A 35 años del golpe militar más cruento de la historia de nuestro país, los medios de difusión “nacionales” se han encargado deliberadamente de ocultar la marcha conmemorativa del Día de la Memoria.
Paradoja de la fecha, los medios privados olvidaron cubrir, así fuere parcialmente, la movilización realizada por cientos de miles de personas que, con su presencia, simbolizaban el rechazo visceral a aquél acontecimiento nefasto que cubrió de sangre a todo el tejido social argentino.
No obstante, a escasas cuadras de esa multitudinaria manifestación, los medios encontraron la noticia más relevante de la fecha en cuestión.
Si, si, la cobertura de la presentación de un tenor de la talla de Plácido Domingo, fue el pretexto para no enviar móviles a Plaza de Mayo; y no, como me mencionaba un amigo, la sugerencia de la pitonisa autóctona "lilita" Carrió que aconsejo a los medios que protejan a sus movileros.
Lo cierto es que la actitud de las principales emisoras de la televisión argentina me hicieron recordar el título de un recomendado libro, escrito por el periodista español Pascual Serrano: “Desinformación. Como los medios ocultan el mundo”.
Y eso es lo que han realizado ayer los medios argentinos. Pues, ocultar la información de un acto de las características del 24 de marzo, es apelar a la lógica del olvido, es sugerir la práctica de dar vuelta la página; al fin de cuentas, conforme a ese nauseabundo criterio, eso es historia y la historia dejémosla para los historiadores, si después de todo se desarrolla en un tiempo que ya fue.
Cuanta similitud con la triste máxima del cada vez más devaluado periodista que gustó expresar: “¡Me tienen harto con la dictadura!”; solo le restaría decir: “Me tienen harto con las movilizaciones”.
Lo que no nos dicen estos “mal paridos” es que nuestra historia (al igual que la de muchos pueblos hermanos) se ha escrito con sangre y que la única manera de evitar futuras hemorragias es, precisamente, manteniendo presente en la memoria el acontecer histórico.
Es esa misma memoria, la que posibilita a su vez la continuidad de los juicios para no dejar impunes a quienes han cometido los más deleznables actos en materia de violaciones a los derechos de las personas.
Obviamente, buena parte del periodismo local y, sin lugar a dudas, los detentadores de los medios de (des)información han sido, a lo largo de los tiempos, verdaderos especialistas en desarrollar “tácticas para el olvido”.
Prueba de ello, es la desfiguración de la historia argentina que culminó consagrando como “historia oficial” a aquella que ocultaba la realidad de lo acontecido y renegaba del verdadero interés nacional.
Por suerte –y como no vamos a hacer hincapié en ello- desde la llegada de Néstor Kirchner y Cristina Fernández al poder, la realidad viene mutando y adquiriendo la forma que solo el molde de la verdad puede otorgarle.
Por suerte -y en esto los Kirchner han tenido mucho que ver- ha calado hondo el sentimiento de verdad y justicia en nuestro pueblo y a pesar del empeño de “los grandes medios”, la sociedad, en su gran mayoría, no se deja engañar.
Por suerte, estamos avanzando en la recuperación de nuestra identidad como nación y redescubriendo nuestra verdadera historia.
¿Nos podríamos preguntar si la verdad trae aparejada la suerte o si la suerte trae eslabonada la verdad?
Desde lo particular debemos confesar que no confiamos demasiado en la suerte; sin embargo, estamos seguros que la verdad ilumina el camino que nos conduce a la consecución de nuestros logros.
Y es ese camino, el que hoy transitamos juntos la gran mayoría del pueblo argentino; por eso, y mal que les pese a “los distorsionadores de la realidad” la historia esta cambiando en la Argentina.
Y es ese camino, el que hoy transitamos juntos la gran mayoría del pueblo argentino; por eso, y mal que les pese a “los distorsionadores de la realidad” la historia esta cambiando en la Argentina.
Así que por suerte..........perdón rectifiquemos: “ Así que en verdad, la memoria ya no es frágil para buena parte de los argentinos. Y esto es condición indispensable para garantizar no solo el Nunca Más; sino también, la continuidad de un modelo de país que garantice el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo”.
En verdad, podemos señalar con agrado que, ha sido una jornada maravillosa observar como nuestro pueblo, y muy especialmente nuestra juventud, ha reivindicado el rol de la Memoria en el acontecer político argentino.
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