“La corrupción escandalosa en este gobierno es emblemática” (Nelson Castro, periodista “independiente”)
Resulta interesante observar como “el más corrupto” de los gobiernos nacionales, conforme lo denomina la jauría de periodistas independientes, ha sido precisamente el que no solo puso fin al proceso de endeudamiento creciente de la Argentina; sino que además posibilitó una recuperación y un crecimiento económico jamás experimentado a lo largo de nuestra historia. En contraste con ello, los gobiernos “menos corruptos” -y solo por citar a dos que le antecedieron: Menem y De la Rúa por ejemplo- no sólo condujeron al país al borde del abismo social con todo lo que semejante situación implica; sino que además acrecentaron el endeudamiento externo a niveles insostenibles despojando, a su vez, al erario público de todo su patrimonio.
Por cierto, mucho más llamativo resulta el modo en que el actual gobierno (y siguiendo con la “interpretación independiente” que diariamente nos ofrecen los Majul, Lanata, Leuco, Solá, Longobardi , los Castro y los Bonelli) se empeña en “comprar voluntades” para que luego apoyen las políticas oficiales. Lo curioso es que, al parecer, se encuentran “tan bien pagos” que el grado de adhesión ya merodea en las proximidades del 50%, hecho éste que resulta por demás “preocupante”. Al fin de cuentas, si “el gobierno más corrupto de la historia” cuenta con ese elevado nivel de adhesión ciudadana; no es descabellado afirmar (al menos, por carácter transitivo) que la ciudadanía argentina se caracteriza por tener una fuerte propensión a la corrupción.
Claro que ninguno de los “oficialistas pagos” va a andar expresando por la calle su marcada predisposición corrupta y, por el contrario, han de ser extremadamente cautos en no dejar indicio alguno que revele esa férrea inclinación. No obstante, y como en todos los órdenes, habrá una ínfima minoría que seguramente no estará contaminada y será “la excepción que confirma la regla”. Por suerte, y conforme sostiene el ejército de “moralizadores independientes” el 50% antikirchnerista (sí, sí, al parecer ha desaparecido la “ciudadanía independiente”; según ellos se es K o anti k. Además, el término “independiente” es exclusivo de este círculo de periodistas, pues, los demás son “comprados”) representa “la Argentina de la moralidad”. Claro que, necesariamente, en esta franja se ubican los “probos” representantes de la década de los 90, los simpatizantes de los fondos buitres, los empresarios que en el coloquio de IDEA expresaron de puño y letra sin prurito alguno que era “razonable” ofrecer una coima a cambio de una prestación, los políticos de la oposición, los medios opositores, “la gente” (concepto que, como es obvio, no “alberga en su interior” a quienes simpatizan o se muestran condescendientes con el oficialismo) y nuestros queridos “periodistas independientes” que para nuestra suerte hace más de 40 años que monopolizan la comunicación mediática, de lo contrario, “los niveles de inmoralidad” serían espeluznantes. ¿Se imaginan ustedes como sería la sociedad argentina si estos divulgadores de “la verdad” y de “la ética” no nos ofreciesen a diario la información indispensable para salir de la ignorancia?
Y a propósito de la ignorancia, he allí la fuente en la que abrevan la mayoría de los seguidores de este gobierno. Alguno de estos “comprados seguidores” podrá decir que este es el gobierno que más presupuesto educativo destinó a la educación y que en virtud de ello, se produjo un notorio incremento de las escuelas y universidades públicas. Claro que quien esboza este argumento, no repara en que eso se hizo al solo efecto de “invisibilizar” la corrupción. Pues, si no hiciesen esas cosas, la corrupción sería extremadamente ostensible.
