En más de una ocasión los argentinos hemos confirmado
aquella vieja expresión que sostiene que “la realidad supera ampliamente la
ficción”. Claro que cuando la realidad sobrepasa recurrentemente los límites
ficcionales no es desatinado pensar qué, o bien nos encontramos en una sociedad
en la que buena parte de sus miembros padecen un determinado tipo de patología;
o que en el interior de la misma existe un importante número de estructuras
(especialmente comunicacionales) cuyo propósito se orienta a distorsionar “lo
real” y desdibujar la frontera que la separa de la ficción.
Lo concreto es que en la Argentina de estos últimos tiempos “realidad”
y “ficción” se han entremezclado tanto que no resulta sencillo distinguir cual
es una y cuál es la otra. Obviamente, “el gran manipulador de confusiones” (los
grandes medios) es el peor enemigo de la libertad. Puesto que con su accionar
condiciona “la visión de la realidad” de una amplia franja de la población que,
sin percatarse de sus oscuros propósitos, internaliza esa “visión”
acríticamente.
De ese modo, un sector importante de la sociedad lejos de “atreverse
a pensar por sí mismo” -como bien lo sugerían las voces más destacadas del
iluminismo-, adoptan como propio “el pensar” editado por los medios. Claro, la “adopción”
es sencilla, no requiere de esfuerzos o razonamientos; simplemente hacerse eco
de “la información” mediática.
Así se va configurando un ejército de “teledirigidos” que
solo “ven” aquello que se les muestra como “lo real”; sin reparar en que, como
en los actos de magia, el escenario ha sido previamente preparado para que el
espectador no sospeche de los trucos.
El problema obviamente trasciende los límites de nuestra
geografía y se torna en uno de los problemas más graves que, en el futuro,
deberá padecer (si bien ya lo está padeciendo) el género humano si el mencionado
ejército sigue creciendo; de ahí la necesidad de denunciar recurrentemente la
inescrupulosidad de las grandes corporaciones mediáticas.
Pero volviendo a nuestro país, es verdaderamente irritante
observar como la corporación mediática se empeña sistemáticamente en distorsionar
la realidad para desestabilizar al gobierno; no solo con el acompañamiento
incondicional de “las marionetas opositoras”, sino también con el apoyo del más
rancio conservadurismo de la estructura judicial. Evidentemente, si hacemos un
breve y conciso repaso por la historia podríamos observar que el grado de
responsabilidad que le cupo al Poder Judicial en la quiebra del orden
constitucional argentino no ha sido menor. Por el contrario, basta recordar la
acordada de 1930 dictada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación donde se
convalidó el derrocamiento del gobierno constitucional de Don Hipólito
Yrigoyen, legitimando la apropiación del poder por parte de un gobierno de
facto. Hecho éste que posibilitó sentar un precedente de sumo valor para el
establecimiento de futuros gobiernos dictatoriales.
Ni hablar del elevado número de funcionarios del poder
judicial (jueces, fiscales, etc.) que, en su momento, juraron en favor del
Estatuto de Reorganización Nacional consagrándolo por encima de la propia
Constitución. De ahí que suponer que toda la estructura judicial este
impregnada de un auténtico espíritu democrático es cuando menos una ingenuidad.
Por ello no es motivo de sorpresa la convocatoria que para
el próximo 18 de febrero anunciaron un número reducido de fiscales que, en
apariencia, se muestra bajo la fachada de un homenaje al ex fiscal Nisman; pero
que en los hechos -y si uno piensa por sí mismo- no deja de visualizar una
clara intencionalidad política.
Lo paradójico de todo esto es que los propios fiscales
cuestionados por los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA sean los
convocantes de la marcha, al igual que aquellos que oportunamente reivindicaron
la actuación del juez Galeano en relación con dicho atentado, hoy procesado por
encubrimiento y distorsión de pruebas.
Por otro lado, homenajear a alguien por haber tenido la
desgracia de morir (sea por la causa que fuere) y no por su excelente labor en
el ejercicio de su profesión es, en principio, un “homenaje” un poco extraño. Máxime
si reparamos en los nulos o escasos avances que ha tenido la causa a su cargo y
en la vergonzosa actitud de sometimiento -esto hay que decirlo- a las
sugerencias impartidas desde el exterior para direccionar la investigación.
La ausencia de una labor eficaz, al parecer, solo pudo “taparse”
con una denuncia insostenible hacia la figura presidencial. De la cual se hace
eco un sector de la denominada “justicia” y se encargan de sobredimensionar los
“títeres opositores” y los medios de comunicación. Mucho se habla del fiscal,
pero poco se menciona los “logros” de su labor a lo largo de todos estos años que,
en apariencia, se reduce a su “significativa” denuncia.
