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viernes, 4 de abril de 2014

Algo huele mal en Argentina










Bastó que la presidente anunciase el envío al parlamento de un anteproyecto de Código Penal para que el clima se enrareciera en nuestra sociedad. Repentinamente un político oportunista, pero de estrechos vínculos con los propietarios de los grandes medios comunicación hegemónicos -nos referimos a Sergio Massa- salió a la palestra a hablar sandeces sobre la mentada reforma y convocando, a su vez, a juntar firmas para evitar el tratamiento del anunciado proyecto.
Sus socios, los “mass media dominantes, se encargaron de difundir sus falaces expresiones a toda hora y en cuanto programa de radio o televisión se emitiese, generando de ese modo en buena franja de la población mediática -que, por otra parte, no es poca- una sensación de rechazo no solo a semejante iniciativa; sino a todo aquél que viera con buenos ojos una reforma de estas características que, en los hechos, redundaría en beneficio de un cuerpo legislativo más armónico y eficaz para el procedimiento judicial.
Así, en forma sistemática, pudimos observar y escuchar a los conductores de programas de “chimentos farandulescos” hablar de “excarcelaciones”, “reincidencias”, “prisión perpetua” y hasta de las bondades del “encarcelamiento masivo” para culminar con la “inseguridad reinante”  en nuestro país.
Claro que la gran mayoría hablaba sin tener la más remota idea de lo que estaban aduciendo; ya que opinar sin tomarse la molestia de interiorizarse respecto de un tema (con el agravante de que muchos de estos “opinadores” no hablan gratuitamente, sino que les pagan elevadas sumas de dinero por verter opiniones desde la ignorancia) es una constante en los medios argentinos y, muy especialmente, en aquellos que se desarrollan en el ámbito televisivo.
Por otra lado, si los supuestos periodistas “serios” de los “medios independientes” no están dispuestos a discutir con conocimiento de causa o con la más honrosa intención de brindar un tratamiento razonable a una cuestión que nos compete indefectiblemente como sociedad civilizada; mucho menos, podemos reprochar la conducta de quienes conducen programas de chimentos que, en el afán de obtener unos puntos de rating, incursionan en temas que desconocen y que hacen, específicamente, al bienestar de la sociedad.
Con esto no estamos proclamando la necesidad de coartar la libertad de expresión; sino, por el contrario, procurar que aquellas expresiones que se viertan y salgan a la luz en los medios masivos de comunicación tengan un componente racional que facilite el normal desarrollo de la coexistencia humana.
Lo cierto es, que todo esto generó una suerte de indignación injustificada hacia la reforma y una predisposición a la “demagogia punitiva” motorizada por los medios de comunicación que, para añadir “más leña al fuego",  comenzaron a machacar reiteradamente con los delitos urbanos. Desencadenando, de ese modo, una predisposición hacia el odio (lo hemos escuchado en algunas de esas situaciones que se mostraban en pantalla, como la conocida expresión: “a estos negros hay que matarlos”), al divisionismo social y al desprecio por el estado de derecho.
No deja de resultar llamativo observar como a partir del mentado anuncio de reforma del Código Penal comienzan inesperadamente a multiplicarse los delitos en el Conurbano.
Cuando –sarcasmo mediante- conforme a las declaraciones de Massa los delincuentes deberían esperar que se sancione el “nuevo código” para salir a delinquir ya que supuestamente (en verdad, falsamente) “beneficiaría a los delincuentes”. Sin embargo, notoria paradoja,  la “ola de delincuencia” desatada tiene lugar mientras rige el actual Código.
No desconocemos los índices de delincuencia que existen en nuestro país; pero no dejan de oscilar (lo que no significa que nos debemos dar por satisfechos) entre la media de la que poseen muchos países europeos, por citar una referencia. No obstante, no vemos  que en aquel rincón geográfico la gente se predisponga a linchar a los delincuentes por arrebatar una cartera o por sustraer una campera. Por el contrario, también reclaman por la inseguridad -observemos Francia por ejemplo- pero siempre en el marco del Estado de Derecho.
