina de hoy. Sin
duda, estas manifestaciones se enlazan con otras tantas que circulan por los
medios independientes y que tienen por deliberado propósito corroer el ánimo de los
argentinos. Claro que apelan a este tipo de expresiones porque existe una firme
intencionalidad -que, en otros tiempos,
les ha dado un resultado más acorde con sus deseos- consistente en socavar el
apoyo ciudadano y destituir a éste gobierno como fuere.
Históricamente, la aplicación de estos métodos de difamación
no eran otra cosa que el procedimiento habitual para corroer la confianza en
los gobiernos constitucionales (Yrigoyen, Perón, Ilia, Frondizi, etc., etc.) y
dar, de ese modo, “luz verde” a la avanzada golpista para entronizar gobiernos
de facto que restablecieran “los deseos”,
concretamente intereses, del establishment.
Obviamente, luego de la cruenta dictadura del 76 (que
seguramente para algunos dirigentes del PRO, en sintonía con esta línea de
pensamiento, era una variante más de los “gobiernos liberales”; ya que no
proponía el control de precios. A pesar de tener profundas coincidencias con el
nazismo, tanto en lo ideológico como en la praxis), la posibilidad de recurrir
a los golpes de estado con la complicidad de ciertos sectores de las fuerzas
armadas se ha desvanecido, por el momento.
Sin embargo, apelan a los mismos recursos de antaño a la
espera de materializar sus reiterados anhelos. No por casualidad esta clase de “dirigentes”,
en consonancia con los representantes del establishment
mediático, se empeñan diariamente en expresar disparates como éste para
mancillar al gobierno constitucional.
Deploran lo que ellos llaman “populismo”; porque ampliar la
participación popular en lo que se vincule con la construcción de un país es,
ni más ni menos que, reducir las posibilidades de concentrar la riqueza en unos
pocos.
Son sobresalientes discípulos de las enseñanzas de Von
Hayek para quien un gobierno “es bueno y
aceptable” en tanto y en cuanto garantice “el libre funcionamiento del mercado”.
Lo demás no cuenta.
De ahí que para Sturzenegger (al igual que para el diario La Nación) la
dictadura del 76 (con las desapariciones, torturas, muertes, persecuciones y censura) no se asemejó al
régimen nazista; pero sí, en cambio, este gobierno que se atreve a promover el
intervencionismo estatal en la economía.
Sería bueno saber: ¿Cuál sería la posición de estos señores si Hitler hubiese garantizado la libertad de
precios? ¿Tal vez la misma que la que esbozaron en la dictadura?
Una buena manera de descifrar ese enigma (si es que alguno lo desconoce) es recurrir a los periódicos de la época trágica en la Argentina; pero
claro, me temo que no dejaría bien parado a muchos de estos “señores”.
No obstante, es un buen procedimiento para saber cual es la fé democrática que han profesado estos hombres.
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