Y finalmente llego el día esperado. Tras largos anuncios apocalípticos, en los que se presagiaba la catástrofe que iba a azotar al país en virtud de la “mala administración” kirchnerista que conduciría, inevitablemente, al descontento social y con ello al “esperado” derrumbe de su gobierno; el día llegó.
Y para sorpresa de los aprendices de Nostradamus, no solo no hubo catástrofe, ni derrumbe; sino por el contrario, se exteriorizó la alegría de todo un pueblo que salió a la calle a festejar la reelección de un gobierno que, con muchos más logros que carencias, ha puesto de pie a un país que durante décadas tenía por costumbre arrodillarse.
Es curioso, pero los profetas de las tinieblas, ni siquiera repararon que ha quienes iba a envolver la tenebrosa oscuridad era nada menos que a ellos.
Así pudimos contemplar que los pronosticadores de lo irreal -Carrió, Duhalde, De Narváez, en ese orden- que anticipaban “la muerte de un modelo” de conducción política, ignoraban que la Parca Política se dirigía en su búsqueda orientada nada menos que por las voces del pueblo.
Tal vez pensaron que su alianza con los “medios hegemónicos” de comunicación era suficiente como para proveerles de cierta inmunidad y, por ende, iban a perdurar en el escenario político argentino “per secula seculorum”. Pobres ilusos!! Desconocen la infalible regla: Uno puede ignorar la realidad, pero esa ignorancia en algún momento se paga.
Y así fue. Hoy se encuentran frente a la ventanilla de lo real abonando sus letales costos.
Fueron incapaces de percibir que la sociedad argentina no es exactamente la misma desde que los Kirchner llegaron al poder.
No repararon en que los medios -en virtud de su confrontación con el gobierno- ya no modelan “a piacere” el pensamiento de la ciudadanía como solían hacerlo antes del 2003.
Confiaron en que las mentiras, a las cuales nos tienen acostumbrado, iban a ser percibidas como verdades y con ello, podrían debilitar al gobierno más representativo desde el advenimiento de la democracia.
Pero esta vez, la razón se impuso. Y aquí estamos festejando la derrota de los agoreros y el reverdecer de la esperanza.
Pero no esa esperanza vacía, infundada, que tiene por sustento componentes mágicos e ilusorios. No, por el contrario, es la esperanza edificada sobre los hechos, la que tiene su fundamento en la razón, la que nos permite reestablecer el autoestima nacional, la que se exterioriza en la alegría de un pueblo, la que nos permite visualizar la grandeza de nuestro país a una distancia próxima, la que nos posibilita soñar con los pies firmes sobre la tierra.
La esperanza que murmurando a nuestros oídos nos dice: “hemos encontrado el rumbo, no aflojes”. Y como vamos a aflojar, si tanto nos costo hallarlo!!
Dejemos a los agoreros perdidos por la senda de su egoísmo, dejemos que se internen en la oscuridad que ellos pregonan, dejemos que, como ha sucedido, se los devoren sus propias profecías.
Hoy estamos dispuestos a seguir avanzando, bajo la música de esa esperanza que nos devolvieron ellos: Néstor y Cristina.
Y como no hemos de estar felices, si cuando miramos hacia atrás vemos que el odio quedo a lo lejos; y la alegría, la alegría se dispuso a acompañarnos!!!
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