Pero aun así, y para sostener estos niveles “extremos de corrupción”, el gobierno ha tenido que instalar desde el poder “un régimen nazi” de tal modo que, reforzando su concepción autoritaria, sancionó la polémica ley de medios audiovisuales. Borrando, a través de ella, “las voces opositoras” en los medios de comunicación; y dejando al parecer solo “unos pocas” como para revestirse de una imagen democrática y no despertar sospechas en la población. Posteriormente, avanzó “escandalosamente” -recurriendo al mismo término que empleo el conocido CEO del “Grupo Clarín” en cierta ocasión; “Grupo” que por otra parte, financia el accionar de una conocida franja de “periodistas independientes”- sobre el Poder Judicial -“evitando” el procesamiento de sus funcionarios- y, muy especialmente, sobre la Corte Suprema de Justicia que también, para no dejar al desnudo su incondicional grado de sometimiento al “régimen”, sancionó una serie de fallos adversos a los intereses gubernamentales al solo efecto de encubrir su genuflexión.
Algún ingenuo podrá argüir que éste gobierno, a diferencia del nazismo, no persiguió a nadie políticamente, que tampoco optó por reprimir las protestas opositoras, que no suprimió la actividad parlamentaria, que no conculcó los derechos y garantías permitiendo la continuidad del Estado de Derecho, que no violentó ni el más elemental artículo la Constitución y que, como es obvio, jamás promovió el exterminio de grupo humano alguno; lo cierto es que, en los hechos, y conforme a la interpretación que entre líneas nos brinda “el periodismo independiente” esas argumentaciones no son más que simples “menudencias discursivas” a las que apelan los partidarios del “régimen” para ocultar su verdadero rostro signado por la esvástica.
¿O acaso se olvidan de la amenaza que sufrieron “los periodistas independientes” que vieron peligrar sus vidas por “difamar”, perdón digo por difundir sus “verdades”? ¿No fue el mismo Daniel Sabsay quien, recientemente, bajo su condición de judío estableció un símil entre el régimen nazi y el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner? No van a creer ustedes que el serio “constitucionalista”, tan proclive a frecuentar los programas de la prensa “libre e independiente”, va a estar dispuesto a banalizar un hecho tan repudiable y costoso a la humanidad como lo fue el nazismo.
Y si bien es cierto, que muchos otros miembros de la colectividad han salido a repudiar sus expresiones, lo más coherente es que no se les haya prestado atención a estas voces (tal cual lo hicieron los “medios informativos independientes”); ya que seguramente han de ser “colaboracionistas pagos” del gobierno K.
Por otro lado, el hecho de que ciertos y determinados periodistas no hayan sufrido ni un rasguño, ni padecido siquiera un conato de agresión, no significa que estén seguros frente al “régimen”. ¿O acaso no es todo posible en la dimensión del futuro? En cuanto al pasado y el presente, si bien debemos reconocer que no ha sucedido nada, deberíamos afirmar que, definitivamente, ha sido merced a la suerte.
La misma suerte que tuvo este gobierno para verse beneficiado durante todos estos años con el inesperado “ viento de cola” que, sin dudas, trajo aparejado cierto bienestar económico para una amplia franja de la población. ¿O alguien supone puerilmente que las decisiones políticas son capaces de modificar la realidad? Quien sería capaz, estando en su “sano juicio”, de llegar a creer, por ejemplo: que la recuperación económica argentina tiene que ver con la instrumentación de políticas contrarias a las sugeridas por el neoliberalismo. Pues, alguien puede afirmar a ciencia cierta que la asignación universal por hijo no es fruto del” viento de cola”. O que la ley de compensación obligatoria en materia de jubilaciones y pensiones no es consecuencia del “azar eólico”; o que la renovación ferroviaria que posibilitó dejar atrás más de 50 años de rieles y maquinarias vetustas no ha sido merced a ese ininterrumpido y milagroso soplo ventoso.
¡¡Argentinos a reflexionar un poco!! De esa forma comprenderemos que el “fracaso” de las políticas de Martínez de Hoz , Alemann, Roque Fernández, Cavallo, Machinea, Lopez Murphy (aplaudidas y acompañadas por “celebridades notables” como: Melconian, Redrado, Prat Gay, Broda, y tantos otros) ha sido consecuencia, pura y exclusivamente, por la falta de predisposición del “Dios Eolo” que, abandonándose al ocio, se empeñó en no soplar los vientos que necesitábamos para dar impulso a nuestro desarrollo. Hecho éste que nos lleva a sospechar cierta predisposición de ese dios pagano orientada a favorecer a “los dictadores elegidos democráticamente”, que al parecer hoy se abroquelan en el Cono Sur.