Tras cartón y apoyando la marcha aparecen “destacadas
personalidades” reclamando “justicia” como: Luis Barrionuevo, “Momo” Venegas,
Hugo Moyano, Cecilia Pando, etc., etc.; claro que el concepto de “justicia” que
ellos esbozan es, sin lugar a dudas, muy particular.
Tan particular como el que manifiestan las autoridades de la
DAIA y la AMIA que, vaya casualidad, nunca coinciden con los planteos de los
familiares de las víctimas. Y por supuesto, no es menor recordar que la primera
de esas entidades jamás realizó una autocrítica respecto de la supuesta participación
como encubridor de su ex presidente, Rubén Beraja, uno de los procesados en el juicio por
encubrimiento.
Sin embargo, aun a sabiendas de que la convocatoria del 18F
es motorizada por fiscales cuestionados en la denominada “causa AMIA”, ambas
entidades deciden asistir a la marcha. Evidentemente a esta altura de las
circunstancias la maravillosa letra de Discépolo reflejada en “cambalache” ha
sido superada ampliamente por la realidad actual.
Para colmo de males reaparecen “los buitres” dando clase de
moral, ahora acusan de “enriquecimiento ilícito” a determinados funcionarios
oficiales, entre ellos un aspirante a la candidatura presidencial - a propósito de esto, sería bueno que el
vicegobernador Mariotto repare mejor en la biografía de su candidato para que
cese en su reclamo de unidad- , aportando así un elemento más para que los
medios reproduzcan la falsa acusación.
Las respuestas del ministro del interior y transporte,
Florencio Randazzo, y del ministro de economía, Axel kicillof, fueron inmediatas
y quedo al desnudo la falacia del
proceder “buitrista”; solo que la corporación mediática se encargó de ocultarlas
para dejar instalada la sospecha sobre los falsamente denunciados.
Por cierto, la fuerza de tarea estadounidense-argentina
(ATFA), perteneciente a los “fondos buitres”, ha sido la primera en cuestionar
el memorándum de entendimiento con Irán ; de ahí que, como algunos asocian, también
surjan razonables sospechas respecto de que la campaña desestabilizadora cuente
con el deliberado apoyo de ese sector. Tal vez dos de sus referentes más
notorias en el ámbito local, Patricia Bullrich y Laura Alonso, puedan decir
algo al respecto. Y a propósito de eso, no deja de ser llamativo que estas dos
legisladoras hayan hablado reiteradamente con el ex fiscal antes de su
anunciada presentación en el Congreso. ¿Acaso para coordinar acciones que
debían desarrollar en el parlamento? No lo sabemos, aunque si así fuere no se
hubiera tratado obviamente de una presentación espontánea.
Lo concreto es que aquello de que “el siglo XX es un
despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue”, ha de quedar
reducido a la nimiedad si en el siglo XXI la Argentina se perfila por esta
senda. Con buen tino sostenía en uno de sus artículos (bajo el título: Frenar
la locura) Hugo Presman lo que estamos viviendo:
Una
muestra en pequeño de una promiscuidad llamativa e irritante entre presuntos
denunciadores y encubridores, puede observarse en el cumpleaños en enero de
este año de Marta Nercellas, la abogada que comandó un equipo de abogados
durante más de una década en representación de la DAIA y personalmente de su
entonces presidente Rubén Beraja, que entre sus invitados contaba nada menos
que con el procesado “Fino” Palacios, (imputado en el juicio de encubrimiento
que con suerte se concretará en el segundo semestre de este año) información
aparecida en Ámbito Financiero del martes 27 de enero y nunca desmentida. Para
colmar el vaso, también estaba presente la actual jueza a cargo del caso
Nisman, la Dra. Fabiana Palmeghini; el actual abogado de la DAIA Miguel
Bronfman, el juez de la servilleta Claudio Bonadío, hoy puesto en un pedestal
por la oposición, a pesar de haber cajoneado durante años la falsa denuncia de
Telleldín contra los policías de la bonaerense; el ex presidente de la
DAIA Jorge Kirszenbaum, quien en el 2006 recibió la justa crítica de
Memoria Activa por haber dicho: “el procesamiento al Sr. Ruben Beraja
constituye un ataque a la comunidad judía en su conjunto así como que la
resolución judicial dictada por el Juez Ariel Lijo transforma a las víctimas en
victimarios". Por si lo mencionado no fuera suficiente, también estaba
presente el Fiscal General Ricardo Sáenz, el superior de la fiscal de la
causa Nisman Viviana Fein.
Curiosamente Bonadío y Sáenz son dos de los convocantes a la
marcha. Así estamos, lo cierto es que el 18 de febrero más que un homenaje a
Nisman, huele más a intenciones ocultas
que a un recordatorio de buena fe. El año electoral ha comenzado y como era de
esperar las cosas más extrañas pueden acaecer.
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