Ningún ciudadano, medianamente informado, ignora que los medios hegemónicos de comunicación en la Argentina se han tornado en el mayor obstáculo para posibilitar el desarrollo económico y el crecimiento social equitativo en nuestro país. Claro que, por otra parte, no toda nuestra ciudadanía alcanza la categoría de “medianamente informada” puesto que, desgraciadamente, se (des)informan a través de esos perniciosos medios.
La cantidad de mentiras vertidas a lo largo de estos últimos tiempos por los mentados medios es de una canallada atroz; sin embargo, se adjudican ser los “abanderados de la libertad de expresión”. Y no cabe duda que lo son, pero de la expresión falsa y mendaz.
Así con el afán de “ensuciar” y desprestigiar al gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner se pusieron en voceros del “supuesto affaire” de Antonini Wilson que luego se corroboró que era toda una operación montada por servicios de inteligencia extranjeros para dañar la imagen del Presidente venezolano y de paso salpicaban la del gobierno argentino.
Luego inventaron las supuestas coimas en las relaciones comerciales con el mismo país, esta vez denunciadas por un ex embajador argentino Eduardo Sadous que no pudo presentar una sola prueba testimonial veraz en la causa y, por ende, ahora esta procesado por falso testimonio. Claro que esta última noticia no la reprodujeron.
Posteriormente, un conocido periodista que, es dable destacar, fue calificado de mentiroso por su propia colectividad; había denunciado tener conocimiento de un pacto escrito entre el gobierno nacional y el gobierno iraní para “archivar definitivamente” la denominada causa AMIA. Hecho éste que resultó absolutamente falso puesto que al ser convocado para aportar elementos de prueba ante la justicia, adujo no tener ninguno. Tampoco se informó de esto a los lectores.
Y, ahora, la más reciente “operación”, por no decir atrocidad, mediática destinada a mancillar la figura de un incuestionable juez de la Corte Suprema de Justicia como lo es Eugenio Raúl Zaffaroni.
Este último caso ya expresa el grado de “excremento mediático” que existe en nuestro país. Pretender, cuestionar al Dr. Zaffaroní por ser propietario de once departamentos y de los cuales cuatro han sido alquilados por personas que, aparentemente, desarrollan en los mismos el ejercicio de la prostitución es, sinceramente, la lógica de la imbecilidad. Máxime teniendo en cuenta que el magistrado ni siquiera conoce a sus inquilinos, tampoco a firmado los respectivos convenios porque, entre otras cosas, el encargado de arrendarlos fue un mandatario y, obviamente, en el objeto del contrato figura expresamente que el arrendamiento es al efecto de habitar el inmueble para uso personal.
¿O acaso algún idiota puede suponer que quien alquila un inmueble para darle un destino diferente del pactado le va ha mencionar al propietario que tiene unas “chicas” para trabajar o que va ha realizar en el mismo actividades ilícitas? De ahí que salir a cuestionar a Zaffaroni aduciendo cuestiones éticas es un disparate. Esta lógica nos lleva a reprochar éticamente al fabricante de colchones porque sobre el mismo cometieron adulterio dos personas que estando casadas por separado se dejaron llevar por sus apetencias sexuales. Una verdadera estupidez!! Obviamente, los mismos medios que se encargan de sobredimensionar la noticia son los que reembolsan cuantiosas sumas de dinero con el famoso rubro 59 y que a raíz del decreto presidencial prohibiendo esa clase de publicaciones presentaron una demanda con el objeto de declarar inconstitucional el mentado decreto.Claro que la presentación de la demanda la realizaron con empresas de su propiedad pero desconocidas para el público desinformado; no sea cosa que se enteren que son ellos mismos los que pretenden seguir explotando esa clase de avisos.
Es decir, el cambalache: los inmorales acusan de falta de ética al juez.
Es decir, el cambalache: los inmorales acusan de falta de ética al juez.
Sin embargo, a medida que transcurren los días algunos medios –no hegemónicos, por cierto- van aclarando la situación. Pues, se pudo saber que la denuncia fue efectuada por una ONG que en sus comienzos denunciaba el trabajo esclavo y que desde hace unos pocos años se acerco a gente de la Coalición Cívica y -conforme a la nota de Luis Bruschtein, destacado periodista de Página 12- muy vinculada, a su vez, con la figura del cardenal Bergoglio. Éste último tenaz opositor, oportunamente, a la designación de Eugenio Zaffaroni como miembro de la Corte.
Si, paralelamente, recordamos que hace unos meses atrás el mismo cardenal presidio un seminario de economía y políticas sociales con la participación de “prestigiosos” economistas y abogados –muchos de ellos funcionarios del Dr. Menem, como el caso de Roberto "privatizador" Dromí - opositores al gobierno. No hace falta escudriñar demasiado para suponer que se trata de una operación política-mediática.
Si, paralelamente, recordamos que hace unos meses atrás el mismo cardenal presidio un seminario de economía y políticas sociales con la participación de “prestigiosos” economistas y abogados –muchos de ellos funcionarios del Dr. Menem, como el caso de Roberto "privatizador" Dromí - opositores al gobierno. No hace falta escudriñar demasiado para suponer que se trata de una operación política-mediática.
Si se llevan puesto al Dr. Zaffaroni de la Corte Suprema, caería uno de los miembros más abiertos, éticos y progresistas de la justicia. Luego vendría el embate para colocar en su lugar un conservador que fuera, naturalmente, funcional a los poderes preestablecidos (llámese: medios, poder religioso, corporaciones, etc.) y que a través de sus fallos consolidara el “status quo”.
Demás esta decir que, obviamente, Eugenio Zaffaroni no incurrió en ningún delito, ni tampoco encuadra dentro de las tres causales previstas por nuestra Constitución para ser sometido a juicio político; de ahí que se monte todo este show para perjudicarlo. Tampoco se lo puede cuestionar por sus fallos y mucho menos por su idoneidad en el ejercicio de la magistratura; por el contrario, La Red Latinoamericana de Jueces lo calificó “el más importante exponente del mundo jurídico de habla hispana” y la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología adujo: “Es lamentable que solo por intereses electorales se persiga la destrucción de quien ha sido el principal precursor de las garantías en Latinoamérica. Confiamos en que el pueblo argentino no se deje engañar”. Claro que el reconocimiento de la probidad y la calidad intelectual de Zaffaroni no se limita a latinoamérica ; en cualquier ámbito académico europeo se le reconoce como una figura brillante del Derecho.
Solo en la Argentina en forma canallesca se intenta destruir toda una trayectoria ética y de reconocimiento jurisprudencial a un hombre que ha puesto su vida al servicio de la justicia. Solo la mediocridad reinante, impulsada por los medios hegemónicos de comunicación y reproducida por mentes ingenuas puede intentar mancillar una figura de la talla del Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni.
Me alegra saber que todavía queda bastante gente pensante en nuestro país; lo que aconteció en un teatro capitalino -independientemente de suponer que los que se hallaban en el mismo fueran porteños o del interior- donde alguien reconoció la presencia del Juez y grito: ¡¡Fuerza Zaffaroni!!, para luego ponerse el público de pie y aplaudirlo es verdaderamente una bocanada de aliento para quienes creemos que otro país es posible.
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