Bastó que la presidente anunciase el envío al parlamento de
un anteproyecto de Código Penal para que el clima se enrareciera en nuestra
sociedad. Repentinamente un político oportunista, pero de estrechos vínculos
con los propietarios de los grandes medios comunicación hegemónicos -nos
referimos a Sergio Massa- salió a la palestra a hablar sandeces sobre la
mentada reforma y convocando, a su vez, a juntar firmas para evitar el
tratamiento del anunciado proyecto.
Sus socios, los “mass
media” dominantes, se encargaron
de difundir sus falaces expresiones a toda hora y en cuanto programa de radio o
televisión se emitiese, generando de ese modo en buena franja de la población
mediática -que, por otra parte, no es poca- una sensación de rechazo no solo a
semejante iniciativa; sino a todo aquél que viera con buenos ojos una reforma
de estas características que, en los hechos, redundaría en beneficio de un cuerpo
legislativo más armónico y eficaz para el procedimiento judicial.
Así, en forma sistemática, pudimos observar y escuchar a los
conductores de programas de “chimentos farandulescos” hablar de “excarcelaciones”,
“reincidencias”, “prisión perpetua” y hasta de las bondades del “encarcelamiento
masivo” para culminar con la “inseguridad reinante” en nuestro país.
Claro que la gran mayoría hablaba sin tener la más remota
idea de lo que estaban aduciendo; ya que opinar sin tomarse la molestia de
interiorizarse respecto de un tema (con el agravante de que muchos de estos “opinadores”
no hablan gratuitamente, sino que les pagan elevadas sumas de dinero por verter
opiniones desde la ignorancia) es una constante en los medios argentinos y, muy
especialmente, en aquellos que se desarrollan en el ámbito televisivo.
Por otra lado, si los supuestos periodistas “serios” de los “medios
independientes” no están dispuestos a discutir con conocimiento de causa o con
la más honrosa intención de brindar un tratamiento razonable a una cuestión que
nos compete indefectiblemente como sociedad civilizada; mucho menos, podemos
reprochar la conducta de quienes conducen programas de chimentos que, en el
afán de obtener unos puntos de rating, incursionan en temas que desconocen y que
hacen, específicamente, al bienestar de la sociedad.
Con esto no estamos proclamando la necesidad de coartar la
libertad de expresión; sino, por el contrario, procurar que aquellas
expresiones que se viertan y salgan a la luz en los medios masivos de comunicación
tengan un componente racional que facilite el normal desarrollo de la
coexistencia humana.
Lo cierto es, que todo esto generó una suerte de indignación
injustificada hacia la reforma y una predisposición a la “demagogia punitiva”
motorizada por los medios de comunicación que, para añadir “más leña al fuego",
comenzaron a machacar reiteradamente con
los delitos urbanos. Desencadenando, de ese modo, una predisposición hacia el
odio (lo hemos escuchado en algunas de esas situaciones que se mostraban en
pantalla, como la conocida expresión: “a estos negros hay que matarlos”), al
divisionismo social y al desprecio por el estado de derecho.
No deja de resultar llamativo observar como a partir del
mentado anuncio de reforma del Código Penal comienzan inesperadamente a
multiplicarse los delitos en el Conurbano.
Cuando –sarcasmo mediante- conforme a las declaraciones de
Massa los delincuentes deberían esperar que se sancione el “nuevo código” para
salir a delinquir ya que supuestamente (en verdad, falsamente) “beneficiaría a
los delincuentes”. Sin embargo, notoria paradoja, la “ola de delincuencia” desatada tiene lugar
mientras rige el actual Código.
No desconocemos los índices de delincuencia que existen en
nuestro país; pero no dejan de oscilar (lo que no significa que nos debemos dar
por satisfechos) entre la media de la que poseen muchos países europeos, por citar
una referencia. No obstante, no vemos que
en aquel rincón geográfico la gente se predisponga a linchar a los delincuentes
por arrebatar una cartera o por sustraer una campera. Por el contrario, también
reclaman por la inseguridad -observemos Francia por ejemplo- pero siempre en el
marco del Estado de Derecho.
