“Actúa de tal manera
que tu conducta se erija en máxima universal” (I.Kant).
La conformación de patrones morales ecuménicos siempre ha
sido objeto de una incesante búsqueda por parte de las grandes corrientes del
pensamiento filosófico. Claro, pretender en los hechos constituir un corpus
moral al cual se ajuste el comportamiento de la totalidad de las
personas; no deja de ser la expresión de un deseo que, en la realidad, no tiene
posibilidades de materializarse. Se podrá decir que las doctrinas morales no
aspiran, en la práctica, a que el ciento por ciento de los seres humanos
acomode sus accionar en relación a sus principios; no obstante, y aun con la
modesta pretensión de alcanzar un número mayoritario de adherentes la cosa es prácticamente
inviable. Máxime si tenemos en cuenta que el sistema económico (capitalismo), sobre el cual
se asientan las relaciones interpersonales, está no solo desprovisto de valores
morales; sino que, por el contrario, promueve, casi con exclusividad, los
valores mercantiles.
El célebre filósofo prusiano, Inmanuel Kant, intento establecer una regla a la cual debíamos acudir
para comprobar si nuestra conducta era moralmente correcta. Bastaba con
recordar la pretensión de universalidad de nuestro acto; pues, siempre debíamos
actuar de tal forma que nuestra conducta sea susceptible de ser imitada (o
copiada) por el resto de nuestros congéneres. Es decir que, si por ejemplo, un
individuo mentía estaba pretendiendo que la mentira se convierta en un modelo a
seguir; lo que en última instancia, traería aparejada la pretensión de
establecer la hipocresía como principio rector de las relaciones humanas.
Tal vez la humanidad no le ha prestado demasiada atención a “La
crítica de la razón práctica” de Kant; pero no deja de ser un saludable
ejercicio pretender contrastarla con la realidad política argentina de estos últimos días. Al menos para corroborar hacia donde nos
quieren arrastrar determinada clase de personas, algunos de ellos "prestigiosos dirigentes" opositores, que tratan de "esclarecer" a la ciudadanía.
Nadie –excepto los extremadamente ingenuos; que, por otra
parte, abundan- ignora que los medios de comunicación apelan a la mentira, como
método eficaz para alcanzar oscuros intereses.
Obviamente, no son los medios en
sí; sino las personas que conducen
esos medios que no vacilan, al igual que muchos de sus contratados, en
desfigurar la realidad a los efectos de sembrar el malestar y el desgano de la
ciudadanía, tanto en lo que al presente se refiere como a lo que se ajusta al
porvenir.
Sería innumerable la
cantidad de ejemplos que se podrían señalar respecto de “la mentira de los
medios hegemónicos”; tal vez el ejemplo más reciente es el brindado por TN
(Todo Noticias, Grupo Clarín) cuando en el propósito de descalificar la figura
de un intendente del Conurbano bonaerense reprodujo en la pantalla de
televisión el secuestro y muerte de un empresario de la zona acaecido hace cinco años. Si tenemos en
cuenta que dicho acontecimiento, no solo se
presentaba ante los televidentes como un hecho actual, que “ponía de
manifiesto” la inseguridad reinante en la mentada localidad; sino que, a su
vez, se cuestionaba con ello, la gestión del presente intendente del distrito
de Lanús (que, por cierto, no gobernaba en ese entonces; esto es, cuando el
hecho aconteció), es lógico inferir cual era la verdadera intención de la falsa
noticia.Su propósito era, ni más ni menos, que descalificar la imagen de un intendente que se atrevió a permitir la
apertura de nuevos oferentes de servicios de TV por cable en su jurisdicción.
Hablar de la inmoralidad de algunos medios, ya es un hecho
común; el problema es que “el común” de la gente no es del todo consciente de
esos procederes. Y ya sabemos que la mentira cuando no es descubierta, se reputa como verdad.
Pero no solo los “hombres” de medios son los que no se ajustan a la normativa kantiana;
buena parte del espectro político opositor se caracteriza por promover falacias
o, en su defecto, temores infundados.
Un claro ejemplo de esto último es la versión del ex
ministro de Duhalde, Roberto Lavagna, quien en relación al acuerdo firmado por
el gobierno argentino con su par iraní a los efectos de posibilitar la
indagación, en territorio de Irán, de ciudadanos de dicho país por parte de un
juez argentino con la intención de esclarecer la denominada “causa AMIA”,
sostuvo que: “dicho acuerdo encubre un alineamiento ideológico con el régimen
iraní”. Para luego añadir: “es un paso más a la chavización”. Asustando con un “cuco”
(en este caso Chávez) que ha sido legitimado decena de veces por la población de su país.
Ahora bien, uno se preguntará como se puede decir esta clase
de cosas; en que cabeza “racional” o pensante, puede anidar semejante fantasía.
Lo lamentable es que hay un sector de la sociedad que llega a creerlas; de lo contrario, no
se atreverían a exteriorizar esta clase de expresiones. Claro que el ex
ministro sabe que lo que dice no es
cierto; no obstante, no tiene pruritos en sostenerlo. Luego, y para
redondear, desvío su crítica a la estatización del sistema jubilatorio, al
fútbol para todos, a la ley de medios; curiosamente medidas que, directa o
indirectamente, afectaron (y afectan) los intereses del mayor grupo mediático
argentino.