Y como era lógico esperar, bajo el amparo de tamaña protección, tales gobiernos no vacilaron un ápice en desplegar una artillería de medidas demagógicas, a sabiendas de contar con el incondicional apoyo de la brisa divina. Así nos encontramos con que, durante el gobierno de “la dictadora” Cristina Fernández y del "olvidado" Néstor, se otorgaron paritarias, se subsidiaron los servicios, se financiaron programas para el desarrollo estudiantil, se otorgaron créditos para la vivienda, se regalaron notebook para los alumnos de escuelas con escasos recursos, se incorporaron millones de personas al sistema jubilatorio proveyéndoles con ello atención sanitaria gratuita, se les concedió créditos y mejoras a los miembros de la denominada “tercera edad”. En fin todo un conjunto de medidas que tuvo (y tiene, porque se siguen instrumentando) su inveterado soporte, exclusivamente, en los designios del poderoso” viento de cola”; que entre otras cosas permite, con su accionar, el desarrollo del mercado interno.
Pero al parecer, y conforme presagian los “economistas serios” y “los periodistas independientes” el dios de los vientos dejará de soplar a finales del año próximo y, a modo de un tornado imperceptible, va a dejar al descubierto los daños ocasionados sobre nuestra estructura económica-social. Hecho éste que requerirá, la adopción de medidas anti-demagógicas para subsanar los no perceptibles, pero “letales”, daños ocasionados por la “acción eólica”. Para ello se requerirá la supresión de un conjunto significativo de medidas impulsadas por el gobierno kirchnerista e implementar, entre otras, aquellas que aportan más "racionalidad", como ser: contención del gasto público, contracción de la demanda, liberalización del tipo de cambio, supresión de la actividad del Estado en algunas áreas, contención del alza salarial, etc., etc.
Pero no es cuestión de desesperar, al fin y al cabo, “la ausencia divina” será suplantada por la menos mítica “mano invisible” que, al decir de estos “presagiadores”, todo lo resuelve y desde hace siglos.
De esa manera ya no dependeremos de los caprichos de un “Dios” -que al parecer, mantuvo estrechos vínculos con el Estado-, ni contaremos con gobernantes “afectados por el virus del nazismo” (por apelar a una expresión utilizada por ese “destacado periodista independiente”, Luis Majul, quien sistemática y orgullosamente se empeña en no observar la regla de Groucho. Me refiero a aquella que dice “es preferible permanecer callado y parecer un tonto. Que hablar y despejar las dudas definitivamente”); sino que todo dependerá de la “recta y honrosa” iniciativa privada que, desprovista de toda clase de regulaciones, retrotraerá al país a la época de bonanza por excelencia. Concretamente: la de los años 90.
Venturoso panorama describen los “periodistas y economistas independientes” respecto de la Argentina porvenir, quedarán atrás los “yerros” de Cristina y Néstor, desaparecerá “el gobierno más corrupto de la historia” (superior incluso al de Perón en el 45) que tuvo el tupé de abandonar “la ética del endeudamiento”, que no reparó en ampliar derechos (ley de matrimonio igualitario, fertilidad asistida, ley de relaciones de consumo, etc., etc.) para ocultar su condición de nazi, que distribuyó un provisorio puñado de “mejoras obtenidas” a raíz del demagógico aire proporcionado por el viento de cola.
La bienaventuranza envolverá al país, ya no con los efímeros soplos ventosos, sino con las “sólidas caricias” y construcciones de la mano invisible, eso posibilitará que los “inmaculados predicadores” del libre mercado sigan frecuentando los medios radiales y televisivos para anunciar las “buenas nuevas” en los “honorables programas” del periodismo independiente.
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