Y aquí es donde debemos focalizar nuestra visión. ¿Por qué el discurso dominante en los medios masivos de comunicación encierra un inquietante desprecio por el Estado de Derecho? ¿Porqué se trata de engañar a la población con un enfoque punitivista que ha dado muestras de ser ineficaz al momento de prevenir el delito en todas partes del mundo? ¿Acaso será que para los sectores dominantes es más “saludable” la existencia del actual Código Penal que rige desde 1921?
Lo concreto es que en el afán de pretender evitar la modificación del Código y realzar la figura del político punitivista, Sergio Massa, con miras a las elecciones del año próximo, los medios hegemónicos están instalando un discurso por demás peligroso para la convivencia pacífica entre los argentinos. Así hartos de delitos, no ya padecidos -puesto que entre los eventuales agresores a los presuntos delincuentes, la mayoría no sufrió daño alguno sobre sus bienes o su persona, sino contemplados a través de la televisión- una franja de nuestra población optó por sumarse al linchamiento de quienes realizaron determinados actos ilícitos como el hurto de un reloj o el robo de una campera.
Sin dejar de destacar los intentos de linchamiento que determinaron la muerte de un inocente que nada tenía que ver con el robo cometido, o la paliza que recibieron dos muchachos por “portación de rostro” que se salvaron, milagrosamente, de integrar la lista de los que ya no existen. Hechos éstos a lo que los medios no le han dado demasiada trascendencia.
 Es tal el grado de irracionalidad del discurso que se está gestando que ya ni siquiera se reivindica la “pena talional” (es decir, “la del ojo por ojo...”). Sino que es peor, ya no guarda relación alguna con el daño causado; es suficiente con haber robado un reloj o un objeto de menor valor, aun sin armas, como para merecer ser linchado.
En definitiva, esta lógica sirve para aumentar los niveles de violencia, ¿O acaso suponemos que aquél delincuente que hasta hoy salía desarmado para robar o hurtar objetos de valores menores, ante la posibilidad de ser “linchado”, lo seguirá haciendo desprovisto de armas?   
Alarma la irresponsabilidad mediática en estos temas. Su proceder conduce a aumentar la escalada de violencia, como si en el fondo procurase la desintegración de la sociedad; o como dirían los viejos contractualistas: a la supresión del denominado “Contrato Social”.
Que consistía en aquella idea de que los hombres abandonaban el estado de naturaleza para someterse a las condiciones que establecía el imaginario “Contrato”; obligándose, de ese modo, a respetar las leyes que la propia sociedad imponía para cada uno de sus miembros.  
No obstante, fue precisamente un revolucionario francés, Jean Paul Marat, quien ya en el siglo XVIII se preguntaba hasta que punto aquellos individuos que solo obtienen de la sociedad desventajas y marginación están obligados a respetar las leyes. ¿Acaso si la sociedad los excluye, dejándolos librados a su desgraciada suerte, no es forzarlos en cierto modo a retornar al “estado de naturaleza”? ¿El procurar lincharlos no se corresponde con esa  nefasta idea de expulsarlos definitivamente de la sociedad en vez de integrarlos?
Como vemos la vieja máxima que Maquiavelo mencionara en su famosa obra, El Príncipe: “Divide y reinaras”, sigue siendo muy eficaz para manipular a la gente.
Los medios la han usado, eficientemente, en su pelea contra el kirchnerismo. Y ahora la ponen en práctica nuevamente para “agitar el temor a la inseguridad”, ensalzar un candidato que promete “que quien las hace las pague” y polarizar las visiones sociales sobre la base de una simpleza insustancial.      
Sería extremadamente bueno detenernos a analizar estas cosas seriamente y no dejarse llevar por el discurso mediático de los medios hegemónicos que, entre otras cosas  y con oscuros propósitos políticos, se empeñan en fomentar el odio y la punición.   

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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    1. Por error, no se que aprete y elimine tu comentario. De todos modos gracias por tus palabras.

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  2. Mientras siga escribiendo, está perdonado! :)
    Repito: Excelente!

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