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martes, 29 de octubre de 2013

Una decisión que sorprende gratamente






 




Hace escasas 48 hs nos formulábamos algunos interrogantes respecto de cual iba a ser el proceder de la Corte Suprema de Justicia luego de los resultados de los comicios desarrollados el domingo próximo pasado.
La sensación que pesaba sobre muchos de nosotros no era de demasiado optimismo; sin embargo, no dejábamos de conservar un mínimo de esperanza respecto al proceder de los jueces en el momento de determinar la constitucionalidad de la ley.
Durante cuatro largos años, la incertidumbre se fue tornando cuasi eterna; y el monstruoso monopolio parecía devorarse, sin ningún tipo de reparo, una ley sancionada -reiteramos hace 4 años- por el Congreso de la  Nación. Hecho éste que pone en evidencia, el despliegue de poder que la gigantesca Corporación Comunicacional detenta dentro de la estructura político-económica de la Argentina.  
Curiosamente, un día antes de  conmemorarse los 30 años de vigencia de la democracia en el país, nuestro supremo órgano judicial, emite un fallo histórico que garantiza definitivamente la democratización de la información para el conjunto de la ciudadanía. Tal vez, la calificación de “definitiva” suene excesiva en un país donde los poderosos supieron desdibujar y dejar en el olvido, más de una vez, algunos logros obtenidos por los sectores populares. Retrotrayendo con ello, la situación al estado de cosas preexistentes.
Podríamos enumerar un sin número de casos, a lo largo de la historia de nuestro pueblo, donde - y con la aquiescencia de los grandes medios- se han conculcado derechos, avasallado la dignidad de las personas, desaparecido ciudadanos, sean instrumentado políticas tendientes a deteriorar la situación económica de las grandes mayorías, y hasta promoviendo e incitando la locura de una guerra, sin reparar en el número de víctimas que el hecho en sí podía, y así quedo demostrado, provocar. Eso fue posible por la existencia de una fuerte concentración mediática que en aras de priorizar sus intereses no dudó en sepultar la verdad y prestarse a la manipulación informativa.
Hoy, en cambio,  la plena entrada en vigor de una norma que promueve la democratización de la información, abre un abanico de posibilidades para que el ciudadano no sea, en el futuro, presa fácil de la información distorsionada o sesgada que, en función de espurios intereses, los medios concentrados puedan difundir a la opinión pública.
Este es un paso gigantesco que solo podrá apreciarse en su verdadera dimensión con el transcurso del tiempo.  
Ahora el denominado “poder mediático” dejará de estar concentrado en una o dos corporaciones, para distribuirse más equitativamente. Este simple hecho permitirá ampliar las voces interpretativas de los acontecimientos; evitando de ese modo, la visión unilateral que por hallarse en poder de unos pocos terminaba entronizando el pensamiento único.
A lo largo de estos 30 años de democracia lo hemos contemplado infinidad de veces; no era el ciudadano quien “elegía” los candidatos; en todo caso, el ciudadano optaba entre los candidatos que el gran concentrador de medios determinaba llevar a sus emisoras para darles difusión.  Es decir, había un proceso de selección previa que estaba relacionado con la voluntad del multimedio que, no solo “elegía” a quien invitar; sino que además disponía cuantos minutos le asignaba a cada candidato.
Pasó en la década de los noventa cuando el gran multimedio amparando las políticas neoliberales que castigaban a la población, fomentaba “el pensamiento único” a cambio de asegurarse buenos negocios en la trastienda. Claro, para eso constituyó, modeló y catapulto a un conjunto de "periodistas estrellas" que hace mas de 30 años se encargan de difundir el interesado libreto del multimedio.  
Lo cierto es que, como podemos apreciar, la nueva ley rompe con el abuso dominante del poder mediático en pocas manos; lo que por sobre todas las cosas, implica un enorme paso en el fortalecimiento de la conciencia democrática.
Por eso en esta ocasión, nuestro reconocimiento a la decisión de los jueces (a excepción de Fayt)  -en especial a Zaffaroni, Lorenzetti, Petracchi y Highton de Nolasco- que han marcado un verdadero hito en la historia de la democracia.

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