Y aquí es donde debemos focalizar nuestra visión. ¿Por qué el
discurso dominante en los medios masivos de comunicación encierra un
inquietante desprecio por el Estado de Derecho? ¿Porqué se trata de engañar a
la población con un enfoque punitivista que ha dado muestras de ser ineficaz al
momento de prevenir el delito en todas partes del mundo? ¿Acaso será que para
los sectores dominantes es más “saludable” la existencia del actual Código
Penal que rige desde 1921?
Lo concreto es que en el afán de pretender evitar la
modificación del Código y realzar la figura del político punitivista, Sergio Massa,
con miras a las elecciones del año próximo, los medios hegemónicos están instalando
un discurso por demás peligroso para la convivencia pacífica entre los
argentinos. Así hartos de delitos, no ya padecidos -puesto que entre los eventuales
agresores a los presuntos delincuentes, la mayoría no sufrió daño alguno sobre
sus bienes o su persona, sino contemplados a través de la televisión- una
franja de nuestra población optó por sumarse al linchamiento de quienes
realizaron determinados actos ilícitos como el hurto de un reloj o el robo de
una campera.
Sin dejar de destacar los intentos de linchamiento que
determinaron la muerte de un inocente que nada tenía que ver con el robo
cometido, o la paliza que recibieron dos muchachos por “portación de rostro”
que se salvaron, milagrosamente, de integrar la lista de los que ya no existen.
Hechos éstos a lo que los medios no le han dado demasiada trascendencia.
Es tal el grado de
irracionalidad del discurso que se está gestando que ya ni siquiera se
reivindica la “pena talional” (es decir, “la del ojo por ojo...”). Sino que es
peor, ya no guarda relación alguna con el daño causado; es suficiente con haber
robado un reloj o un objeto de menor valor, aun sin armas, como para merecer
ser linchado.
En definitiva, esta lógica sirve para aumentar los niveles
de violencia, ¿O acaso suponemos que aquél delincuente que hasta hoy salía
desarmado para robar o hurtar objetos de valores menores, ante la posibilidad
de ser “linchado”, lo seguirá haciendo desprovisto de armas?
Alarma la irresponsabilidad mediática en estos temas. Su
proceder conduce a aumentar la escalada de violencia, como si en el fondo
procurase la desintegración de la sociedad; o como dirían los viejos
contractualistas: a la supresión del denominado “Contrato Social”.
Que consistía en aquella idea de que los hombres abandonaban
el estado de naturaleza para
someterse a las condiciones que establecía el imaginario “Contrato”; obligándose,
de ese modo, a respetar las leyes que la propia sociedad imponía para cada uno
de sus miembros.
No obstante, fue precisamente un revolucionario francés,
Jean Paul Marat, quien ya en el siglo XVIII se preguntaba hasta que punto
aquellos individuos que solo obtienen de la sociedad desventajas y marginación
están obligados a respetar las leyes. ¿Acaso si la sociedad los excluye,
dejándolos librados a su desgraciada suerte, no es forzarlos en cierto modo a
retornar al “estado de naturaleza”? ¿El procurar lincharlos no se corresponde
con esa nefasta idea de expulsarlos
definitivamente de la sociedad en vez de integrarlos?
Como vemos la vieja máxima que Maquiavelo mencionara en su famosa
obra, El Príncipe: “Divide y reinaras”, sigue siendo muy eficaz para manipular
a la gente.
Los medios la han usado, eficientemente, en su pelea contra
el kirchnerismo. Y ahora la ponen en práctica nuevamente para “agitar el temor
a la inseguridad”, ensalzar un candidato que promete “que quien las hace las
pague” y polarizar las visiones sociales sobre la base de una simpleza
insustancial.
Sería extremadamente bueno detenernos a analizar estas cosas
seriamente y no dejarse llevar por el discurso mediático de los medios hegemónicos
que, entre otras cosas y con oscuros propósitos
políticos, se empeñan en fomentar el odio y la punición.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarGracias Lilian!!
EliminarPor error, no se que aprete y elimine tu comentario. De todos modos gracias por tus palabras.
EliminarMientras siga escribiendo, está perdonado! :)
ResponderEliminarRepito: Excelente!