Otros que tampoco contrastan su proceder con la regla de
Kant, son los miembros de Frente Amplio Progresista (FAP), tan “amplio” es su progresismo que no son
pocos los conservadores que adhieren a su propuesta y, obviamente, a sus filas.
Pero más allá de lo difusa y vacua propuesta de esta
corriente política; lo cierto es que su máximo referente (el ex gobernador H.
Binner) al igual que los dirigentes que lo acompañan “convierten” su propia ineficiencia
política en responsabilidad de
terceros. Así es como recientemente, y a raíz de lo que viene aconteciendo
en la provincia de Santa Fe, salen a culpar al gobierno nacional por el avance
del narcotráfico en dicha jurisdicción.
Si tenemos en cuenta que la conducción política de la provincia
la ejerció el mismísimo Hermes Binner, desde el año 2007 al 2011; y que luego
lo sucedió su propio compañero de partido, y actual gobernador, Antonio Bonfatti, es
cuando menos razonable realizar una autocrítica al respecto. Desde luego, estos
señores conciben a “la crítica” como sinónimo de oponerse; jamás se les ocurrirá
hacerlo en el sentido profesado por Kant, es decir, como método a través del
cual sometemos nuestros conocimientos, valores y creencias, al tribunal de la
razón. Es lógico, ya que el empleo de
la razón siempre requiere de un mínimo de esfuerzo, de ahí que siempre sea
mucho más fácil responsabilizar al otro y no reparar en los detalles. Tal vez la
sugerencia del ex gobernador santafecino, es que el gobierno nacional se haga cargo de las
fuerzas de seguridad provincial. En ese caso -y esto obviamente debemos tomarlo
sarcásticamente- la responsabilidad del gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner ha sido dejarlo que decida solo como gobernador y no haber “intervenido
oportunamente la provincia” para decidir por él.
No obstante, a Hermes Binner deberíamos recordarle aquel viejo
pero eficaz precepto del derecho privado: “nadie
puede alegar, en su beneficio, la propia torpeza”.
Como vemos la
irracionalidad ha llegado a extremos irreproducibles. Ésta nueva
modalidad desarrollada por el macrismo, desde un principio, se está
tornando consuetudinaria en materia política: “echarle la culpa al otro”.
Nos recuerda aquella frase, si bien expresada en otro
contexto, de Sartre: “el infierno
son los otros”. Aunque es extremadamente difícil imaginar que Mauricio Macrí
haya leído algún texto del filósofo francés.
Por cierto, más irracionales han sido las expresiones
vertidas por otro santafecino (hombre del macrísmo) con aspiraciones a gobernador;
eso sí -según él- caracterizado, conforme a su campaña electoral anterior, como hombre "de tolerancia y de diálogo”. Nos referimos al
ex cómico Miguel Del Sel, quien en una entrevista teatral calificó a nuestra
Presidente de “vieja chota e hija de puta”.
Es muy probable que, en este caso, Del Sel se haya ajustado
sin ambages a la sugerencia kantiana; es
decir, su pretensión apunta a que “todo el mundo” agravie en forma soez a la Presidente. Y, por extensión, a todos aquellos que no “piensen” –y cuando
escribo esto, no puedo dejar de evaluar lo bajo que ha caído el significado del
verbo pensar- como él.
De todas maneras, la Presidente no debería sentirse
agraviada; sino considerar esas expresiones de la personalidad de quien
proviene. Y recordar las enseñanzas de otro destacado filósofo, para el caso
mucho más antiguo, nos referimos a Epicuro
cuando decía: “No me preocupo de agradar
a todos. Lo que a ellos les gusta, yo lo ignoro, y lo que yo sé, sobrepasa su
entendimiento”.
Es verdad que los miembros del PRO (Propuesta Republicana), no se
caracterizan por el aporte de ideas, por la solidez argumental, por su vocación
deliberativa; pues, siempre intentan trasladar el eje de la discusión de lo
central a lo nimio, lo banal, lo frívolo, rehuyendo de esa forma a las cuestiones
políticas relevantes.
No por casualidad siguen esforzándose en la tarea de “incorporar
famosos” a sus listas de candidatos; sin demostrar la más mínima intención de
incorporar gente con ideas.¿Ideas? ¿Que es eso?
Al parecer esa no es una exigencia que requieran sus
adherentes; sin embargo, sería cuando menos saludable que se les exigiese un mínimo
de respeto para con los demás. Claro que la exigencia se torna extremadamente difícil para un partido que modela su
posicionamiento en función de los principios rectores, no ya de la moral, sino
del marketing político.
Se podrá argüir, no sin razón, que algunos miembros del
oficialismo tampoco adscriben a los postulados kantianos; y lo concreto, es que
nadie en su sano juicio pretende concebir, en la práctica, una sociedad forjada
al calor del “deber ser”. El "deber ser" es siempre una aspiración.
Parafraseando a Nietzsche
podría decir que “La sociedad real vale mucho más que cualquier sociedad
deseada o soñada”. Ya que la sociedad de
los sueños, solo es susceptible de hallarla en el terreno de la imaginación.
Sin
embargo, “la sociedad real” siempre es posible de ser mejorada si nos atenemos
a “criterios de razonabilidad” al momento de discutir políticas. Cosa que por
desgracia, y al parecer, está ausente en vastas franjas de los miembros de la
oposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario